Ya hay quien dice que mañana es lunes... que lo será cada día durante los próximos cuatro años.
Pudiera ser...
Pero yo digo que no, que después de noticias como esta ya no es lunes, es viernes por la tarde... y a última hora. Ese momento en que todo va bien aunque vaya mal, cuando incluso las malas noticias pueden esperar hasta otro día.
Un pequeño recorte de periódico que alguien querría hacer aún más pequeño, para que nadie lo lea, para que pase inadvertido y muera sepultado entre el ruido de la rotunda victoria del PPOE, las declaraciones de los esperanzados ganadores de la pedrea, las reacciones de los probos ciudadanos...
El pasado 13 de noviembre, algún heroico infiltrado (no doy un duro por su silla) consiguió clavar en el suplemento de "Negocios" de "El País" una diminuta y dolorosa astilla.
Diecisiete líneas como diecisiete clavos para dejar claro que el "caos al que irremediablemente" se encaminaban los islandeses es en realidad el camino más corto hacia la solución.
Ya los oigo... ya los respondo...
¿Que Islandia es un pequeño e insignificante país? ¿Que el caso islandes no es representativo?
Islandia es a Europa lo que Grecia es al mundo. Lo que diferencia esos dos países es el tratamiento de los medios.
Grecia es el paradigma de la catástrofe, el lastre que amenaza con hundirse arrastrando tras de sí a la economía occidental, y por tanto, el protagonista de cada telediario.
Islandia es lo más parecido a ese cambio de sistema que todos dábamos por imposible, la confirmación de que no es imprescindible la salvación de un banco a costa de nuestras vidas y nuestros derechos, que la ciudadanía es perfectamente capaz de tomar decisiones por sí misma, que la constitución no ha de ser necesariamente escrita por ninguna casta de intocables, que todo eso se puede conseguir sin una sola gota de sangre... Islandia es la prueba de que todo es posible, y por eso ningún medio la presta la más mínima atención.
Reviento de ganas por tomar el recorte y ampliarlo en carteles de diez por dos metros para clavarlos... ¡sí, clavarlos! en las puertas de cada banco, de cada sede de cada partido, en todas partes donde aniden esos delincuentes que nos desgobiernan mientras piden nuestro voto y buscan nuestra ruina...
¡Delincuentes, sí! Porque delincuentes son los que delinquen y delincuentes son los que les amparan.
(Durante estas elecciones he visto dimitir de sus cargos a tantos políticos como esperaba. Ni uno sólo de ellos ha tenido la decencia de negarse a compartir lista con un indeseable, con uno de esos que hay en todos los partidos)
Seguro que para ellos esta es una mala noticia, pero que no desesperen, lo más probable es que no sea la última.
Pudiera ser...
Pero yo digo que no, que después de noticias como esta ya no es lunes, es viernes por la tarde... y a última hora. Ese momento en que todo va bien aunque vaya mal, cuando incluso las malas noticias pueden esperar hasta otro día.
Un pequeño recorte de periódico que alguien querría hacer aún más pequeño, para que nadie lo lea, para que pase inadvertido y muera sepultado entre el ruido de la rotunda victoria del PPOE, las declaraciones de los esperanzados ganadores de la pedrea, las reacciones de los probos ciudadanos...
El pasado 13 de noviembre, algún heroico infiltrado (no doy un duro por su silla) consiguió clavar en el suplemento de "Negocios" de "El País" una diminuta y dolorosa astilla.
Diecisiete líneas como diecisiete clavos para dejar claro que el "caos al que irremediablemente" se encaminaban los islandeses es en realidad el camino más corto hacia la solución.
Ya los oigo... ya los respondo...
¿Que Islandia es un pequeño e insignificante país? ¿Que el caso islandes no es representativo?
Islandia es a Europa lo que Grecia es al mundo. Lo que diferencia esos dos países es el tratamiento de los medios.
Grecia es el paradigma de la catástrofe, el lastre que amenaza con hundirse arrastrando tras de sí a la economía occidental, y por tanto, el protagonista de cada telediario.
Islandia es lo más parecido a ese cambio de sistema que todos dábamos por imposible, la confirmación de que no es imprescindible la salvación de un banco a costa de nuestras vidas y nuestros derechos, que la ciudadanía es perfectamente capaz de tomar decisiones por sí misma, que la constitución no ha de ser necesariamente escrita por ninguna casta de intocables, que todo eso se puede conseguir sin una sola gota de sangre... Islandia es la prueba de que todo es posible, y por eso ningún medio la presta la más mínima atención.
Reviento de ganas por tomar el recorte y ampliarlo en carteles de diez por dos metros para clavarlos... ¡sí, clavarlos! en las puertas de cada banco, de cada sede de cada partido, en todas partes donde aniden esos delincuentes que nos desgobiernan mientras piden nuestro voto y buscan nuestra ruina...
¡Delincuentes, sí! Porque delincuentes son los que delinquen y delincuentes son los que les amparan.
(Durante estas elecciones he visto dimitir de sus cargos a tantos políticos como esperaba. Ni uno sólo de ellos ha tenido la decencia de negarse a compartir lista con un indeseable, con uno de esos que hay en todos los partidos)
Seguro que para ellos esta es una mala noticia, pero que no desesperen, lo más probable es que no sea la última.
Toda la razón ¡¡
ResponderEliminarY lo que me alegraría de no tenerla...
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