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miércoles, 30 de octubre de 2019

VENCEREMOS PERO NO CONVENCEREMOS



Venceremos, sí... pero no convenceremos. Venceremos porque tenemos sobrada fuerza bruta, pero no convenceremos porque convencer significa persuadir, y para persuadir necesitaremos algo más que tener razón... a estas alturas me parece inútil pedir que se piense en España.

(Unamuno y yo)







No son estos malos tiempos para tender trampas, trampas de todo tipo. No son estos que corren malos tiempos para sembrar miedo, miedo a no saber lo que nos espera mañana mismo, miedo a no saber si tendremos trabajo, si lo tendrán nuestros hijos, miedo a una vejez de enfermedad, abandono y miseria, miedo por estar cada vez más seguros de que la vida de nuestros nietos va ser infinitamente peor que la nuestra.

Son estos, buenos tiempos sin embargo para, por causa de tanto miedo, dejarse llevar por el instinto y encogerse sobre uno mismo, y así, con los dientes apretados y los ojos entrecerrados, comenzar a dar por bueno lo que antes era inaceptable y formaba indiscutiblemente parte inseparable de aquello que considerábamos simplemente malo.

Hoy son mayoría los que ven perfectamente lógico que todo un Presidente de Gobierno de España, por más que lo sea sólo en funciones, se niegue a hablar con el presidente de Cataluña porque afirma saber de antemano cuáles van a ser los términos de la conversación y el resultado de esta. Son también parte de esa mayoría los que a golpe de telediario olvidan que ese presidente Torra no es más que un apéndice de un Puigdemont, que es apéndice a su vez de un Artur Mas, y que todos ellos son los apéndices de la gran bestia de dos cabezas llamada Jordí Pujol, la misma que en vivo y en directo amenazó a todo el Estado con hacerlo caer si se le seguía importunando. Tampoco son precisamente minoría los que, apoyados en tan asombroso poder de adivinación, llegan diariamente a la conclusión de que la realidad de lo que ocurre en Cataluña es la que nos regalan los grandes medios de comunicación, de que toda información alternativa a la versión oficial no es más que propaganda de "los malos" que no dudan en trucar imágenes y retorcer palabras.

Los malos, los violentos, los fanáticos, los perfectos receptores de nuestro odio... ellos... esos a los que no asiste razón alguna y que sólo merecen lo que unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tengan a bien regalarles, esos han de ser castigados. Así es más fácil enfrentarse a todo conflicto, más aún, así es como llevamos resolviéndolo todo en España desde hace siglos... o mejor dicho, casi todo... porque cuando nos cambian la Constitución durante una noche de Agosto para que los grandes Bancos cobren lo que les falta a nuestros hijos, entonces cambiamos y nos volvemos más que conciliadores y comprensivos.

Apalear a quien está obcecado y confundido, a quien ha sido engañado por nuestros-sus políticos, no va a solucionar nada ni va a hacerle ver con mayor claridad, sólo va a añadir la fuerza del martirio al torbellino de la confusión, sólo va a convocar a lo peor de nosotros mismos.

Convencer sin buscar vencidos, seducir, regresar a la seguridad de que no nos separan las fronteras sino el largo de la fusta de nuestros sátrapas. Señalar a los fantasmones que cubiertos con yelmos oxidados prometen pan y peces desde sus dorados castillos. Contarles a los cuatro vientos que la corrupción y el abuso no crecen solamente en la otra orilla del río. Demostrar que no existe España ni Cataluña si no existen con el único fin de procurar felicidad y cultura a quienes (sean de dónde sean) pisan sus piedras. Apartar pendones y banderas para hacer visible la injusticia que al contrario que nosotros, no reconoce ni límites ni barreras... y combatirla como lo que es, un mal de todos, que sin todos... vencerá (otra vez).

Miedos venden... más que venden... casi regalan... no los compren. Matan.












lunes, 7 de octubre de 2019

BIENVENIDO, JOKER...




La historia desde el principio. Sin velos ni añagazas. Con la visión del gran angular y no la de un diminuto agujero en la pared de una celda. Eso es "Joker".

Necesitamos relatos así, completos, sin zurcidos ni bodoques, y los necesitamos para ya, antes de que sea demasiado tarde, antes de que el nuestro sufra la misma grotesca amputación que todos las demás relatos, antes de que los grandes grupos de comunicación decidan (si no lo han hecho ya) que el colapso al que nos dirigimos comenzó con aquél primer loco rabioso que incendió aquella primera sucursal bancaria, aquella primera casa de apuestas, aquél primer templo a la esclavitud que hoy llamamos "oficina de trabajo temporal"...

Es muy importante que todos sepamos y hagamos saber con exactitud dónde está la casilla de salida en este juego de sociópatas que ya apunta su final, porque es necesario, porque es justo, y porque nosotros y nuestros hijos, protagonistas absolutos de la película, somos los que en mayor medida vamos a sufrir las consecuencias de lo que a falta de un giro de guión inesperado, va a reventar todas las compuertas.

Afortunadamente ha llegado "Joker" (justo a tiempo), todo un estimable, oportuno y provechoso producto comercial, pero también una magnífica parábola en la que mirarnos... una manera muy efectiva de explicarnos que Batman y cuanto representa el abnegado héroe-rico, no es una respuesta a la perversión y locura de una sociedad enferma-pobre, sino más bien la coartada perfecta de quienes moldean a martillazos nuestro magullado destino, de quienes han generado toda la perversión y la locura de esta sociedad enferma y empobrecida. Es de ver la clarividencia con que se nos explica  que el perverso ladrón que asesina sin piedad a papá y mamá Wayne no es ni mucho menos quien crea al Bruce Wayne, ese que más tarde se convertirá en el protector de Gotham... sino que ese malvado sin rostro ni apenas papel no es más que otro residuo resultante de la felíz, trabajadora, y próspera familia, y por extensión, de todo el sistema por ellos construido.

Mal momento para la crítica... son estos unos tiempos en los que no es difícil escandalizar a las personas de orden... políticos, empresarios y toda clase de animales bienpensantes se sienten señalados por "Joker", seguramente con razón, y por tanto amenazados (esa es mi ilusión). Para todos ellos, la película dirigida por Todd Phillips es claramente instigadora a la violencia, a la algarada callejera, incluso a la justificación de atentados contra toda forma de autoridad, pero sobre todo (y esto no lo cuentan) a la inquietante influencia que pueda ejercer ese Joaquin Phoenix pintarrajeado y terriblemente sonriente sobre la vida real, sobre los que siempre han sido anestesiados con una historia contada desde la mitad, justo cuando el mal sale de una alcantarilla y asesina al niño inocente.

Ahora, y gracias esta inquietante propuesta, ya son muchos más los que saben a ciencia cierta quién es "Joker", quién ha sido siempre y bajo todas sus máscaras, quienes son sus verdaderos padres, quienes y con qué intenciones le trajeron al mundo, cuáles son y cómo se fraguan los materiales que lo componen, y así, entre carcajada y sangría, pueden distinguir claramente al hombre inocente (incluso bienintencionado) que encaja resignadamente golpe tras golpe, abandono tras abandono, recorte tras recorte, miseria tras miseria, frustración tras frustración, lección tras lección... todas ellas sobre la dolorosa realidad de que sin transformarse en monstruo no hay salida, porque los monstruos no comen carne de monstruo, porque con la boca llena de sangre no es tan imposible que la vida te sonría..

Seguramente que ese "Joker" anónimo que en este mismo instante pedalea sofocado sobre un trabajo más allá de lo precario lo va a comprender todo con suma facilidad, en cuanto vea al payaso permanentemente apaleado, constantemente traicionado, y abandonado a su mala suerte se identificará con él, y a poco que conserve un pequeño pedazo de conciencia, comenzará a construir palito a palito, su primer y confortable nido allá en lo alto, donde los invisibles pueden empezar a ser visibles, donde mensajes como "Joker" resultan ciertamente incómodos y perturbadores.

