El mío es un barrio de piedras
unas más viejas,
otras menos nuevas.
Un fortín de piel que es de nadie
antes lo defendían los serenos
pobres, murieron.
Ahora lo hacen las porteras,
perdón, y los porteros.
Lo habitan paseantes,
transportistas con prisas,
viejecillos de pensión
en pijama de traje de pana,
buscadores de carteras,
más que de carteras, de lana.
“Don Ramón no se suba usted a casa,
cuente otra vez las baldosas de la acera,
Doña Ramona no le ha hecho aún la cama”
Su fuente de agua gorda
que alimentaba como un caldo
hace tiempo se ha secado.
Ya ni corre el río,
ya ni pasan carros,
ya no nieva,
apenas llueve.
Menos barros.
Sus planetas ya no giran,
Ni siquiera son ya nueve,
su sol ya está apagado,
y sin embargo... se mueve.
Imagen: Galería de carlos_ar2000
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