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martes, 22 de mayo de 2012

MIEDO



Miedo. (Del lat. metus).


1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.




Miedo… temor, cerote, achante, terror, cague, pavor, pánico, desazón, espanto, horror, alarma, susto, sobresalto, recelo, aprensión, desconfianza, julepe, turbación, pavura, canguis, jindama, acojone, fobia, sorpresa, asombro, desasosiego… 


Decimos “miedo” cuando pensamos en una emoción caracterizada por un fuerte sentimiento desagradable. Esa sensación puede llegar a ser provocada ya sea por la percepción de un peligro (no importa si éste es supuesto o real) pasado, presente o futuro. El miedo es inherente al animal que somos, es algo grabado en lo profundo de nuestro ser más primario. Con el tiempo, el miedo se ha convertido en un arma, un potente virus que se propaga fácilmente, de muy difícil cura y que puede llegar a conformar el carácter, no ya de una persona, sino de toda una sociedad. 

Ahora todos padecemos miedo en alguna de sus infinitas variantes, consciente o inconscientemente, por nosotros o por los que nos rodean. Todos nos sentimos tentados a ceder en nuestros más básicos principios, incluso a forzar nuestros sentimientos con tal de librarnos del miedo… pero por desgracia eso no es posible, porque una vez se le ha abierto la puerta, ya no podemos volver a cerrarla. 

El miedo es al fin, un simplísimo sistema de reglas según el cual se ofrecen dos posibilidades de las que solo podremos elegir una… dentro o fuera, seguridad o libertad, precariedad o trabajo, guerra o supervivencia… 

El miedo es algo muy trascendente en nuestras vidas, las condiciona, las define, hasta el punto que su carencia es el mejor indicativo de todo grado de civilización. Sabemos que el miedo paraliza y que el poder lo utiliza para mantener en una falsa indiferencia a los ciudadanos. Más allá del terrorismo, miedo a la pérdida del trabajo, a la enfermedad, a la seguridad, miedo a perder la posibilidad de estar incluido y pasar a los excluidos. 

Los científicos siempre han explicado que el gran problema del hombre es que vive en la falta de seguridad, que la civilización surge de un pacto que favorece la domesticación, el control... todo con tal de sentirnos seguros. 

Hoy nos preguntamos a menudo sobre dónde estarán esos millones de parados, esas multitudes desesperadas que ya carecen de todo, nos extraña que no se manifiesten cada día en todas las ciudades del planeta… pero la respuesta es sencilla. Ellos, los nadie, los aterrorizados, los nosotros de mañana, los que han visto como su "vivir" se ha convertido en un “sobrevivir”, esos que en algún momento de la caída perdieron toda esperanza... ellos siguen respirando con toda naturalidad, deambulan por nuestras calles con un solo pensamiento en su cabeza, llevar algo de comer a casa, cada mañana… cada noche.
Esa es la razón de que no llenen las plazas, de que su protesta no sea visible... La pobreza es un trabajo agotador, un trabajo que ocupa todo el día. 

Por eso no es casualidad que el sector más afectado por el paro sean los jóvenes, para este nuevo y perverso sistema que se pretende instalar resulta vital que ellos, los que por naturaleza son menos sensibles al miedo y a la parálisis, sean los más castigados, los que reciban "el tratamiento" con mayor intensidad. 

Manuel Vargas Llosa, al 15-M: "La democracia de la calle puede conducir a situaciones peligrosas"


No es el primero y me temo que no será el último personaje relevante, pero un hecho parece cierto… Don Manuel tiene miedo, ese miedo caliente, amorfo y callado que poco a poco le ha ido llenando el corazón al ver peligrar la buena vida que ha conseguido para él y los suyos. El suyo es un miedo que se recuerda, un miedo antiguo, el que surge de aquella parte de nuestra vida en que no todo iba como debiera. 

"España es una democracia, una democracia funcional. Y la democracia tiene sus canales a través de los cuales se puede y se debe expresar la protesta, la crítica... Es peligroso que esas protestas se aparten de los canales propios de la democracia y se quiera entablar una democracia de la calle instaurar una "democracia de la calle" pueden conducir a situaciones sumamente peligrosas para el futuro institucional, para la legalidad y para la auténtica libertad”. 

