Siempre mal y siempre tarde, ese es mi lema.
Esto es lo más parecido a una de esas tarjetas de felicitación que alguien como yo puede mandar a sus amigos, mi particular recordatorio de nuestro "feliz, feliz no cumpleaños".
Ya no es navidad, ya no suenan las panderetas, ya nadie come mazapán. El lado oscuro está de vuelta y no hay villancico que lo remedie. Ya sólo queda turrón del duro, posiblemente, el más duro que nadie haya probado en siglos.
Tal vez lo más inteligente sería continuar donde estábamos, quedar colgados eternamente del árbol como un adorno más, hasta el verano y más allá, a la espera de un mundo más amable y menos caro.
Mientras tanto seguiríamos celebrando cosas, reales o inventadas, que tanto da lo uno como lo otro.
Todo menos la dichosa noche vieja... que solamente un insensato celebra que se acaba un año, aunque sea un año como este.
Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto... rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. He visto cosas aún más increíbles... he visto como el estado rescata con mi dinero a sus banqueros y crucifica sin piedad a los más débiles, he visto como un gobierno socialista indultaba a un delincuente de alta gama cuando ya había sido juzgado y condenado por la justicia, he visto como se hunde deliberadamente la economía para que así sea más fácil explotar al más necesitado... Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de encender la tele.
Ahí adentro habitan seres eternamente dichosos, amables presentadores de cabeza gorda que nos darán sólo buenas noticias, y si alguna mala se les escapa seguro que será lejos, nada malo ocurre en casa mientras sea navidad. La prueba es que con cada telediario aparecen nuevos rostros de mejillas coloradas, luciendo con desparpajo uno de esos estrafalarios gorros de cartón sobre la cabeza, sonriendo a pesar de que la goma les aprieta más de lo debido, manejando sin la menor destreza otro de esos matasuegras reblandecidos por las babas que la sidra achampanada segrega y segrega.
Todo con tal de no pensar, todo con tal de continuar creyendo que al fin y al cabo, las cosas no van tan mal. De ese modo podremos tolerar sin vergüenza todo lo intolerable, seguiremos viendo lo que vemos, haciendo lo que hacemos, y consintiendo lo que consentimos... siempre habrá una escusa para no tomar partido.
Mi pesadilla favorita de este año es un recuerdo, la noche anterior a la reforma de la constitución, Plaza de Neptuno, frente al congreso de los diputados, poco más de mil personas...
País de cobardes...
Me callo ya, me callo ya... que acabo de encontrar el martillo... ya sólo me falta el soplete. En cuestión de minutos árbol y nacimiento serán destruidos, sin culpa ni remordimientos, serán los daños colaterales de esto que empieza cegarme de nuevo. El año que viene compro otros y asunto arreglado.
Al fin y al cabo ya es tiempo de rebajas, lo dicen los mercados, ya somos los de casi siempre, ya estamos como estábamos antes de empezar, sin blanca y sin navidad.
Lo dicho, Feliz Realidad.
Esto es lo más parecido a una de esas tarjetas de felicitación que alguien como yo puede mandar a sus amigos, mi particular recordatorio de nuestro "feliz, feliz no cumpleaños".
Ya no es navidad, ya no suenan las panderetas, ya nadie come mazapán. El lado oscuro está de vuelta y no hay villancico que lo remedie. Ya sólo queda turrón del duro, posiblemente, el más duro que nadie haya probado en siglos.
Tal vez lo más inteligente sería continuar donde estábamos, quedar colgados eternamente del árbol como un adorno más, hasta el verano y más allá, a la espera de un mundo más amable y menos caro.
Mientras tanto seguiríamos celebrando cosas, reales o inventadas, que tanto da lo uno como lo otro.
Todo menos la dichosa noche vieja... que solamente un insensato celebra que se acaba un año, aunque sea un año como este.
Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto... rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. He visto cosas aún más increíbles... he visto como el estado rescata con mi dinero a sus banqueros y crucifica sin piedad a los más débiles, he visto como un gobierno socialista indultaba a un delincuente de alta gama cuando ya había sido juzgado y condenado por la justicia, he visto como se hunde deliberadamente la economía para que así sea más fácil explotar al más necesitado... Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de encender la tele.
Ahí adentro habitan seres eternamente dichosos, amables presentadores de cabeza gorda que nos darán sólo buenas noticias, y si alguna mala se les escapa seguro que será lejos, nada malo ocurre en casa mientras sea navidad. La prueba es que con cada telediario aparecen nuevos rostros de mejillas coloradas, luciendo con desparpajo uno de esos estrafalarios gorros de cartón sobre la cabeza, sonriendo a pesar de que la goma les aprieta más de lo debido, manejando sin la menor destreza otro de esos matasuegras reblandecidos por las babas que la sidra achampanada segrega y segrega.
Todo con tal de no pensar, todo con tal de continuar creyendo que al fin y al cabo, las cosas no van tan mal. De ese modo podremos tolerar sin vergüenza todo lo intolerable, seguiremos viendo lo que vemos, haciendo lo que hacemos, y consintiendo lo que consentimos... siempre habrá una escusa para no tomar partido.
Mi pesadilla favorita de este año es un recuerdo, la noche anterior a la reforma de la constitución, Plaza de Neptuno, frente al congreso de los diputados, poco más de mil personas...
País de cobardes...
Me callo ya, me callo ya... que acabo de encontrar el martillo... ya sólo me falta el soplete. En cuestión de minutos árbol y nacimiento serán destruidos, sin culpa ni remordimientos, serán los daños colaterales de esto que empieza cegarme de nuevo. El año que viene compro otros y asunto arreglado.
Al fin y al cabo ya es tiempo de rebajas, lo dicen los mercados, ya somos los de casi siempre, ya estamos como estábamos antes de empezar, sin blanca y sin navidad.
Lo dicho, Feliz Realidad.
Me quitaría el sombrero pero hace un frío del carajo y me preocuparme constiparme (más). Por lo menos que sirva el gesto... Feliz realidad.
ResponderEliminar¡Chapeau!
Deja... déjate de gestos y tápate, que vienen tiempos frios, toda una glaciación, me temo.
ResponderEliminarSolamente entraremos en calor si estamos muy juntos, y si alguien encendiera una buena antorcha, ya ni te cuento.
Un abrazo Sergio.
Oh creo quE eres un gran amigo mio...gracias por leerme pero no te fíes mucho de mí, que el Alzheimer abanza YA EN MÍ ....Lo que dices de tí lo puedo rubricar para mí, menos eso que YO nunca sabré que es pensar o juzgar a los demás a no ser conociendo de fondo o viendo que es el caso de los que llevan a este pobrísimo planeta al caos, bueno ya no hay vuelta atrás...
ResponderEliminarTe mando un abrazo muy grande, si estubieras
cerca te dejaría algún papelorio de esos, que tengo una pequeña colección y el libro que salió de todos que me lo llevé por suerte y 1000 pesitillas....¡QUE me alegra mucho escribirte y gracias porque pones mi fotillo
en tu perfil...Un ABRAZOTE,AMIGO , AHORA TE LEO...
Perdón.....El libro en suerte, pero pagando mil pesetillas, ojo....
ResponderEliminar¿Ves mi Alzhéimer? Perdón por manchar tu blog....UN ABRAZO, VALES
MUCHO.Ahora te leo...