Alto y claro. Lo que llega no es simplemente una crisis con sus habituales consecuencias sobre los que ya están más que acostumbrados a comerse los destrozos y el dolor provocados por las decisiones tomadas por otros más afortunados. Lo que vamos a conseguir... mejor dicho... lo que van a conseguir de tanto intentarlo, de tanto defecar sobre esta finísima capa de democracia, es una sociedad que dé por perdida toda posibilidad de resolver sus problemas por medio de lo que antes se llamó "contrato social". Si esa sociedad resignada y bienpensante comienza a sospechar que ser honesto y pacífico no sirve para nada... si esa sociedad se transforma en un mar de convencidos de que lo mejor es que cada uno solucione sus asuntos como mejor pueda... las cosas van a cambiar, van a cambiar de una manera irreversible, van a cambiar de un modo y en un grado que no podemos ni imaginar.

Ya se oyen... ya se empiezan a dejar ver las primeras disculpas de la propia industria hacia el sistema en el que vive... ya es público el comunicado de la propia Warner Bros. acerca de su nula intención de provocar en los espectadores cualquier impulso negativo contra quienes les humillan, les torturan, les expolian, les mienten, les esclavizan, les envenenan... o contra sí mismos. Suplican, mientras piden perdón, que nadie confunda de lo que se cuenta en la película con la vida real, porque lo que transforma al enfermo y bondadoso Arthur Fleck en una ensangrentada sonrisa de payaso, no existe en nuestras vidas cotidianas... añaden además sin llegar a decirlo, que nuestra existencia puede no ser perfecta, pero que hay mundos mucho peores en los que no podríamos pagar los diez euros que cuesta la entrada de su próxima gran producción.

Y con la nueva producción, otra historia que no arrancará desde el principio, sino desde la mitad, desde su mitad... otra historia que cuando se dé la extraordinaria circunstancia, hablará de nosotros, pero no comenzará en aquél punto exacto donde un español con diez hijos veía morir a nueve de miseria y enfermedad porque el cacique local le pagaba con media hogaza de pan cada jornada de doce horas de siega... no partirá del momento preciso en que ese español intentaba escapar de su infierno trabajando para sí mismo y se enfrentaba al propietario de la tierra que le imponía un alquiler de tres cuartas partes de la cosecha más la mitad de ese cuarto restante por semillas y la reparación de la herramienta. Ese y no otro, es el primer capítulo de la historia que llaman Guerra Civil Española... por más que nos la cuenten como se cuenta ahora... comenzando cuando el baño de sangre y furia les iguala a todos, cuando la refriega y el humo de la batalla hacen de todos los rostros uno sólo, convirtiendo lo que es pura lucha de supervivencia entre víctimas y victimarios en otro cuadro de Goya, en otro falso duelo a garrotazos, en una mentira infinita mal llamada "guerra entre hermanos".

Bienvenido sea "Joker"... porque llega en el momento preciso... porque este nuevo Joker ya no es un ingenioso absurdo sin principios, porque no es solamente la oscura antítesis necesaria de todo campeón de la razón y el orden... este nuevo Joker es mucho más sencillo... es el resultado final de un mundo sin nada a lo que agarrarse para seguir cuerdo, un mundo que no contento con resquebrajarse, se empeña en caer a pedazos, pedazos de bordes muy afilados, que como todo lo afilado no tiene más remedio ni destino que hacer manar sangre.

Es casi un improbable... pero que no pase. Que Joker no se haga carne... si no se ha hecho ya. Que no sea este invierno en el que llueva el convencimiento de que mejor terminar con todo en una selva sin cercas que seguir durmiendo mojado en un callejón... porque si eso llega a ocurrir, si el residuo humano se acumula y el "nada que perder" se hace ley...

La historia de la catástrofe, la nuestra, la de Joker, todas y cada una... comienza, no cuando comienza el desastre, sino cuando todo está en calma y nada pasa... ese es el principio.









jueves, 27 de junio de 2019

CALLE, CALLE, CALLE...



Y tras tantas batallas con sus correspondientes columnas de humo, tras sucesivos triunfos y derrotas, tras ver cómo se pierde lo que juraríamos haber conquistado para siempre... fin de ciclo, eso parece... pero sólo para volver a comenzar exactamente por donde lo dejamos.

Para comprender el bucle en el que habitamos no es necesario retroceder demasiado en el tiempo. Si nos atenemos a los cambios producidos años después tras aquél 15 de mayo de 2011 y a los miles de manifestaciones que trajo consigo, podríamos decir que las protestas en las calles, las innumerables movilizaciones a lo largo y ancho de todo el mapa... no sirvieron para gran cosa.

Todavía recuerdo las conversaciones repetidas mil veces durante el camino de vuelta a casa tras cualquiera de aquellas largas caminatas, el desaliento con que se decía que aquello era inútil, que al día siguiente nada iba a cambiar, que tanto grito y tanta gente eran poca cosa ante las imponentes fachadas de piedra de los ministerios de la corrupción y la indecencia, que en vista de lo visto, había que pensarse si se volvería a la próxima... pero se volvía. Y se volvía como si en el anterior intento se hubiera conseguido algo importante, algo trascendente que había que defender con uñas y dientes de los que todavía insistían en la lucha contra el asiento hundido de su sofá.

Entre aquellos recuerdos, no todos agradables, uno muy reconfortante, el de sentirse realmente parte integrante de algo mucho más grande que uno mismo (eso reconforta al más cetrino)... la sensación más o menos clara de que sirviera o no sirviera para algo tanto dolor de pies, se hacía lo correcto, se avanzaba (aún con paso de tortuga) hacia alguna parte.

Pasó un tiempo, y cuando desde la política más trasnochada del PPOE más se reprochaba aquella "antidemocrática" forma de pedir verdadera política y más democracia, cuando otra vez, tras haber albergado multitudes parecía que las calles volvían a quedar vacías, el mensaje comenzó a quedar allí, anclado a las farolas, esperando la siguiente manifestación, rebotando contra los edificios, resonando en las conciencias... hasta que un día, el menos pensado, todo aquello que aparentemente no tenía cuerpo, lo encontró... y la indignación tomó forma de partido, y los votos al PPOE comenzaron a bajar hasta quedar en la mitad, y los ayuntamientos más importantes comenzaron a ser conquistados por primera vez por quienes no llevaban treinta años comiendo del pastel. Parecía que los millones de personas indignadas que llenaban las plazas habían conseguido algo al fin, que su mensaje ya era alto y claro, imposible de ignorar... y tanto fue así que fue atendido, y no de cualquier manera, sino con especial atención.

"Si no os gustan estos partidos... tenemos otros" nos dijeron (y aún nos dicen)... y como siempre, y sobre todo con las cosas que hacen daño... cumplieron su palabra. Nuevos partidos, para todos, sea cual sea el pie con que se cojea, de izquierda, derecha o centro, cada uno con su madeja... una madeja enorme con hilo de sobra en el que enredar al más pintado, al más honesto, al más villano... incluso al más desmadejado. Y lo compramos, o al menos aceptamos el regalo. Y así ahora tenemos otras opciones, otras maneras de que sea imposible librar al país de la siniestra mano negra de la Iglesia, otras maneras de impedir que avance la desigualdad, otras maneras de cortar toda forma de participación democrática que no sea votar cada cuatro años a una lista escrita por otros, otras maneras de pervertir la justicia, otras maneras de destruir la educación y la sanidad pública, otras maneras de mantener a los partidos políticos en su función de sátrapas al servicio de los amos y nunca en su función de servidores del pueblo... y en la cima de lo perverso, otras maneras de que, a través de pactos secretos y miserables, la voluntad de los pacientes votantes se parezca cada vez menos a los resultados electorales.

