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jueves, 6 de marzo de 2014

EL MÉTODO



El Método (2005) es una película de Marcelo Piñeyro en la que se nos muestra el truculento proceso por el que una empresa realiza eso que llaman "selección de personal".

Se trata simplemente de una ficción, una no demasiado creíble denuncia social repleta de personajes estereotipados, todos demasiado distintos, todos sobreactuados, todos convenientemente etiquetados con trazo grueso y todos enfrentados entre sí por un puesto de trabajo. Nada tan viejo... y nada nuevo.






Esto es otra cosa... y a la vez la misma... tan real que parece inventada.
Calle Germans Thos i Codina nº49, Mataró, Barcelona, España.
Ecoline10, empresa dedicada a la distribución de productos de limpieza, realiza un proceso de selección para un puesto de trabajo como vendedor de aspiradoras a domicilio.
Uno de esos empleos tan de nuestros días, de los de hoy para mañana, pagado con un sueldo de mierda y en unas condiciones de mierda, uno de esos trabajos que "son mejor que nada"... es decir, un 99% de mierda y un 1% de nada.

Creo que sabéis de lo que odio.

Dice la web de Ecoline 2010 que "la empresa nace con la idea de transformar su hogar en un ambiente saludable confortable y limpio para vivir"... que "en Ecoline favorecemos el desarrollo profesional y el trabajo en equipo"






Y lo que en Ecoline10 entienden por "desarrollo profesional y trabajo en equipo"consiste en algo realmente extraño. Algo tan curioso como recibir a los aspirantes y someterles durante varios días a interminables y agotadoras sesiones de "formación y motivación"... bailar alrededor de unas sillas al ritmo de una música a todo volumen y sentarse cuando esta cese para que los "menos capaces" queden de pie y por lo tanto eliminados... reunir decenas de candidatos en una sala y dejar caer un billete de 50 euros en el suelo ofreciendo un contrato a quien lo atrape... observar satisfecho como todos, sin excepción, se abalanzan sobre el billete entre golpes y empujones... contemplar cómo una joven yace en el suelo incapaz de moverse, con una vertebra rota, y abandonar el lugar sin ni siquiera hacer una llamada... contratar a dicha joven al presentir el posible ruido mediático y despedirla un mes después (estando todavía ingresada) por no haber superado el periodo de prueba.


¿De quién hablamos? Hablamos de uno más entre lo que compone la clase empresarial de este país, hablamos de la esencia de eso que hoy llaman emprendedores de éxito, hablamos de la casta negra, de los ladrones (o hijos de ladrones) que desde la política o desde la empresa privada prosperan y engordan al calor de nuestra miseria.


Hablamos de Pedro Santamaría, alguien muy popular en los foros de estafados por la venta masiva y siempre al borde de la ley (a través de organizaciones piramidales) de toda clase de cachivaches... alguien que conoce los pasillos de los juzgados como la palma sucia de su mano... alguien que junto a su hija Irene Santamaria Reguant y el marido de esta, Jaume Bordas (el presunto lanzador de billetes), dirigía Ecoline10 hasta el "accidente" de los 50 euros... alguien enredado en el caso de la aspiradora milagro, en la lucrativa operación Kirby... alguien que asediado por la mala prensa se vio obligado a cambiar Rubí por Mataró... alguien que contrata por media jornada y obliga a quien quiera ganar más de 450 euros a trabajar once horas realizando visitas por toda la provincia, a entregar teléfonos y direcciones de familiares a los que ofrecer sus carísimos (3000 euros) trastos, a exprimir hasta lo inconcebible a sus más que precarios trabajadores... alguien, que desde abajo y como el condenado y encarcelado ex-presidente de la CEOE, representa con toda exactitud la sangrante tragedia que, a la sombra de una reforma laboral hecha a su medida, se representa a diario en todo el mercado laboral español... y en particular, entre los más necesitados.

Pero esto no acaba aquí...

Que la mugre no sólo impregna al mundo empresarial, ni al político que lo ampara y lo promueve... que la suciedad, tal vez por efecto de la gravedad y de los tiempos, resbala hacia abajo para enmerdarlo todo...

Descartada la posibilidad de que la totalidad de los incontables aspirantes a aquél trabajo fueran ciegos, sordos, y mudos... y tarados mentales. Descartada la posibilidad de que no apreciaran el casposo aspecto de cuanto veían y escuchaban... de que no advirtieran tras los interminables "cursos de formación" que aquél no era precisamente el trabajo de sus vidas... de que no sospechasen que tras el humillante juego de las sillas no podían esperar el más mínimo gesto de respeto una vez contratados... descartado todo ello, digo... ¿cómo se pueden prestar a algo tan denigrante como el recoger entre empujones un billete que alguien les tira al suelo?

No se trataba de supervivencia, no se les negaba el alimento, ni el agua, ni se les amenazaba con morir si fracasan en su intento de ser seleccionados... se trataba de lo que nos compone... se trataba de lo que estamos dispuestos a perder con tal de ganar... se trataba de lo que pedimos que se nos pida... se trataba de un sistema que ya es nosotros.

No se trataba de una película... se trata de la puta realidad.



5 comentarios:

  1. Después de ver el suceso en tv, nada nuevo bajo el sol de esta pútrida tierra sinceramente, por más que así lo quieran colar en la caja tonta, no podría estar más de acuerdo con tu conclusión final, es la esencia de una gran mayoría. Se aprecia perfectamente en una escueta conversación. Por ejemplo, a la pregunta de ¿buscas trabajo, y de qué?, la horripilante respuesta que va seguida como un mantra que les han metido en el cráneo a golpe de martillo es: "de lo que sea" y a mi me hierve la sangre. Respeto que la persona quiera trabajar en sus múltiples acepciones del término, pero ante semejante perspectiva, las sanguijuelas como el bicharraco de la foto de arriba se frotan las manos, porque es como gritar a los cuatro vientos pidiendo que lo masacren a uno.

    Muy difícil va a ser desenquistar esto.

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    Respuestas
    1. Tampoco es tan dificil... el remedio a esta enfermedad está en nosotros, en nuestras tripas... y eso, para un enfermo no es tan mala noticia.

      Saludo

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