La clarividencia es la capacidad de llegar a determinadas conclusiones a partir de datos que no todos somos capaces de percibir, ya sea por su complejidad, o porque simplemente aun no se han dado.
A menudo, los individuos dotados de este raro don no se declaran agraciados, pocas veces parecen satisfechos con su suerte, y la razón es muy sencilla: Ver lo que los demás no ven... más aun... verlo cuando todavía no ha ocurrido, no es algo que suela ser bien entendido.
Si las noticias son buenas, porque se estropea la sorpresa... si son malas... porque quemando la carta el problema desaparece... pero sobre todo... porque el mensajero siempre ha de morir.
Nigromante, agorero, brujo, adivino, cenizo, augur, profeta, arúspice, iluminado... cosas peores habrá de oír Carlos Taibo, escritor, editor y profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid... firme enemigo de eso que llaman globalización y significa tiranía... apasionado defensor de esa idea según la cuál se puede vivir mejor sin necesidad de crecer... apóstol de un sistema en el que el progreso y el bienestar de las personas no están sometidos a las leyes de los mercados financieros... uno de esos que con casi todo el camino recorrido y pudiendo disfrutar de su posición, se arriesga a ser señalado por no doblegarse...
Un loco... no hay más que oírle...
"En la percepción común, en nuestra sociedad, el crecimiento ecomómico es, digámoslo así, una bendición. Lo que se nos viene a decir es que allí dónde hay crecimiento económico, hay cohesión social y servicios públicos razonablemente solventes, el desempleo no gana terreno, y la desigualdad tampoco es grande. Creo que estamos en la obligación de discutir hipercríticamente todas éstas premisas. ¿Por qué?
En primer lugar, el crecimiento económico no genera - o no genera necesariamente - cohesión social. Al fin y al cabo, éste es uno de los argumentos centrales esgrimidos por los críticos de la globalización capitalista. ¿Alguien piensa que en China hay hoy más cohesión social que hace 15 años? [...]
El crecimiento económico genera, en segundo lugar, agresiones medioambientales que en muchos casos son, literalmente, irreversibles.
El crecimiento económico, en tercer término, provoca el agotamiento de los recursos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras.
En cuarto y último lugar, el crecimiento económico facilita el asentamiento de lo que más de uno ha llamado el "modo de vida esclavo", que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos, y sobre todo, más bienes acertemos a consumir.
Por detrás de todas estas aberraciones, creo que hay tres reglas de juego que lo impregnan casi todo en nuestras sociedades. La primera es la primacía de la publicidad, que nos obliga a comprar aquello que no necesitamos, y a menudo incluso aquello que objetivamente nos repugna. El segundo es el crédito, que nos permite obtener recursos para aquello que no necesitamos. Y el tercero y último, la caducidad de los productos, que están programados para que, al cabo de un periodo de tiempo extremadamente breve, dejen de servir, con lo cual nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos."
Carlos Taibo Arias
Gracias Carlos.
Todo verdad y, desde luego, no descubriendo el mediterráneo. Pero hay que decirlo muchas veces y querer decirlo. Otra cuestión es qué quedaría si expurgásemos todas esas "aberraciones", una vez que las hemos interiorizado. Prueba a quitarle la droga al yonki. Quiero decir que cualesquiera que sea el sustitutivo, tendrá que satisfacer el deseo, y no sólo la razón. Y como ese deseo es amoral, a ver si el remedio va a ser peor que la enfermedad...
ResponderEliminarCierto... no descubre mucho que no supiéramos... pero es que lo explica tan bien...
EliminarHazte cargo... acababa de dejar a Cospedal y lo de sus pagos en diferido al cabrón de Luis... y al lado de eso, el sonido de mis tripas vacías suena a puro Lorca.
Lo que no comprendo es ese miedo al vacío que muchos declaráis, sobre todo cuando la plenitud significa lo que significa, sobre todo por lo que ya no significa.