No ha estado mal el viaje, ha sido rápido, ha sido entretenido... aunque un poco caro... mejor dicho... extremadamente caro.

El billete ha costado casi diez años e incontables festivales de dolor en los barrios de los de siempre, en las calles de los de siempre, en las casas de los de siempre y en las espaldas de los de siempre. Se ha pagado con un regreso a las calles vacías, a las palabras vacías, a las frases vacías, a las propuestas vacías, a las cabezas vacías... y a los sillones llenos de diputados por Burgos que nunca han estado en Burgos, a los calabozos llenos de tuiteros, a los ayuntamientos llenos de fascistas, a las comisarías llenas de nostálgicos franquistas, a la izquierda en su versión más plena de ídolos de barro y estrategias cainitas, a los programas electorales llenos de viento y llenos de mentiras... a todo lo que creímos muerto y enterrado y que ahora sale de sus tumbas mano alzada, pecho duro, mirada al frente, como si estrenara la vida.

Feo paisaje el que se divisa, pero por muy feo que parezca... en realidad es peor.

Es peor porque ante este escenario "democrático" que nunca dejó de ser una amable mentira, se abre un abismo, y no otro suelo sobre el que seguir bailando al son del día a día. Bueno habría sido salir de este esperpento y comenzar otra obra de mejor guión y mayor altura, no habría sido mala cosa recomponer el entarimado y repartir de nuevo papeles de acuerdo a los nuevos tiempos, volver a poner a la venta los viejos éxitos del pasado y construir sobre ellos algo un poco más verdadero, algo un poco más soportable, unos discursos un poco más creíbles y unos rostros un poco más humanos.

Pero no.

Lo que hoy tenemos es la peor versión conocida del desencanto, un enorme sumidero por el que más pronto que tarde pasarán todas la esperanzas y serán tragados sin remisión esos pocos héroes que aún ahora mismo combaten en las catacumbas de sus partidos y se debaten entre seguir luchando por reconducir lo irreconducible o salir corriendo.

Lo que vamos a tener es mucho peor. Lo que vamos a conseguir... mejor dicho... lo que van a conseguir de tanto intentarlo, de tanto defecar sobre esta finísima capa de democracia es una sociedad que dé por perdida toda posibilidad de que sus problemas se puedan resolver por medio de lo que antes se llamó "contrato social"... y si esa sociedad buenista y bienpensante comienza a sospechar que no hay nadie al volante y cunde el pánico... y si esa sociedad se transforma en un mar de casi convencidos de que lo mejor es que cada uno solucione sus asuntos como mejor pueda... y si ese "casi" desaparece y se convierte en un "completamente"... las cosas van a cambiar, van a cambiar de una manera irreversible, van a cambiar de un modo y en un grado que no podemos ni imaginar.

Cuando María y Manuel, madre y padre de tres hijas, estén completamente seguros de que la salud o la universidad de las niñas ya no depende de que gobierne este o aquél partido y de que toda posibilidad de cambio en su vida consiste en ir de mal a peor y de peor a la miseria... Manuel y María, contra todo lo que pudieron pensar un buen día, llegarán a ciertas conclusiones. Tal vez una de ellas sea que en vista de que sus dos sueldos no llegan, necesiten buscarse la vida en casa ajena de algún barrio rico... tal vez otra sea la posibilidad de preguntar a su cuñado por uno de esos "trabajos especiales" de apenas una noche y un viaje con furgoneta... tal vez ese trapicheo del que le ha hablado un colega.

Es entonces, al evaporarse el entarimado que se pisa sin que nadie instale otro siquiera parecido... al quedar sólo un gran vacío... cuando surgen los monstruos... los verdaderos... los que una vez que aparecen cuesta ríos de años, sangre y dolor devolver a sus tinieblas.

Que me equivoque... que no sea...

Tras el golpe necesitamos sacudir la cabeza, limpiar las lágrimas y aclarar la vista para caer en la cuenta de que la política, incluso la buena política, no es más que el escenario sobre el que representar nuestro papel de pricipalísimo protagonista y no este triste empleo de figurante sin derecho a bocadillo. Tenemos que ser responsables de nuestras decisiones y tomar el centro del circo, y sin apuntadores salvapatrias que nos dicten el guión, aprender a hablar por nosotros mismos. Debemos renegar de líderes indiscutidos e irreemplazables. Hemos de aprender a sentirnos más indignados con nuestros votados que con sus opositores cuando se incumple lo firmado, porque es con ellos con quienes suscribimos el sagrado contrato del voto y es a su ventana donde primero hemos de acudir a reclamar lo prometido.

Necesitamos aquellas calles, aquellos locos, aquellos frikis, aquellas misas negras frente a lo irremediable... necesitamos plazas repletas de descontento y de fe en lo imposible... muchachadas libres de todo prejuicio y de todo liderazgo... nuevos métodos, nuevas formas de protesta y autodefensa, estrategias más acordes con los tiempos, algo que el sistema no asuma con tanta naturalidad... algo, que si no muerto, deje al menos dolorido al estado del malestar... no dejarnos la vida con la obsesión de saber lo qué se quiere ni de estar en lo cierto... pero por encima de todo, debemos perder el miedo a equivocarnos más, y no por simple cabezonería... sino porque esa es la única manera de equivocarnos mejor... que es casi como acertar.

Al fin y al cabo, para eso hemos venido al mundo, para fallar, para descabalar, para fracasar, para encontrar la manera 1001 de como no se deben hacer las cosas... y así un día cualquiera, al tropezar con la raíz, darnos de bruces con la solución.

Por eso mismo, porque aquella protesta fue un fracaso, es por lo que necesitamos más protestas fracasadas... por eso mismo, porque aquellas movilizaciones masivas no han servido para nada, es por lo que necesitamos movilizarnos masivamente cada mañana... errando y errando... y hasta dar en el clavo.

Y que dure mucho nuestra torpeza... que no acertemos en el centro de la diana demasiado pronto, porque mientras templamos el pulso, mientras caemos y nos levantamos, mientras buscamos, mientras recogemos los pedazos, y mientras creemos que algo es casi imposible, es cuando más somos nosotros mismos... es cuando somos mejores.







Calle, calle, calle...


martes, 25 de junio de 2019

OLVIDAR ES MORIR



Está escrito y demostrado que el futuro no existe, que no lo puedes ver porque aún no ha llegado... que el presente tampoco existe porque mientras lo nombras se escapa y deja de ser presente... que así pues, sólo existe el pasado, eso que sí podemos ver y tocar y deja rastro... algo tan firme y real, que no se conoce material más sólido sobre lo que edificar.

Imaginemos que un gran borrador de memorias pasara sobre nuestras cabezas mientras caminamos por la calle. De repente, el dar un solo paso ya no tendría el menor sentido, nadie recordaría para qué se levantó esa mañana de la cama, para qué salió de casa, ni siquiera cómo volver... seguiríamos respirando, tal vez.

Somos lo que recordamos, más exactamente, somos la impronta que marcan nuestros recuerdos, y no tanto el resultado de las experiencias que construyeron esos recuerdos. Así pues, sin ellos no somos nada, somos páginas sueltas en blanco a merced del viento y del primer desalmado que las reescriba, somos desconocidos perfectos que no saben a dónde van ni de dónde vienen, muertos en vida que no reconocen ningún rostro, que no tienen otra que permanecer muy quietos y esperar morir, seres muy cerca de ser cosas y sin lo suficiente para diferenciarse de lo inerte.

