Yo también creía que estaban desarmados, que ya únicamente les quedaba el burdo recurso de apalearnos ante la incómoda mirada de las cámaras... yo también pensé que la victoria era cuestión de meses. Pero no.
Ya comenzaba a ilusionarme la retahíla de majaderías con que nos obsequiaban casi a diario, estaba a punto de descubrir los temblores en esos dedos tan largos, los sudores en sus despejadas frentes, la desesperación del que se ve atrapado, sin salida... ingenuo de mí.
¿Cómo pude ser tan iluso? ¿Cómo llegué a pensar que una multitud indignada podría obligarlos a huir por la puerta de atrás, y dejar sin guarda esas amarfiladas torres desde las que ahora nos sonríen?
Plaza Cataluña está desierta. Un simple redoble de tamboril ha bastado para transformar a los indignados en banderas estrelladas. La Puerta del Sol pronto será una sombra. La Alcaldesa de Madrid ya ha iniciado su plan de cubrirla con terrazas y restaurantes. Todo por el bien del pueblo, por la economía local, por salvaguardar la identidad del terruño.
¿Que cuál es ese arma que tanto me asusta? ¿Cuál iba a ser? La de siempre... la que nunca ha fallado... la que sin apenas esfuerzo, nos echa la mirada al suelo y nos convierte en ganado. El sentimiento pátrio.
Siempre ha estado ahí, esa maldita fascinación por el maldito nacionalismo...
Lo pienso, y aún me sorprendo...
FASCINACIÓN + NACIONALISMO = FASCISMO
¿Cómo puede esa pueril manera de ver el mundo, conservar tan intacto su poder, después de tantos años, después de tanto sufrimiento? ¿Cómo, a pesar de la sangre derramada, del odio, de la miseria que ha dejado a su paso, es capaz de sobrevivir a los siglos? Solamente se me ocurre una respuesta... tal vez no haya otra.
LA EDUCACIÓN.
Un arma que como todas, nunca lleva el mal en sí misma... la más indicada para destruir a una persona o salvarla... o más aún, convertirla en invulnerable.
Lamentablemente, salvo honrosas y escasas ocasiones, la educación en España ha sido nuestra peor enemiga... nuestra peste particular... "La maldición española"... así es como la llamarán los libros de historia. Porque no hay otra coartada para la perpetuación del nacionalismo ibérico, porque solo así puede llegar a entenderse el perverso proceso mental por el cuál algunos llegan a sentirse propietarios y custodios de la tierra que pisan.
Esa creencia que algunos llaman sentimiento nacionalista, no es más que un síntoma producido por el miedo, un remiendo emocional que tanto sirve para autoproclamarnos distintos-mejores, como para dar un sentido imaginario a la propia existencia. Es mucho más sencillo sentirse patriota que sentirse "ser humano"... los límites del patriota son abarcables, su responsabilidad es mucho más limitada, y su existencia infinitamente más justificable.
Por esa razón (supongo que también por otras que prefiero no conocer) es tan sencillo engarzar el alma de un niño a esa cáscara de nuez que representa el nacionalismo... sobre todo cuando ese niño es moldeado por un sistema educativo que no pierde el tiempo en encontrar y potenciar capacidades, sino que se ocupa intensivamente de inculcar determinados, comunes, y casi siempre, inútiles conocimientos.
Todo comienza con la obsesión de hacer que un pez aprenda a trepar a los árboles... cuando pretenden que un pájaro no despliegue sus alas... y si no lo consiguen, les hacen sentirse culpables de ser como son... y si lo consiguen, les obligan a recelar de todo pájaro que vuele, y de todo pez que nade. Generación tras generación y con la complaciente admiración de una mutilada sociedad.
Y pasará el tiempo... y esos peces y esos pájaros se harán jóvenes frustrados, luego hombres mezquinos, temerosos de romper con lo aprendido y caer al vacío... se retorcerán como un árbol plantado entre piedras, harán de su miedo y su ignorancia la mayor de las virtudes... y así compondrán su pequeño y resguardado cubil... y desde él contemplarán al resto del mundo como quien contempla un páramo atestado de seres extraños con dudosas intenciones.
