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jueves, 13 de febrero de 2014

TARDÁ



Dicen que han sorprendido a varios ministros llorando a lágrima viva por los pasillos del Congreso... dicen que les han preguntado por la razón de tanto pesar... dicen que han contestado: "No, que no lloramos por pena... que lloramos de emoción... de puro agradecimiento"

Y no es para menos.

El diputado por Barcelona Joan Tardá i Coma ha escrito esta pasada semana una de las más enternecedoras páginas de ese libro de amor que es el Parlamento español.

La escena fue como sigue...

Un graderío prácticamente vacío (pues los señores parlamentarios estaban haciendo cosas) presentía lo peor al ver al pintoresco político catalán accediendo al estrado... la melena erizada, un montón de papeles en una mano... una roja lata de refresco en la otra... en el techo del hemiciclo, una nube negra como el alma de Gallardón... se barruntaba tormenta, con rayos y truenos... sobre la mesa, los 1.300 trabajadores afectados por el reajuste de plantilla anunciado por Coca-Cola, los 700 despidos, las 500 recolocaciones, el cierre asegurado de al menos cuatro plantas en Mallorca, Asturias, Alicante y Madrid... en los mentideros, los 900 millones de euros de beneficios declarados este año... en la prensa, la oferta de ochenta millones hecha al Real Madrid por la esponsorización de su estadio... en el aire, el ventajoso tratamiento fiscal que el Estado mantiene para con la poderosa multinacional.

Dicen que el silencio era absoluto... la tensión, total... que los sudokus y las tablets quedaron para más adelante...

Pero Tardá lo cambió todo.

Ni una sola mención de tan truculento asunto durante los trece minutos veintinueve segundos de su discurso. Cada palabra que salió de su boca mientras mantenía la lata de refresco en alto, versó acerca de una humillante ofensa, de un insoportable sometimiento... por no poder leer el etiquetado del dichoso bote en lengua catalana.

Hasta a la propia Ana Mato se la bajaron los calcetines de puro alivio, quedó la pobre anonadada, sin alcanzarse el escapulario, mirando a Tardá con la boca abierta... con esa carita que ponía mi perra cuando no entendía algo...






Afortunadamente, está todo grabado... afortunadamente, los tiempos que corren terminarán por poner a cada imbécil en su nido... afortunadamente, y gracias a episodios como este, son cada vez más los que descubren ese perverso juego en el que un vacío de la razón llamado "nacionalismo", pretende implicarnos.

Afirman las malas lenguas que al bueno de Tardá le recordaron tras su intervención que la empresa de refrescos ha personalizado las latas con los nombres más característicos de cada comunidad, y que por lo tanto no han faltado los "Pep" o los "Jordi"... a lo que el iracundo parlamentario respondió: "Los nombres puede, serán catalanes... ¿pero y la composición?"

Joan Tardá, como todo nacionalista, tiene un sueño, pesadilla diría yo... Tardá sueña con que la tierra que pisa le pertenece, y como no hay título de propiedad que tamaña locura refrende, necesita de algo material, algo sólido y reconocible por todos... y ese algo, a falta de unas tablas de la ley, bien podría ser una lata de Coca-Cola (del tiempo).

Pero ese, siendo grave, no es su mayor defecto... porque su mayor tara reside en su ceguera... en su sordera... tal vez en su carencia de todo sentido. Porque si Tardá tuviera ojos para ver vería... si tuviera oídos para oír, oiría... y si tuviera corazón, sentiría.

Con oídos oiría el clamor de los que cada día piden comida para sus hijos, y trabajo, y sanidad, y educación, y derecho a una vida digna... Con ojos vería a personas hurgando entre los restos de la basura, vería hombres y mujeres apaleados en las plazas, vería esa maraña de intolerable corrupción que impera a su alrededor... Con corazón sentiría una inmensa vergüenza al malgastar
un sólo minuto de su tiempo en la ridícula patochada de exigir que las latas de refresco se etiqueten en un idioma determinado.

Aunque me temo que toda esperanza es inútil... Tardá, y los que son como Tardá, siempre terminan convirtiéndose en eso que afirman odiar, porque su primer deseo no es acabar con la injusticia... su primer deseo no es la igualdad de oportunidades... su primer deseo no es la defensa de lo público... su primer deseo no es liberarnos de la corrupción y la impunidad... porque a su modo, contribuyen a que todo continué como va...

¿Tan difícil es aprender que lo malo de toda bandera, por grande que sea, es que siempre arropa a muchos menos de los que deja fuera?






Independencia... sí, Tardá, claro que independencia... pero de la pobreza, de la ignorancia, de la desigualdad, de la corrupción, de la política cominera, de la irresponsabilidad, de los prejuicios, de tus demencias y de ese reflejo tuyo al que llamamos Wert... y una vez conseguido, si nos quedan ganas y fuerzas, pintémosle otra raya al viejo mapa de nuestros abuelos.







4 comentarios:

  1. Es lo que tiene cuando un tonto coge la linde, cambie linde por el patrioterismo y tenemos a individuos que se ahuecan con la gradilocuencia del meu país es el millor del món, y ahí se quedan, sin pajolera idea de todo lo que no sea agitar el estandarte.

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    1. Parecen personajes de opereta... Pero este tipo de tarados, a pesar de que a veces terminen haciéndonos reír, a pesar de su apariencia absurda e inofensiva... resultan temibles... no son pocos... ni tan torpes e inconscientes como aparentan, manejan tan hábilmente las emociones que sus razones, por ridículas que nos parezcan, podrían levantar castillos.

      Beso

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  2. No me sale nada bueno que comentar, que no hayas dicho ya tú... Me parece alucinante lo de este señor, por llamarlo de alguna manera.

    Asunción.

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    1. Y a pesar de todo tiene su público... un público que crece a medida que crece el miedo, a medida que crece el recelo, y todo lo que nos hace peores... eso que nos lleva a recelar del vecino y no del Señor.

      Beso

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