Imaginemos ahora que en lugar de limitarse a unos pocos, el tratamiento de borrado se hiciera sobre a una sociedad entera, esta quedaría exactamente en la misma situación, tan muerta como el individuo sin memoria, tan mutilada como él, igual de desorientada, igual de incapaz de saber de dónde procede, hacia dónde quiere dirigirse y para qué.

Para una sociedad, perder la memoria es más morir que la muerte misma, es el vaciado completo de eso que nos distingue de un motor de combustión, es convertir lo que fue humano en un montón de vísceras unidas entre sí por la fuerza de la costumbre... pero sin el menor sentido.

¿Qué es la memoria después de todo, sino la manera más real de decir "estoy vivo"?

Hoy nos dicen que muramos, que la mejor manera de cerrar heridas es morir, o lo que es lo mismo, olvidar... que reabrir viejas fosas en vertederos y desguaces no nos va a hacer más libres, más dueños y conscientes de nosotros mismos, que los huesos de quienes allí descansan no son los nuestros, que son de nadie, de nadie que merezca la pena recordar.

Hoy nos recogen entre sus cálidos brazos y nos regalan una ley de memoria para que podamos recordar, y así comprendamos mejor lo mucho que muy pronto vamos a necesitar otra ley para respirar, otra para amar, otra para no odiar, otra para pensar, otra para dormir, otra para despertar, otra para dar las gracias y otra para parar.

Hoy desfilan de nuevo entre nosotros aquellos que inocentemente creímos dormidos, pero que están despiertos, despiertos y recogiendo a dos manos la cosecha de ignorancia y complacencia que han sembrado durante tantos años a la sombra de nuestra tolerancia, de nuestros buenos modos, de nuestro volver la cara.





Hoy los hijos de aquellos golpean las puertas, y no golpean como el que llama, golpean para derribarlas. Pero ni así les reconocemos, ni con todas sus garras, y no porque nos falte valor ni seso, sino porque hemos olvidado quienes son y cuales son sus nidos, sus ramas, sus armas.

Ojalá fuera cierto... ojalá olvidarlo todo fuera el mágico ensalmo que detuviera las bombas que siguen cayendo cada día sobre los mismos inocentes y los mismos lugares, ojalá olvidando la vida de tantos se volviera digna y ya no hubiera en España ese niño de cada cuatro que no cena nunca, o ese otro de cada tres que no tiene un segundo par de zapatos... ojalá olvidando desapareciera esta justicia envilecida, esta monarquía parásita, esta necrófila dictadura de partidos cuajada de sociópatas electos... ojalá terminara de una vez este homenaje sin fin a todo lo inútil y lo abyecto... ojalá todo el sufrimiento y la injusticia de los últimos ochenta años sirviera para algo y no sólo se acabara la guerra, sino que dejase de celebrarse la victoria.

Hoy nos juran y perjuran que lo mejor es olvidar, que es tanto como decirnos que lo mejor es morir.

Tal y como aquellos oscuros legionarios de Millán Astraid le gritaban a Unamuno... tal y como hoy mismo le siguen gritando: "¡Viva la muerte!".

Tal y como él les respondía, preguntando con el alma encogida: "¿Muera la vida?"











martes, 18 de junio de 2019

ODA A ADA



Alguna vez en alguna parte leí algo sobre alguien que aseguraba haber cruzado varías veces el océano Pacífico en una pequeña canoa.

Contaba que con una pequeña vela, un bote de plástico, un simple remo, y una vez se aprendía a pescar y a conseguir la suficiente agua potable, uno podía resistir durante meses mientras se dejaba llevar por las corrientes que indefectiblemente lo arrastran todo de una orilla a otra. El mayor problema, señalaba, eran las tormentas. Casi sin previo aviso, montañas de agua enfurecidas se elevaban por todas partes, llegando desde todas direcciones y con la única misión en este mundo de hundirte en lo más profundo y cuanto antes.

Lo más interesante de su relato llegaba cuando describía cómo su miedo y desesperación, en el preciso momento de verse perdido, cambiaba por algo bien distinto. Sin saber cómo, cuando las inmensas olas se abalanzaban rabiosas dispuestas a matarle, algo dentro de él y fuera de él, se transformaba. Su cuerpo y el agua decidían de repente cambiar el trato, y la misma fuerza que antes se empeñaba en hundirle, ahora se empeñaba en mantenerle a flote. Ya no tenía que hacer demasiados esfuerzos por permanecer en la superficie, lo complicado era sumergirse, y así, asombrado por aquella extraña magia, se veía a sí mismo permanentemente encaramado a la cresta de las olas que antes amenazaban con aplastarle, contemplando desde lo más alto el estremecedor espectáculo de los rayos iluminando aquellas oscuras y cambiantes cordilleras. Cuando la tempestad amainaba casi lo sentía, entonces desplegaba de nuevo su pequeña vela, vaciaba de agua su pequeña canoa, bebía la lluvia que había recogido, y continuaba plácidamente su travesía.

Un simple aficionado... nada comparado con la travesía de Ada Colau en Cataluña... porque para olas asesinas, esas rabiosas tempestades nacionalistas, esas enormes masas de banderas con sus pequeños monigotes ondeando al viento y aferrados a su palo. Ya me habría gustado a mí ver a ese pobre pisacharcos bregando durante cuatro años entre dos orillas atestadas de tarados que juran ver cada día doradas líneas en el suelo... dudo mucho que hubiera sobrevivido cuerdo a este sórdido e ininterrumpido aquelarre de chorizos confesos arropados con sus correspondientes trapos de colores, con sus santos, sus mártires, y sus escuadras de tambor.

El océano en el que navega Ada Colau es de todo menos pacífico, es más bien un océano de inmundicia, de inmundicia con aspecto de un 3% que lleva marcando el mapa político, no ya de Cataluña, sino de toda España, desde hace cuarenta años. Todo ha girado en torno a ese siniestro porcentaje, sus invisibles raíces se han aferrado a esta tierra y lo han emponzoñado todo, han envenenado las instituciones, han convertido el país entero en una red de silencios debidos, en una infinita cadena de complicidades, o como el Propio Jordi Pujol dijo durante la pasada Comisión de Investigación (yo no podría describirlo mejor)... somos un viejo árbol cargado de ramas y nidos que no hay que agitar, porque si lo hacemos, correremos el riesgo de que todo el árbol se venga abajo... desde su corona podrida hasta las mismas podridas raíces.








De modo que eso es Ada Colau, un ser extraño a esa enfermedad, y por tanto, alguien ajeno a sus silencios, a sus podredumbres, y a sus abanderadas cortinas de humo... alguien que ha de ser apartado de la escena cuanto antes y por los medios que sean precisos... incluidos los grandes grupos de comunicación, incluidas las hordas de mermados mentales que a cada poco son convocados para encubrir la escandalosa corrupción de una y otra orilla.

No serán muchos los que aún recuerden cómo llegó hasta este circo de monstruos... serán incluso menos todavía los que conserven a aquella desconocida joven que al calor de las llamas de una explosión conocida por 15M, alcanzó el centro de la pista... a la intrépida activista antidesahucios que allí, con todos los focos encendidos, recibía de manos de la presidenta del Parlament, Nuria de Gispert, el premio "Mercé Conesa",  galardón dedicado a los que luchan contra las leyes injustas (que ella y el Parlament se negaban y aún se niegan a cambiar). Era de ver el rostro tembloroso y mofletudo de Artur Mas mientras le cantaban las vergüenzas a la cara... aunque en realidad no se vio nada, porque TV3 censuró el acto y no lo emitió ni en vivo ni en directo. Seguramente el bueno de Artur pensaría en aquél momento que al fin y al cabo era sólo un corto y amargo trago, que al día siguiente podría mandar a sus mossos de escuadra para que apalearan debidamente a aquellos pobres de mierda al intentar parar el próximo desahucio.