Y de ese modo, cuando más conveniente resulte romper ese pequeño huevo de serpiente que llevan dentro, alguien dirá que "los españoles nos roban el pan de nuestros hijos", y a no tardar alguien le contestará que "los catalanes solo quieren poner en peligro a la nación"... y al calor de tanto estiércol, los huevos comenzarán a eclosionar en el interior de los que creían no tener enemigos, incluso en los pechos más limpios y más sanos.
Es ahora cuando la verdadera enseñanza está más lejos que nunca de situar al niño frente al apasionante desafío de descubrir por sí solo lo que puede llegar a ser, es hoy cuando parece imposible que el cerebro de un hombre llegue algún día a ser el instrumento (el único) de su voluntad...
Hoy el debate consiste en dilucidar cuál es el idioma más adecuado para la manipulación sistematizada de los niños catalanes... en qué idioma firmarán sus contratos de doce horas y cuatrocientos euros... en qué idioma serán cursadas las condenas de cárcel por manifestarse pacíficamente contra los tiranos que (muy democráticamente) destrozarán sus vidas de cuatro en cuatro años... y por llegar a una definitiva conclusión de tan trascendente asunto, los habrá dispuestos a desperdiciar buena parte de sus patéticas vidas, a perder un amigo que opine una estupidez contraria... tal vez a encarcelarlo... tal vez a algo más.
Cada vez me quedan menos esperanzas de llegar a conocer un mundo donde nuestros hijos estén a salvo de nosotros los padres, de nuestra arrogancia al intentar delimitar sus vidas, de los que nos negamos a que se les realice una transfusión de sangre porque dios así lo ordena, de los que les prohibimos leer ciertos libros, de los que rechazamos la teoría de la evolución mientras les contamos que su madre proviene de una costilla de su tatarabuelo, de los que les confortamos cuando de noche lloran asustados y preguntan como se puede ser culpable de algo nada más nacer, de los seguidores de la cienciología, de los islamistas fanáticos, de los que creen que las mujeres y las leyes están para ser violadas...
En ese mundo que quizá no vea, la educación será gratuita, laica, obligatoria, de calidad... y única (que no exclusiva). La enseñanza no estará al servicio de la patria, ni de un partido político, no podrá ser privada ni podrá pagarse con dinero, porque en lo indispensable para vivir no caben distinciones ni clases pudientes, y si nadie paga por respirar un determinado número de veces, nadie ha de pagar por el futuro de un niño.
¿Qué puede haber más hermoso que un profesor encontrando en el alma de un ser humano aquello que le define y le hará feliz durante el resto de su vida? ¿Qué labor puede resultar más gratificante que el poner frente a un niño esa chispa primaria que, libremente alimentada, ilumine ya para siempre cada rincón de su existencia?
Eso de "mi hijo es mío" ya forma parte de los idearios más opuestos, desde el feminismo más extremo, al machismo más recalcitrante... y eso sucede por la simple razón de que tal afirmación siempre es una auténtica majadería... la diga quien la diga. Es tanto como justificar las atrocidades que cometemos a diario con los más débiles, con los que apenas pueden defenderse de nuestras frustraciones y nuestros miedos (y por lo tanto de nuestros odios).
Y ocurre que cuando tenemos que dar una llave de casa a nuestro hijo de diez años, cuando ya ni siquiera somos capaces de destrozar su inocencia por nuestros propios medios, es el político de turno quien se encarga de tan siniestra labor... y no lo hace nada mal... sino con la misma dedicación y cuidado que emplea su propia familia... como cuando cada noche, al final del telediario y justo antes de acostarse... todos juntos y puestos en pie, cantan frente al televisor el sagrado himno a la madre patria.
Y a esto, añadir que el fracaso escolar en Cataluña, va sobre el 40%...¡ si yo te explicara ¡ Salut
ResponderEliminar¿Y si ese fuera precisamente el objetivo fundamental de todo esto? Depauperar el sistema educativo... producir seres indefensos.... pero con un eficiente sistema de control incorporado en lo más profundo de sus mentes, allí donde habita el senti-miento... el nacionalismo.
