¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

Luis Pastor (Berzocana, Cáceres, 9 de junio de 1952) comenzó a cantar en la iglesia de su barrio allá mediados los sesenta, en centros juveniles, en casas particulares, o en reuniones de amigos. Cualquier lugar servía para protestar contra la realidad de aquellos días.
Fue el principio de una vida, la elección de un camino que le llevó a convertirse en uno de los principales representantes de "la canción protesta", y también a renunciar a muchas cosas, pero Luis es de los que nunca preguntan el precio del billete.

"La música es el modo de hacer volar las palabras hacia los corazones, tanto los más lejanos como los más cercanos". Dijo una vez como quien no dice nada.

Luis Pastor es todavía hoy, un hombre honesto que canta lo que le sale del corazón, es eso que en tiempos de la anterior dictadura se conocía como "cantautor comprometido".

Tal vez por eso se queja el bueno de Luis cuando siempre le preguntan por lo mismo. "¿Dónde están los cantautores?"
Se queja con razón. Le duele en la guitarra que precisamente los leones le pregunten por el cristiano, le duele en el alma que aquellos que fueron, son, y serán, los responsables del crimen, sufran hoy por la salud del difunto.

¡Como si no lo supieran! ¡Cuánta hipocresía... o cuánta estupidez! (Que al final viene a ser lo mismo)

¿Qué fue de los cantautores? Pues fue que vosotros, los medios de desinformación, esa infinita cadena de esclavos de siervos de criados que trufan cada redacción y cada emisora, los cubristeis bajo tres cuartas de mierda.
Ocurrió como ocurren estas cosas. Con naturalidad, sin una voz más alta que otra, paletada a paletada. Colmando los programas y los artículos con otras cosas más fáciles de digerir, con música refrita y cantantes que sólo mueven la boca... y moda, mucha moda, toda la que la amodorrada audiencia sea capaz de soportar antes de quedar definitivamente dormida.

Fue así como Luis Pastor y todos los "Luis Pastor" de este país fueron quedándose sin foco a principios de los ochenta. Ya no eran necesarios, ya teníamos una democracia, una democracia de segunda mano, pero una democracia al fin y al cabo. El compromiso y la lealtad a uno mismo ya no eran valores al alza, se imponían otros aspectos, y para entonces, las grandes multinacionales y los grupos de comunicación ya tenían su lista de supervivientes. (O superventas, que se decía entonces)
Quedaron dentro los que todos sabemos, los cantautores de SGAE, los "Serrat", los "Victor y Ana" y todos los que no pierden ocasión de recortar la libertad que antes pedían, esos que defienden su valla y su corralito con argumenos de verdaderos mermados mentales. Será porque su niñez sigue jugando en la playa, y siguen escondidos tras las cañas... será por eso.

Javier Krahe, Moncho Alpuente, Alberto Perez, Chicho Sánchez Ferlosio, Sisa, Paco Ibáñez... hombres y canciones que aún hoy no son amables con lo establecido, letras que como la sangre, entran en los corazones de quienes las escuchan para hacerles un poco mas libres y un poco menos dóciles.
Todos ellos convenientemente apartados para que nadie sepa que otra música es posible, que la letra de una canción puede convertirse en un puño con el que romper esquemas e ideas preconcebidas. Convertidos en viejos trastos que arrinconar en el desván de nuestras conciencias...

Pero las cosas cambian... o tal vez no. El caso es que se repiten, y lo que hace cincuenta años fue necesario y ayer inconveniente, hoy se hace indispensable. Esas voces vuelven a dejarse oír, como antaño, a través de medios no convencionales y no tan masivos, pero suenan, y eso es lo importante.

Preguntan los medios (miedos) ¿Qué fue de los cantautores? Fue de ellos lo que vosotros quisisteis que fuera... y ahora temblad miserables, temblad que aún podeis, porque gracias a este chisme, me temo que ya están de vuelta.

¿Qué fue de los cantautores? ¡Aquí los tienen, señores!