Translate

domingo, 23 de octubre de 2011

EL GOLEM HISPÁNICO

En hebreo, la palabra “Golem” viene a significar “tonto”, "huero", “estúpido”, “ignorante”, "embrutecido”, “materia en bruto”.

Según la tradición medieval europea, el Golem es un ser animado compuesto por materia inanimada.
El Golem es un monstruo de apariencia humana que fue creado por personas cercanas a dios. Es una aberración incapaz de razonar que se aferra a la tierra que pisa, un ser sin conciencia que en determinadas circunstancias, puede servir a los intereses de quien lo controla, pero que también es capaz de escapar a su dominio para convertirse en un feroz enemigo.
Es entonces cuando el Golem muestra su verdadera naturaleza, es entonces cuando desata su violencia y devora cuántas vidas se cruzan en su camino.
El Golem es invencible mientras lleve grabada en la frente la palabra “Emet” ('verdad' en lengua hebrea), únicamente es vulnerable al borrar la primera letra de 'Emet' ('Met' significa 'muerte' en hebreo). Sólo así puede ser destruido y convertido de nuevo en barro.


ETA o el nuevo Golem.


Un práctico instrumento político del que servirse en caso de apuro electoral, un cheque en blanco que justifica jugosas partidas de fondos reservados fuera de todo control, la llave del miedo, y a menudo, la gran razón para la “unidad de los demócratas”.

Un monstruo, que como todos los monstruos, ha estado siempre dispuesto a repartir dolor y muerte entre los que le rodean. Una furiosa quimera que nunca mostró clemencia ante sus víctimas, que ha matado a un padre ante la mirada de sus hijos, que ha asesinado a inocentes con las manos atadas a la espalda, que ha colocado una bomba a la puerta de unos grandes almacenes para segar más de treinta vidas de un solo golpe…

Ahora nos llega el anuncio de que ese Golem ya no existe, que los abnegados padres de la patria han conseguido borrar una letra de su frente para convertirlo en barro.
Todo en el momento más apropiado, justo antes de unas elecciones generales a las que políticos e instituciones llegaban cargados de desprestigio.

Justo antes de las elecciones… ese tiempo mágico en el que todo lo impensable se empeña en ocurrir.

Atrás quedarán los que un mal día, cruzaron sus pasos con el Golem y quedaron destrozados a lo largo del camino, marañas de cadáveres enredados entre sí, ríos y ríos de sangre inocente derramada por el sin sentido.

A fuerza de ser agorero, no creo que nuestro Golem haya muerto, ni siquiera creo que se haya marchado, porque su espíritu y su ánimo siguen vivos. Habita y gruñe todavía. Toda su rabia sigue intacta en muchos corazones, en miles de pechos alimentados durante décadas con ese “orgullo nacional, positivo y solidario” que gobierno tras gobierno se ha empeñado en vender a duro el kilo.

Nada ha cambiado. No es tan fácil deshacerse de su enorme sombra.

Un día José María Aznar dejó de pronunciar la palabra “asesinos” para cambiarla por “ejército de liberación”.
En una reciente entrevista Felipe González declaraba haber tenido bajo sus ordenes una especie de comando paramilitar encargado de matar y secuestrar a discreción
Aznar creía tener controlado al Golem...
González sin embargo, decidió crear su propio monstruo...
Sería gracioso si no fuera tan trágico. Ambos se equivocaban, se equivocaban exactamente en lo mismo.
El Golem siempre escapa, no puede ser dominado indefinidamente y tarde o temprano rompe sus cadenas.
El Golem no puede ser derrotado, ni siquiera por otro Golem. Los dos lucharán en un un combate eterno que no dejará más que muertos a su paso.

En este drama sólo hay dos bandos, siempre los ha habido. Dos bandos bien distintos, dos bandos separados e irreconciliables que algunos intentan mezclar para justificar su culpa.
No es una cuestión entre vascos, españoles, policías, terroristas, gobierno, ni partidos políticos... es algo mucho más simple.

Los que matan y los que mueren. No hay más. Eso es lo que separa a los dos únicos bandos que en realidad existen. El resto son gritos con los que azuzar a la jauría.