Desde entonces ha pasado mucho, la joven activista se decidió, tras opulentas y variadas ofertas, a implicarse en la "gran política" y terminó como alcaldesa de Barcelona justo en el preciso momento en que la revolución de derechas que representa el llamado "procés" más temperatura alcanzaba. Muchos dirán que ha sido mala suerte para Colau, pero yo empiezo a opinar lo contrario, nada como esta constante batalla entre locos rojigualdos y estelados para curtir a la joven activista y convertirla en una política a prueba de balas.

También pudiera ocurrir que, como estuvo a punto de suceder durante su pasada investidura, la figura se nos quiebre por efecto de la enorme presión a la que a partir de ahora va a ser sometida... sirva de ejemplo la multitud de psicópatas que la esperaban en la calle para llamarla "puta, zorra, y guarra"... mientras que aplaudían con admiración a quienes no hace mucho, limpiaban las espesas babas de Jordi Pujol durante su comparecencia en la comisión de investigación.



















Es lo que hay, me temo... y es lo que va a haber durante largos años... tantos como dure la permisividad del españolito medio con respecto a la corrupción y el nacionalismo, lacras donde las haya... engrudo mental que impedirá toda transformación social a golpe de banderazo y forofismo de partido.

Tiempos oscuros llegan, no hay más que abrir la ventana para verlo... para comprobar la absoluta necesidad de una urgente reorientación de la izquierda, de sus conceptos, de sus líderes, de la forma y la función de esos liderazgos, y de sus modos de conectar con las grandes masas de damnificados que esta revolución de derechas va dejando a su paso. En la medida que esto se consiga la travesía será más o menos larga, puede que terminemos hundidos en lo más profundo o puede que nos mantengamos en la superficie, pero tengo el presentimiento de que a pesar de todo, estamos hechos para flotar.

Tiempos oscuros llegan, pero como todo, pasarán y dejarán espacio a algo mejor de lo que tenemos... será con personas como Colau o similares, personas no perfectas, con infinitos defectos, pero con voluntad de ser honestas, y con eso bastará.




sábado, 15 de junio de 2019

PRENSA DE MIERDA (PARTE MMCLXIII)



Esta puta manía de los medios de publicar la mitad de una noticia un día... y la otra mitad a la semana siguiente... y es que claro, uno no coge el hilo, y así no hay quien se entere de nada.










Con lo bien que lo hacen a veces... todos juntos... a la vez... como un solo siervo... como Dios manda.








RIVERA Y SU PELO DE COÑO


No es algo malo en sí mismo, puede llegar a ser incluso saludable... todos tenemos nuestro particular pelo de coño... ese pelo de coño que según el refranero popular tira más que un carro de bueyes (y ya es tirar)... ese pelo de coño que como cable de acero nos ata, nos obliga y atrae de tal manera, que toda duda, toda conveniencia, y toda costumbre queda en nada... ese pelo de coño que se aferra a nuestra más íntima naturaleza y nos arrastra hasta donde jamás pensamos que alguien se dejaría arrastrar.

En el caso de Albert Rivera la cosa pasa a mayores y sobrepasa incluso la medida que los más pesimistas le pronosticábamos... porque el caso de Rivera es especial, al menos en lo que a sociópatas electos se refiere.

Recordemos, ahora que aún podemos, a aquél joven apuesto, locuaz y prudente que no hace mucho arrebató a Iker Casillas el puesto de "yerno de España"... recordemos su saber estar y su aplomo al bregarse en dura pugna durante las fangosas sesiones del Parlament de Catalunya... recordemosle casi siempre victorioso contra aquél delirio nacionalista periférico que daba por catalana de pura cepa a Santa Teresa de Jesús, o catalán de pro al mismísimo Cristobal Colón, o que situaba la milenaria y misteriosa Tartessos en el mismo centro de Tarrasa (y todo eso para demostrar que el suelo que se pisa pertenece a unos y no a otros). Aquél Rivera encandilaba sin esfuerzo (y sin programa) al graderío de la política española con tal facilidad que apenas si necesitaba repetir sus alegatos en defensa de la unidad de la patria cuando algún impertinente le preguntaba por chorradas como pensiones, paro, o modelos industriales... ya lo hacían los grandes medios por él.

Recordemos también sus iniciales autoproclamaciones como colono y gran maestre de la nueva política, como adalid de la regeneración del sistema, o cuando más hiperventilado parecía, como gran esperanza blanca de un extraño bicho negro llamado "partido de centro-izquierda". Les juro que fue así.

De aquél Rivera no queda nada... o mejor dicho... es como si nos lo hubieran cambiado por su primo... un Primo de Rivera. Un nuevo-viejo muñeco, que parece el mismo, pero de carácter más amargo, más sudoroso, más rabioso, menos práctico. Este Primo de Rivera ya no mea colonia ni en privado, muy al contrario, ahora parece obsesionado con marcar su territorio en praderas alejadas de las que se supone debía ocupar... este Primo de Rivera ha renunciado a todo, al centro-izquierda, al centro mismo, al liberalismo, e incluso al puesto de copiloto que los amos de todo le tenían reservado junto a Pedro Sánchez, para tras adecuado rodaje, convertirse a la postre en el futuro y modernísimo líder que este país necesita para afrontar los desafíos venideros... este Primo de Rivera ha salido de las sombras y prefiere plantarse cara al sol, porque cara al sol es donde más cómodo se encuentra, porque cara al sol es ese lugar al que le arrastra ese pelo de coño al que le es imposible oponer resistencia.




He de ser justo... tal vez le exijo demasiado... tal vez aquellos que lo parieron le piden que sea lo que no puede ser. Demasiado ha pasado el pobre Albert para no vestir su traje de falangista una sola vez en público e intentar rellenar la pantalla para que no se vieran los asientos vacíos de cada bolo... el vacío de un algo que nunca ha sido un partido político sino más bien un bancario, carísimo y mediático buñuelo de viento electoral sin nada dentro, sin estructura, sin cuadros, sin afiliados, sin un mínimo rebaño de fieles que sumen más de seis adultos y cinco niños en toda una apertura de campaña nocturna y en un lugar elegido, como el castellano pueblo de Pedraza.






Pero ya todo esto es pasado... el futuro es lo que ahora preocupa a nuestro Primo de Rivera, un futuro en el que sólo cabrán los valientes más derechitos y los que se dejen mantener a raya... un partido despiadado, moderno y sin complejos... un partido con unas fauces lo bastante poderosas como para devorar a esas dos restantes partes de lo que junto a Ciudadanos nunca ha dejado, ni dejará de ser, el gran partido de la ultraderecha española... unas fauces tal vez lo suficientemente grandes, como para terminar devorándose a sí mismo.






miércoles, 12 de junio de 2019

ALMONTE... ASAMBLEA DE MADRID... TAN LEJOS... TAN CERCA


Almonte es otra vez el escenario, pero bien podría ser otro cualquiera, uno de esa infinidad de agujeros negros sin luces (ni ganas de tenerlas) arrasados por el paro y el fracaso escolar. Un pequeño gran pueblo de 22.000 habitantes situado en el sur de Andalucía, ejemplo como pocos de esa noche oscura y tormentosa de la que nos negamos a salir... plano en alta definición de nosotros mismos... magnífico recordatorio de miserias pasadas y presentes... rincón de esa vieja España que cuando no se desangra por dentro, es que está sangrando por fuera.





Y ahora imaginad que la virgen les ordenara matarse entre ellos... o peor aún... matarnos a nosotros... los que creemos que es imposible que un tocón de madera pueda hablar.






Otro escenario... o tal vez el mismo... en cualquier caso, otro no muy lejano...

