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miércoles, 23 de octubre de 2013

CAMINANDO ENTRE MONSTRUOS






Este que escribe hoy no habla de oídas... pero ojalá lo hiciera.

Este que escribe ha pasado su vida en una ciudad que durante largos años fue literalmente bombardeada por cierta manada de rabiosos criminales sin entrañas, monstruos preñados de basura nacionalista que decían combatir a los opresores de su patria (como si las alimañas tuvieran pueblo y no guarida), alimañas salvajes que no encontrando mejor excusa para matar a manos llenas, decidieron asesinar indiscriminadamente a sus "objetivos" junto todo aquél que estuviera cerca... y a eso lo llamaron "lucha por la libertad el pueblo vasco".

Este que escribe no es precisamente un hombre de mundo, apenas ha salido de su barrio... no ha estado en ningún frente de guerra, ni en ningún campo de concentración, ni Líbano, ni en Beirut, ni en Angola, ni en ninguno de esos ensangrentados lugares de los que siempre han hablado los telediarios.

Pero a pesar de ello, este que escribe ha visto correr ríos de muerte, ha visto cuerpos despedazados en la Calle del Correo, en la Plaza de Ramales, en la Calle Preciados... ha visto el cadáver de un hombre inocente colgando de un balcón, ha visto el cuerpo decapitado de un albañil aplastado contra una pared frente a cierta cafetería de la Puerta del Sol.

Este que escribe hizo la mili en cierto cuartel de la Plaza de Cibeles y ha estado frente al cuerpo acribillado de un chiquillo cuya única culpa era conducir el coche de un general... ha visto el terror en las caras de sus compañeros cuando al día siguiente se subían a un coche del que no sabían si bajarían con vida, les ha oído contar que en muchas ocasiones se orinaban encima en pleno servicio con solo pasar por un cambio de rasante... este que escribe ha visto a padres suplicando que les dejaran substituir a sus hijos en aquellos servicios de conductor.

Este que escribe ha tenido incluso la oportunidad de visitar lo que fue la Dirección General de Seguridad y descubrir lo que es recibir una estupenda paliza tras sus viejas paredes.

Este que escribe escucha ahora las palabras de Teófila Martinez, sociópata y alcaldesa de Cádiz, y vuelve a sentir ese sabor a sangre en la boca, el mismo que antaño al ver los cadáveres despedazados, al ver el cuerpo de un hombre colgando de un balcón, tras explotar la penúltima bomba... al saber que unos torturadores como "Billy el niño" o "El muñecas" o Emilio Hellín Moro continúan con sus plácidas vidas sin que nadie lo impida... al imaginarlos coincidiendo en la cola de la panadería con la sanguinaria etarra Ines del Río o con cualquier otro monstruo parecido...

Algo hemos debido de hacer para que los monstruos caminen entre nosotros... tal vez consentimos demasiadas veces que los intereses partidistas se antepusieran a la construcción de una ley más justa que nos protegiera del horror, tal vez aplaudimos demasiadas veces cuando el PPOE negociaba con el PNV sobre lo innegociable, tal vez no nos importó que nuestros legisladores estuvieran más ocupados en llenarse los bolsillos y perpetuarse que en construir un sistema legal que evite lo que hoy ya es inevitable, que las bestias campen a sus anchas.

Porque monstruos son todos los asesinos, aquellos que hace setenta años enterraron a sus víctimas en una cuneta o en un descampado y hoy se niegan a levantar la tierra, aquellos que durante las cuatro últimas décadas no dudaron en ejecutar masacre tras masacre con el fervor de un patriótico enajenado mental, aquellos que  hoy cierran un ambulatorio o un quirófano, aquellos que destrozan la Ley de Dependencia, o simplemente venden a precio de saldo un sistema sanitario a sabiendas de que eso se traduce en muertes... todos monstruos, todos asesinos, y todos como siempre, caminando entre nosotros.





Qué poco nos gusta El Roto a veces...

Qué poco nos gusta que nos recuerden nuestras miserias, nuestra cobardía, lo absurdo de nuestras ideas preconcebidas.

Qué poco nos gusta que alguien venga a mostrarnos lo poco que somos cuando solo somos lo que otros esperan que seamos.



2 comentarios:

  1. Chapó, Pelayo. Hay que llamar a las cosas por su nombre. Que nadie lo hace.

    Asun.

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    1. Hoy ya casi no pierdo amigos... algo está cambiando... incluso a veces gano algun@ nuev@.

      Beso

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