
Si tienen un niño en casa, (mejor si es propio) pregúntenle sobre un tema complicado, uno de esos que nos tienen preocupados durante todo el día y parte de la noche. (Trabajo, casa, amigos, amores, cobertura del móvil, etc...)
Juegue limpio para variar. Explíqueselo primero, dele los datos necesarios para que pueda evaluar pros y contras. Hágalo con palabras sencillas (si no es capaz es que usted tampoco termina de comprenderlo); utilice frases cortas, y a ser posible, sin esa cara de pazguato que solemos poner al hablar frente a un niño.
Evite sobre todo, cambiar el tono de voz por ese de disminuido mental que a todos nos sale cuando nos dirigimos a un "loco bajito".
Concédale unos minutos, espere pacientemente por la respuesta, aunque parezca que olvida el asunto y se enreda de nuevo en la tontería que estaba haciendo hasta ahora. Su contestación llegará cuando menos la espere.
Y lo más importante, encaje la respuesta sentado.
Nada hay más dañino para un chiquillo que la imagen de su padre cayendo de culo.
Imagen: Ernesto Rodela
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