Primer acto de VOX en la Asamblea de Madrid... despacho del Vicepresidente tercero, anteriormente ocupado por Podemos... descuelgan un cuadro en el que se puede leer "TODOS SOMOS IGUALES ANTE LA LEY"... y lo substituyen por otro con la imagen de la desigualdad, de quien no es igual a nosotros ante la ley... de quien representa la injusticia y la impunidad institucionalizada en su grado máximo... de quien mañana podría asesinar a tu hijo a plena luz y en el mismo centro de la Puerta del Sol sin que recayera sobre él la más mínima responsabilidad penal.

La celebración en ese despacho consiste en algo muy simple... en repetir por otros medios, cambiando uniformes legionarios por trajes de Versace, las siniestras palabras que Millán Astray y sus mastines dirigieron aquel 12 de octubre contra Unamuno dando vivas a la muerte.

Dos celebraciones, la de Madrid y la de Almonte, un sólo espíritu... idénticos rostros imbecilizados balbuceando ripios de tarado mientras se asesina todo rastro de inteligencia... porque en realidad se celebra lo mismo, y se hace con plena consciencia, a sabiendas de lo que significa el mensaje que llevan implícito... y se abre otro nuevo agujero negro sin luces (ni ganas de tenerlas) en el centro mismo de este pequeño gran pueblo de 45.000.000 de habitantes situado en el norte de África... ejemplo como pocos de esa noche oscura y tormentosa de la que nos negamos a salir... plano en alta definición de nosotros mismos... magnífico recordatorio de miserias pasadas y presentes... rincón sombrío de esa vieja Europa, que cuando no se desangra por dentro, es que está sangrando por fuera.

La próxima vez que oigamos hablar sobre la precariedad laboral, la precariedad en investigación, la precariedad judicial, la precariedad educativa, la precariedad política, la precariedad ética (que es la madre de todas las precariedades) o sobre cualquier otra de las muchas que asolan España, podríamos pensar por un momento en las palabras que escribió desde el exilio Manuel Azaña... en esa breve nota de sus últimos cuadernos escritos en junio de 1939 (apenas un año antes de su muerte) donde nos dice: “Todas las informaciones que recojo prueban que sin haberse retirado la ola de sangre, ya se abate sobre España la interminable ola de la estupidez en que se traduce el pensamiento de sus salvadores. El desastre para todo el país, debe de ser aún mayor de lo que yo me imaginaba y temía. Todo lo ocurrido en España no es una insurrección contra la República, es una insurrección contra la inteligencia”. 




viernes, 31 de mayo de 2019

UN CÉNTIMO POR VOTO... TRES EUROS A LA HORA... Y UN VIAJE A VENEZUELA



Hoy os voy a hablar de mi última experiencia laboral en el sector público. Contrato indefinido (hasta que acabes)... alta en la Seguridad Social... un céntimo por voto... tres euros a la hora... un lápiz del chino... una regla del chino... una hoja de papel del chino... un boli roto del chino... y un exclusivo viaje a la Venezuela más profunda, o al menos, a eso que los medios nos dicen que es Venezuela.

El trabajo comenzó a las ocho de la mañana del pasado 26 de mayo, un local, unas mesas, unas sillas, unas urnas, unas papeletas, unos sobres, pocas luces, y mucha gente. Entro y me presento con el resguardo del correo certificado en el que se me ha comunicado que he sido nombrado, mediante
rigurosísimo sorteo, segundo vocal de cierta mesa electoral. La persona que más manda me indica que no, que soy presidente, que no es que haya faltado alguien a la citación y se vean obligados a ascenderme, es que a partir de ese momento,  y porque así lo manda la autoridad gubernativa y así figura en un papel que por arte de birli birloque aparece y desaparece entre sus manos, acabo de ser nombrado presidente.

Una vez he comprendido y recordado que más me vale no discutir cuando la autoridad está a un paso de decir "por cojones"... asumo el marrón. Me dispongo entonces a hacer lo que se supone que debo hacer, conocer a los dos vocales, abrir las cajas con la documentación necesaria, identificar las urnas para cada proceso, y buscar la silla más cómoda porque aquello, en vista de los prolegómenos,  promete ser toda una odisea... y yo me pregunto dónde ha quedado aquello de que los cargos de una mesa electoral y sus suplentes, son elegidos por estricto sorteo con el fin de que el proceso electoral, base de todo nuestro sistema democrático, sea fiable, y escrupuloso.

Se abren las puertas, llegan los madrugadores, sus nombres se tachan de una lista, se apuntan en otra (todavía no sé para qué), les doy permiso para votar, ellos sacan sus sobres y los meten es su urna correspondiente... todo muy tradicional, muy de hace cincuenta años, muy de hace ciento cincuenta años... y yo me pregunto cómo es que los bancos o el ministerio de hacienda lo fían todo a un sistema informático mientras que nosotros, sus temporeros, tenemos que votar con mi hoja de papel y mi boli roto. Todo va, a veces un poco más apretado, a veces un poco más flojo, llega el famoso y la famosa, unos chistes, unas risas, un vecino, un amigo con croquetas, el del apellido raro... el boli roto resiste bien, y aunque la regla del chino comienza a dar señales de agotamiento las horas pasan... y llegan las ocho.

En ese momento algo cambia, el ambiente es otro, más tenso, se cierran las puertas y comienza el recuento. Nadie llega para supervisar el proceso, nadie parece dar importancia a seguir siquiera de lejos, los pasos y las formas que marca la ley, así que rompo los precintos de la primera urna y me dispongo a sacar el primer sobre... entonces aparecen los seis jóvenes interventores (siempre muy en alegre chupipandi) enviados por los distintos partidos, chicos muy simpáticos que de vez en cuando se han dejado ver durante el día. Me dicen que qué demonios hago... que si saco los sobres de uno en uno se me va a hacer de día, que los saque todos a la vez y los amontone sobre la mesa... miro a mi alrededor, y en todas las mesas se hace eso mismo... los saco y hago con ellos un gran montón, y en ese momento todos se apartan como si los sobres quemasen, apoderados e interventores me aseguran que el recuento es responsabilidad mía y que allí no hay nadie para comprobar que se anotan los resultados correctamente en el acta, que es el presidente de la mesa el único (junto con sus vocales, si este lo estima necesario) que puede tocar las papeletas de voto... y pienso en la posibilidad de comenzar a dar gritos... en lanzar truenos en todas direcciones con la esperanza de que alguien recupere la razón... pero callo y me pregunto dónde ha quedado aquello de que el recuento de votos se ha de hacer sobre por sobre, ante la vigilancia de los interventores y apoderados para que el presidente de la mesa no ponga en el acta lo que le salga de los cojones... con el fin de que el proceso electoral, base de todo nuestro sistema democrático, sea fiable, y más que limpio, escrupuloso.

Termino de contar los votos, anoto los resultados en un folio en blanco, repito el mismo proceso con cada urna, y cuando todavía no he terminado de traspasar los resultados a cada acta (actas que por ser copias de un calco que no calca son prácticamente actas en blanco)... de vuelta a la locura... interventores y apoderados me indican que he de tirar las papeletas de voto a la basura... rápido, sin más esperas... yo pregunto si no habría que aguardar un tiempo prudencial para poder comprobar posibles errores... no me dejan ni acabar, no pasa ni un minuto entre que he anotado la última suma y que todos los votos terminan (esta vez sí que podían ser tocados por otra manos que no fueran las del presidente) en un enorme montón sobre el suelo, el mismo donde ya antes descansaban desparramados todos los votos de las demás mesas... y yo contemplo aquél montón sin palabras... y observo cómo incluso algunos hacen bromas sentados sobre las papeletas, pisoteando aquellos sobres que sólo unas horas antes otros habían depositado con orgullo dentro de unas urnas... esas que ahora descansaban hechas pedazos por toda la sala.