Dejemos de ser niños y comportémonos al menos como adolescentes... rebeldes y osados... de los que no saben lo que quieren... pero tienen más que claro lo que no quieren. Así se crece amigo... en un constante riesgo de romperse los dientes... y el que diga lo contrario es que está para morir (de puro cuerdo).
yo sí comprendo que la gente no se lance al ataque del sistema, por corrupto que aparezca a cada rato. es que todavía no he oído una alternativa creíble, concreta, aplicable. todo lo más, ponerse de perfil organizando burbujas de autogestión en campos concretos. eso está muy bien, pero no lucha conta el sistema, lo esquiva. no pueden coincidir al mismo tiempo "colapso" y "decrecimiento" (como postura ética cuasibudista en favor del desprendimiento de lo supérfluo) a la gente no le gusta. en el fondo, no.(personalmente opino que para que llegase a cundir una "religión" tal, ni el propio jesucristo resucitado, haciendo milagros a diestro y siniestro, conseguiría instaurarla hoy día) en todo caso ese bajarse del caballo del capitalismo poco a poco, convencidos de su inanidad, sugiere una postura a más largo plazo que "colapso" que es urgente y cataclísmico. así, es normal que la gente espere encogida a que llegue el hostión final (¿dices no comprender el miedo al vacío? pues es muy comprensible) porque la situación actual se mueve entre lo urgente y lo inmediato.
ResponderEliminarsiguiendo la broma en cuanto a la virtud de la adolescencia sobre la infancia, no hay que dejar de observar que de esta se pasa a la edad adulta, donde ya sí se sabe lo que se quiere, y se tratan de planificar las cosas para conseguirlas sin partirse los dientes ;-)
v´ssss
Tengo la impresión de que ni siquiera sabemos si somos viejos o jóvenes... creemos haber cumplido la mayoría de edad en democracia, pero no es cierto... somos un bebé con ínfulas de anciano, apenas un recién nacido con bigote y pistola que se las da de valiente y liberal. Si al menos tuviéramos valor y memoria...
EliminarBeso
Como decía Voltaire de la nada, me parece, también, difícil amar verdaderamente el vacío, pese a sus buenas cualidades...
ResponderEliminarViejos, jóvenes o bebés, a lo que sí nos hemos acostumbrado es a ser mimados de palabra: haz tus propias reglas, ejerce tus derechos, compra lo que gustes, libertad sexual, etc. El deseo sobreestimulado: eso sí es un polvorín para el poder. Y, efectivamente, ni el Mesias en persona nos convencería de grado de su rebaja. Otra cosa es a la fuerza. ¿Quíen va a hacer esa fuerza? ¿Primero la crisis, luego la solución a la crisis? Quiero decir que cuando el deseo aprenda de nuevo humildad, ignoro si será en nombre de la virtud o de un nuevo poder... En este blog parece confiarse en una irrupción universal de la virtud, como para contrarrestar una del vicio, y eso es lo que algunos vamos a creernos sólo según lo vayamos viendo, y tampoco mucho entonces.
Vaciado... que no vacío... que no es lo mismo. Tirar los trastos inútiles del trastero no es convertir la casa en una burbuja estanca.
EliminarPuñetera manía esa de llevar cada término al extremo para buscarle las tres patas...
Otra cosa... no olvides que la virtud no es como el vicio. El vicio, por mucho que se diga, no se autopromociona tan eficazmente como parece, no puede atravesarnos del todo, siempre se topa con alguna de nuestras partes duras, remordimiento, culpa, compasión, empatía... siempre tropezará con algún hueso de nuestro lado más noble.
La virtud juega con ventaja, gracias a eso no hemos terminado por devorarnos hasta extinguirnos... la virtud expone su mercancía a medida que avanza... y esa mercancía se vende sola. La virtud no tropieza con tantas cosas al traspasarnos de parte a parte... deja ver su rastro brillante e ilumina habitaciones que antes permanecían a oscuras... y eso nos hace sentir bien, mejores, dignos de seguir viviendo... y eso, compañero, no lo tiene el vicio. ¿Cómo se siente uno más vivo? (y por lo tanto está más vivo) ¿Cometiendo una canallada, o echando una mano al vecino? La respuesta es la razón por la que vamos a ganar esta mierda de guerra... apuesto esta pelusa de ombligo contra tus genitales... la virtud es el mayor de los vicios... y engorda... o eso dicen.
Amen...
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