EliminarAbrazo fuerte
No hay remedio, el poder simbólico del trapo sirve como una poderosa arma de enajenación colectiva, autodestructiva y sin posibilidad de que la razón, basada en los beneficios de la generosidad y la tolerancia, sobreviva a tanta estupidez teledirigida.
ResponderEliminarAsí es Amaltea... un trozo de tela contra la razón... un tamborilero capaz de aplazar la emancipación del ser humano a cambio de humo... sueños de pasadas glorias... de una espada oxidada.
Eliminar¿Qué hacer para combatir a un fantasma? Educación, educación, educación... Por eso les preocupa tanto mantenerse en el poder, ya no para garantizar su nivel de vida, sino para controlar la educación y perpetuarse indefinidamente, para tener controlada la única arma que podría desenmascararles.
Beso fuerte
En muchas ocasiones, al ver a mi hija de tres años, me asalta la pregunta: ¿Qué nos sucede cuando crecemos? Como un niño tan puro, tierno, cándido, persistentemente feliz e inocente llega a convertirse en una hiena tal como un gobernante autoritario, un político corrupto, un defensor a muerte de cualesquiera ideales absurdos… recuerdo mi infancia como algo no muy lejano y no dejo de espantarme por lo fácil y rápido que el ser humano que nace puro se corrompe a través del miedo y la frustración que le causa su entorno. En España los niños molestan: se les mete en el colegio cada vez a más temprana edad y con un horario interminable (prolongable hasta el infinito con guardería), noooo los puedes sacar con los amigos, ni a un restaurante a cenar... y por supuesto no vas a dejar ni una hora de tu trabajo por estar con ellos (aunque los hay que se piden un crédito para las vacaciones o el bmw, aún no conozco a nadie que se lo haya pedido para pasar un año con su hijo). Y los chicos crecen solos, sin la seguridad que da la familia, y entonces buscan otros puntos de apoyo: amigotes de copas, fiestas varias, y luego cosas más importantes: la política, los “ideales”, los nacionalismos, religiones, sectas varias, etc, etc … desviaciones y perversiones de la felicidad, esa que da crecer en un entorno sano, libre y sobre todo con mucho amor.
ResponderEliminarNos vendieron la liberación de la mujer, su acceso al trabajo, como la gran panacea, la escapada definitiva de un mundo machista y retrogado (que lo era y lo es).
EliminarY lo compramos, compramos hasta el último eslabón de la cadena con que se hoy se esclaviza al padre a la madre y los hijos.
Ya no basta el sueldo de uno de los dos, ambos han de trabajar para vivir sin agobios, y por unos sueldos comparativamente muy inferiores a los de antaño... así consiguieron dejar al niño solo y en casa, a merced de la televisión, al amparo del banco del parque, del vendedor de sueños... (de pesadillas, más bien)
Aquella vieja estructura familiar no era perfecta, era más bien un impedimento al óptimo desarrollo de un ser humano libre y consciente... pero también era algo mucho mejor que el modelo actual, era la última defensa del individuo frente a la manipulación y al devasador individualismo que insiste en hacernos creer que para prosperar hay que competir... y ganar... y a costa de lo que sea y por encima de todos.
Como bien dices, hoy los hijos suponen un estorbo, tu pareja es otro estorbo, cualquier forma de relación con los demás es un estorbo, nada debe interponerse entre tú y tu "felicidad"... gastar más, ganar más, trabajar más, recordar de vez en cuando cual es tu bandera y votar cada cuatro años. Todo lo demás no importa.
Abrazo
Siempre recordaré lo que un día escuché a Robe, de Extremoduro: "Las banderas son la degradación del color". Qué gran verdad y qué bien dicha.
ResponderEliminarCreo que la más eficiente arma de destrucción masiva es una bandera... dudo mucho que no haya estado presente en una sola batalla desde el principio de los tiempos... ha arropado a los peores tiranos, a los grandes carniceros de la historia, ha encubierto injusticias de todos los tamaños, ha arrastrado a gentes honestas para convertirlos en asesinos... en fin, el arma perfecta, y sin munición alguna.
EliminarAbrazo