Todos tenían ya lo que querían... los interventores se llevan sus actas ilegibles, los periodistas presentes se llevan sus chascarrillos sobre la jornada, los vocales su permiso para marcharse a su casa... y yo también tenía lo mio... la ya absoluta confirmación de que todo es mentira, de que la democracia es mentira porque ni siquiera los procesos electorales en que se basa son reales, tal vez alguna vez lo fueron, cuando el recuento de votos se realizaba bajo la estricta mirada de un notario, varios interventores, apoderados... cuando no se confiaba el recuento informatizado a empresas cuajadas de conexiones con la corrupción... cuando los españoles que vivían en el extranjero no tenían prohibido (de facto) votar... cuando los programas y las promesas electorales significaban algo... pero ya no, ya todo ha ido perdiendo capas hasta quedar desnudo... ya nada soporta ni su propio peso porque el óxido de su corrupción y nuestra desidia nos ha corroído hasta los huesos.

Guardé en los dos grandes sobres la ingente documentación que certifica la validez de todo aquél esperpento, y salí a la calle... me sentía agotado, dolorido, descorazonado, yo, que hasta ese momento me creía el dios de los descreídos... eran las tantas de la madrugada, hacía fresco, hasta el aire parecía limpio... y me encaminé al juzgado... allí me esperaba un juez con cara de juez... creo que me dijo que me faltaba un tercer sobre... que él necesitaba su propia copia... que estas cosas se hacen siempre por triplicado.














viernes, 24 de mayo de 2019

LOS AMANCIOS



Conozco a un viejo cura con cara de diablo que siempre me dice (no por sabio, sino porque lo habrá leído en alguna parte) que la caridad, en silencio... con las luces apagadas... y hasta que duela.


Casi basta con estas dos líneas para enterrar a Amancio Ortega y sus propinas... ¿pero qué sería de un buen predicador como yo si todo lo analizara con tan poco golpe de mango y con tanto filo? Así que vamos a emborronarlo todo un poco.


Estábamos todos tan enfrascados en el interminable tira y afloja electoral relacionado con la necesidad de mejorar los servicios públicos, y en concreto la sanidad... estábamos tan hartos de la incapacidad de los políticos a la hora de ponerse de acuerdo sobre si se suben los impuestos para poder financiar un sistema público de salud no ya en problemas, sino que amenaza con caerse a pedazos a golpe de recorte... que no le oímos llegar... y estaba aquí, justo a nuestro lado... el hombre más rico de España, el DONANTE, el hecho a sí mismo, el ojito derecho del neoliberalismo y de los españoles de bien... el que ha colocado su mesa bajo el árbol con mejor sombra y mejor luz, bien a la vista de todos, y se ha dispuesto a repartir duros de plata entre los que, con las manos entrelazadas, guardamos fila ordenadamente   (mientras miramos con recelo a los que no lo hacen) para agradecer tan generosa y desinteresada limosna-propina-contribución.

Gracias, Amancio... gracias de todo corazón... y no ya por lo que nos regalas, sino por la evidente demostración de que los políticos sobran, los funcionarios que sólo saben hacer el vago sobran, que los perroflautas chavistas odiadores de ricos sobran, que los que como yo no dejan de refunfuñar y lo vemos siempre todo negro sobramos más que nadie... porque donde no llegan las infantiles pataletas de quienes no sabemos la suerte que tenemos... llegan tus blancas manos cargadas de millones.

Habrá quien diga que todo esto se resuelve legislando, desenterrando esa vieja idea de la ley de mecenazgo, eso que en otros países se utiliza para que un supermillonario pague la construcción de una guardería a cambio de que el estado le perdone un buen pellizco en impuestos... pero claro... hacer eso en España, y teniendo en cuenta lo poco o lo nada que los super-ricos pagan en impuestos, sería tanto como arriesgarse a que los Amancios ganen dinero por donar, haciendo aún más rico al ya super-rico... y eso, en este país, no se ha hecho jamás. Además... sería entrar en un debate que no le interesa a nadie y terminaríamos por enterarnos de lo que realmente pagamos todos... y eso sólo valdría para abrir heridas y enfrentar a españoles de bien. Haya paz.

...

En España jamás se abrirán las cien mil fosas... en España nunca habrá una verdadera reforma fiscal... en España no se sacará a la Iglesia de los colegios... en España no se aprobará nada que merezca el nombre de "Ley de mecenazgo"... porque para eso ganaron una guerra y para eso siguen ahí... y porque para pagar menos impuestos es imprescindible pagar impuestos... o pagar los suficientes como para que tanto lío merezca la pena y salga más a cuenta que montar estas fantásticas campañas de publicidad.

Ahora lo importante es que nadie se confunda, que nadie crea que Amancio no hay más que uno, porque hay más, muchos más (alrededor de cien)... tantos Amancios con tantos e inmensos bolsillos como para almacenar tres cuartas partes de la riqueza nacional... lo cuál, teniendo en cuenta que en los años treinta apenas mil personas eran dueñas del 70% de todas las tierras del país... tampoco está tan mal... desde entonces sólo ha crecido un 5% la desigualdad social.

No importan las cifras, menos todavía los razonamientos, a pesar de todo abogados de oficio nunca les van a faltar... siempre habrá quien prefiera dejarse deslumbrar... somos así... admiramos las perlas de sus orondas esposas imaginándolas sobre el cuello de las nuestras... comentamos entre nosotros las buenas propinas que los Amancios siempre dejan en los restaurantes... aunque la cuenta la paguemos sólo nosotros, olvidando que quienes redactan las leyes que hablan sobre quién ha de pagar la cuenta las escriben (por mano de otros o por la propia) siempre los mismos. (No, tú no)

...

Si un autónomo paga en impuestos una media de algo más de la mitad de los beneficios que obtiene, y una nómina sufre un descuento de más de un tercio de su importe en bruto... ambos sin llegar a salir a la calle y encontrarse con ese monumento a la injusticia en forma de IVA que grava en igual porcentaje al que no tiene nada y al que más tiene... si un trabajador por cuenta ajena o propia soporta eso... ¿por qué treinta y cuatro de las treinta y cinco mayores empresas de España no pagan un céntimo?

Yo te contesto... porque los Amancios saben qué tecla apretar... incluso qué forma y tamaño ha de tener la tecla... unas veces parece una máquina carísima de hospital... otras se asemeja a un entramado fiscal especializado en lo que llaman elusión fiscal, ese conjunto de ciencias alegales inalcanzables para nosotros los mortales, con las que evitar o minimizar el pago de impuestos... a veces la tecla es tan grande que casi tapa los pocos titulares que se atreven a contarnos cosas como que el bueno de Amancio ha utilizado mano de obra esclava para fabricar sus productos en Argentina y Brasil, y que por ello el Gobierno brasileño le ha cerrado decenas de talleres clandestinos e impuesto una multa de 1,4 millones de euros.

...

Y si un cura con cara de diablo me dijo aquello de "la caridad, en silencio, con las luces apagadas, y hasta que duela"... otro con cara de santo añadió que "si quieres saber quien es alguien, averigua de dónde come, quienes le alaban, quienes le critican, quienes le cantan y quienes le hacen frente".

De modo que buscando y rebuscando a quienes le critican me encuentro a los de La Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública, gente con pocas dudas al respecto: "El sistema sanitario público no debe depender para su funcionamiento de donaciones más o menos altruistas, sino que los recursos deben salir de los impuestos... si alguien quiere dar dinero al sistema público, debería hacérselo llegar a los responsables de administrarlo para que ellos lo gestionen en función de criterios de salud pública, pero no condicionándolo a una enfermedad concreta... no puede ser que alguien ajeno al sistema decida cuánto y dónde se gasta... hay una parte de ese dinero que al final pagamos los ciudadanos y que se invierte donde decide alguien que condiciona el destino de ese dinero público".