La gran cuestión ahora es la misma de siempre. ¿Cómo y cuándo nos libraremos del monstruo? No será fácil y no será pronto.

La única manera es cambiar, transformar en ser humano a la bestia, y eso, sin ser imposible, es tarea harto complicada.
Se necesita de mucha valentía para que un patriota reconozca haber llegado a convertirse en un miserable asesino, de todo un héroe para que ese valiente soldado se enfrente por fin a la demoledora conclusión de que sus crímenes han sido inútiles, de un verdadero Apolo para acarrear tan insoportable peso sobre la conciencia, sin lanzarse al instante por una ventana.

¿Podría cualquiera de nosotros enfrentarse y vencer a un enemigo así? ¿Mirar hacia dentro y desandar un camino tan terrible como ese sin volvernos locos? No envidio al que lo intente.

Me pregunto más... ¿Tendrá nombre eso que nos convence de que un ideal merece la muerte de un ser humano? ¿Qué oscuro delirio justifica el exterminio del contrario, del opositor, del distinto a nosotros? ¿Será la interminable pesadilla nacionalista? Tal vez no… pero de algo estoy seguro: sin su intervención, nada de todo este drama, que ya dura siglos, habría sido posible.

El nacionalismo no era la base del franquismo, no en un princípio, pero sí llegó a ser su principal soporte ideológico.
El nacionalismo no es el culpable absoluto del terrorismo vasco, tal vez no, pero sí su ingrediente indispensable.

Yo siempre estuve convencido de que la manera de acabar con ETA no era tanto la de dar caza a sus dirigentes como el alumbrar su oscura madriguera.
Educación, educación, y educación.
Educación lejos de todo sentimiento nacionalista, lejos de todo recelo a la diversidad, a lo distinto, a lo que nos parece ajeno sin serlo. Esa es el arma definitiva ante los que están dispuestos a morir y matar por un viejo yelmo oxidado, por un puñado de tierra, por un mal sueño convertido en interminable pesadilla...

Si no queremos terminar devorándonos a nosotros mismos, es preciso ensanchar la tierra y no reducirla a la vista desde un ruinoso campanario, convertir la certeza en duda, borrar fronteras, y comprender de una vez por todas, que mas allá de nuestro valle se respira el mismo aire y se bebe la misma agua… y si aún sabiendo esto se es incapaz de condenar un solo crimen, es que ya no caben esperanzas.

Si parte del PP es incapaz de condenar el franquismo, es que nada cambió.
Si parte del PSOE es incapaz de condenar a Felipe González por ser responsable del GAL, es que nada ha cambiado.
Si parte de BILDU es incapaz de condenar los crímenes de ETA, es que nada va a cambiar.

Ahora el Golem dice haber marchado, y todos nos alegramos porque nos gustan las buenas noticias. Pero la realidad es un alto muro de piedra…
Doy por seguro que cuando el terror vuelva a prometer beneficios, el monstruo volverá por sus fueros, por propia voluntad de hacer mal o empujado por los de siempre, por los que precisen de una espesa cortina de humo y miedo tras la que ocultar sus fechorías.

Llámalo un mal presentimiento. Ese monstruo sigue aquí.

El Golem no es simplemente el barro que lo compone, es mucho más que eso, es mucho más complejo, es el espíritu que lo mueve, y ese no ha acabado, aún respira con fuerza. Nadie ha borrado una sola letra de su frente.





Imagen: Público
Imagen: misextatv

2 comentarios:

  1. ¡Por no hablar de los jerarcas nazis, que siguen entre nosotros...! (Pelayo, no nos seas cenizo)

    ResponderEliminar
  2. Ese asunto merece una buena parrafada para él solo.
    Consejos de administración y grandes fortunas dirigidos por todo tipo de arribistas y fascistas de viejo cuño que hoy transformados en benéficas fundaciones cortan como antaño, gran parte del bacalao español y foráneo. Koplovich, March, etc, etc, etc...

    Ya les llegará, ya les llegará...

    ResponderEliminar