En cuanto a los que le alaban termino antes, porque son legión... porque quienes apoyan estas donaciones son los mismos que al tiempo bloquean toda inversión del Estado en la sanidad pública... porque son ellos, los pedazos de ese Partido Popular hecho añicos que rechazaron en 2018 una enmienda a los presupuestos regionales de 2019 para financiar con 21 millones de euros la creación de un centro de prontoterapia (una novedosa técnica en España para tratar el cáncer). Circunstancia que aprovechó una empresa amiga (QuironSalud) para instalar ese mismo tratamiento en sus clínicas privadas a las que se envían pacientes públicos para que se retraten en ventanilla. ¿Por qué se negó PP-Ciudadanos a financiar ese centro de cura de cáncer? Pues es muy sencillo: porque ya contaban con las famosas 13 máquinas de radioterapia de Amancio y había que dejarle espacio para solucionar el desaguisado de la sanidad pública madrileña a través de su fundación.

Y ahora lo más importante, las preguntas... ¿sería posible todo este juego de truhanes si los Amancios pagaran lo que deben... y si pagaran lo que deben, cuánto costarían estas periódicas campañas de blanqueamiento y publicidad sobre la quinta mayor fortuna del mundo y la primera de España... y si pagaran lo que deben, cuánto tiempo de vida le quedaría en España al gran negocio de la medicina privada?

Y ahora pon tú las respuestas... saca tus propias conclusiones tras escuchar a quienes siguen a Amancio, a quienes le critican o le alaban... y hazte su retrato... pero recuerda algo importante... recuerda que los Amancios de este mundo nunca dan hilo si antes no ven la puntada... que jamás se dejan nada en el plato... ni siquiera en la cuchara.








Pelayo Martín

jueves, 23 de mayo de 2019

DE VÍRGENES, BESTIAS, Y SEXO...



Ha tenido que ser ella... llegada directamente desde donde antes se ponía el sol para el imperio español... la inigualable candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid... la amantísima esposa del recién estrenado diputado de VOX y promotor inmobiliario especialista en lofts de lujo, Iván Espinosa de los Monteros, hijo de Carlos Espinosa de los Monteros, IV Marqués de Valtierra... 

Me he perdido... 




Pues eso... que ha sido Rocío Monasterio, la que ha puesto su pico en Flandes y se ha atrevido a dejar de una vez por todas este sin dios en su sitio. 

Con su buen criterio habitual, ha señalado que "los amigos de Isa Serra", (cabeza de lista de Podemos), adoctrinan sin pudor a nuestros menores en los colegios de la región donde les hablan de zoofilia y otras aberraciones chavistas.

Ocurrió durante una interesante entrevista en un medio tan ecuánime y prestigioso como esRadio... allí Monasterio ha denunciado que a nuestros niños, con 8 años, se les obliga a volverse maricas y cosas peores... niños haciendo de niñas y niñas haciendo de niños...

Pero la aguerrida candidata de VOX no se ha parado ahí, sino que ha profundizado en el tema y ha puesto el dedo en la llaga de este Cristo al denunciar que dicho adoctrinamiento satánico relativo al  sexo con animales, ha entrado en nuestro sistema educativo gracias a la financiación de fondos públicos... con dinero de todos... subvencionados hasta las trancas... como ocurre en las peores repúblicas bananero-bolivarianas.



                                        


                               






Pelayo Martín

LOS QUE NOS MATAN DESDE LEJOS...


Lo peor de una mala noticia... es que siga siendo la misma.

Perdimos la guerra, hace muchos años... es un hecho constatado. Si alguien no me cree y necesita pruebas que cuente con los dedos de los pies y de las manos las empresas del IBEX 35 directamente relacionadas con el franquismo que hoy triunfan en los mercados... que se pasee por los cuarteles... por las comisarías... que lea atentamente la circular emitida por la Fiscal General del Estado en la que se dan pautas para interpretar el delito de odio que regula el artículo 510 del Código Penal y cita al nazismo "como ideología política merecedora de protección".

(Sí, ya sé que en Alemania cumplir esta recomendación de nuestra Fiscal General es todo un delito, pero eso es otra historia y otro mundo)




A lo que iba... su guerra terminó porque la perdimos, lo que ahora perdura y nos tortura es la victoria, una constante y asumida celebración del triunfo de la injusticia, el abuso, y la impunidad, una fiesta repleta de mantillas, peinetas y negro luto que parece infinita, interminable. La nuestra sin embargo, es una guerra que comienza siempre, cada día, cada hora, y a cada instante... pero que sigue siendo la misma... aunque por otros medios... y para ganarla habremos de utilizar la mejor arma que tengamos a mano (no la peor)... y si es preciso porque no haya otra, la peor alianza (aunque sólo sea para no caer otra vez en la mejor de las catástrofes). Habremos de hacer el mejor uso de la escopeta de feria que falla, del Pablo Iglesias incongruente, de la Carmena de Guaidó, del Errejón errante y transversal, del Monedero con voz de contestador, de todos y cada uno de los pedazos, y de todas y cada una de sus aristas... y después, con la posición ya ganada, llegar lo más lejos posible, recomponer al monstruo, volver a colocar la cabeza sobre los hombros, las manos al final de los brazos y cada pierna en su lugar... y entonces, pensar y repensar en la mejor estrategia para poder ganar la siguiente batalla que llegará a no tardar

Hay (al menos) veinticuatro neonazis en el Congreso de los Diputados, allí se han acuartelado y se han hecho fuertes... justo en el corazón del sistema, allí donde se escriben las leyes, donde se decide quien vive y quien no vive... quinta fuerza política, dos millones y medio de votos, generales franquistas, el hombre con pistola, la mujer antifeminista, la diputada por Granada que una vez pasó por Granada, el negro que odia a los inmigrantes, y resto de componentes del circo... y siendo esto terrible, me temo que no es lo peor, porque no están solos en su tarea, sino que forman parte de un tripartito a punto de rozar la mayoría que necesitan los ultras más nostálgicos para reinstaurar su infierno en la tierra... que es tanto como decir "hecatombe". 

Y a pesar de que en esta estamos, decidimos apostar a lo imposible, o a lo improbable... votamos a la opción o al candidato perfecto que colma nuestras elevadas aspiraciones, aún corriendo el riesgo de que su candidatura no alcance el 5% requerido y que nuestros precisos y preciosos votos se tiren directamente a la papelera más cercana, para alegría de los monstruos... votamos por remar sin barca y sin remos para poder cruzar un río sin orillas y justo al borde de una catarata sin fondo... votamos por partirnos en pedazos y no conformarnos con ello, sino emprender campañas furibundas contra quienes nos son más cercanos y dejar el portón cada vez un poco más abierto a los que siempre nos matan de lejos.

Ya sé que todo esto no es más que política, política de campaña electoral, que es la forma más alejada de lo que debería ser la política de verdad... lo cuál supone una gran desgracia, porque ahora que buena parte de lo importante se decide, es cuando nos volvemos más cortos, más simples, más romos y menos sabios. Ahora es cuando menos soportamos los vaivenes de la vieja de Carmena o los tropezones del egocéntrico de Pablo Iglesias... ahora que existe la seria posibilidad de si no ganar, al menos empatar este partido y forzar la prórroga... ahora es cuando nos damos menos bola.

Somos tantos, tan dedicados, tan inconformistas y tan agudos, clamando para que nos cambien el final de un juego de tronos ficticio... y tan pocos y tan torpes para cambiar el futuro de este juego de tronos real... mientras alguien nos mira, y nos pregunta, algo a lo que no podemos contestar.







P. D.

Vale... os he mentido... lo peor de una mala noticia no es que siga siendo la misma... lo peor es que sea una mala noticia de la que ya te avisaron... y no hiciste nada por evitar.



Pelayo Martín.