Los “Vargas Llosa” de este mundo recelan por sistema de los cambios bruscos, adoran los cambios lentos, y cuanto más lentos mejor… quieren un mundo mejor, más justo, sí… pero sin prisas, no sea que nos precipitemos en un oscuro e incierto caos revolucionario… y lo quieren así por nuestro bien, no porque su buena situación, la de sus hijos y la de sus nietos, pueda peligrar en caso de precipitarse los acontecimientos… al fin y al cabo, el que lleva una vida siendo un paria, puede esperar otra más a dejar de serlo. 

Y es que el miedo de Don Manuel es el miedo caldeado que le deja clamar contra las dictaduras y los opresores… pero le impide salir a la calle y plantarse ante el pelotón de policía que acude a desalojar a esas personas que viven al otro lado de la manzana. Es el mismo miedo que corre libre por el mundo, el mismo que ata a millones de cobardes a la pata del sofá. 

Luego está el miedo que quema… ese es el de Luis de Guindos, flamante ministro de economía español. Es el suyo un miedo a fuego lento, un miedo que poco a poco va ganando a la templanza y que con el tiempo suficiente, asa hasta la entraña. Es la sensación que aprieta en torno al cuello cuando dice “ya he hecho todo lo que me han mandado, pero a pesar de ello la situación empeora a cada minuto que pasa”. El miedo de Don Luis es innato, es una cuestión genética, se nace con él instalado y se refuerza a base de trepar sin cuerda durante toda una vida. 

Algún día, puede que muy pronto, veamos por televisión su pequeña cabecita empapada en sudor, enjugándose las lágrimas con un pañuelo arrugado mientras declara tras sus gafas empañadas: “No sé como pudo ocurrir… de verdad que lo siento mucho… reconozco que me he equivocado... no volverá a suceder” 

Y dirá la verdad, sobre todo en lo de “no volverá a suceder” ¿y sabéis porqué? Porque a esos dos miedos, al de Don Manuel y al de Don Luis, se los habrá comido un tercer miedo… el más poderoso,  el último de todos los miedos... 

Es el miedo del que a fuerza de sentirse indigno se convierte en indignado, ese es el miedo de una madre, de todas las madres, de todas las personas honestas del mundo. El suyo no es como el miedo de Vargas Llosa o de Luis de Guindos... 

Es el de Laura… de Laura a secas… es el miedo que rompe a hervir en una hoya vacía, es el miedo de los que una vez lo han perdido todo, solo temen al miedo mismo. Es el miedo que se muere a base de lágrimas... el que una vez aprendido, ya no se olvida jamás.



Imagen: Angelorum

6 comentarios:

  1. El hombre desde que nace, lo hace con miedo, de ahí su lloro al salir al mundo, a partir de ese momento, todo son miedos, miedos al castigo, a las notas, a que te castiguen, a no encontrar trabajo o a perderlo, a no encontrar la mujer o el hombre de tus sueños, a que no les pasa nada a los hijos/as , a la enfermedad, a la vejez, a morir, etc..., muchos son los miedos ancestrales que nos rodean.
    Ante el miedo los pueblos han tenido varias maneras de aplacarlo, la religión, y satisfaciendo a los dioses para que no se alteren, esto último es lo que estamos haciendo, dándole dinero a los bancos para que no alteren, salten por los aires y nos jodan a todos.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Al nacer se llora para respirar, no dramaticemos por pura literatura.

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    2. Vaya hombre... me vas a decir que ninguno de nosotros, después de habitar en un medio tan cálido y familiar como la entraña de la madre, no sentimos miedo alguno al ser expulsados de allí de mala manera, hacia lo desconocido y en medio de un baño de sangre...
      ¿Tú qué coño eras, un bebe o un alien?

      Cuanto más raro más te aprecio...

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    3. Un jodido aspirante a científico, para que lo desconocido no siguiese siéndolo hasta la madurez y tuviese que afrontarlo con metáforas.

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    4. Pues yo con las metáforas me apaño bastante bien... las metáforas y las palabrotas... que a donde este caballero no llega con mano, llega con su espada.

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  2. Miedo al creciente deterioro del planeta
    Miedo a la globalización
    Miedo a la pandemia por la gripe aviar
    Miedo al terrorismo islamista
    Miedo al calentamiento terrestre
    Miedo al desmembramiento de la patria
    Miedo a la proliferación nuclear
    Miedo a la sequía
    Miedo a la invasión de inmigrantes
    Miedo al fundamentalismo religioso
    Miedo a nuestros gobernantes
    Miedo a la creciente falta de valores
    Miedo a la pérdida del puesto de trabajo
    Miedo a las catástrofes naturales
    Miedo a volar
    Miedo a querer
    Miedo a no ser querido
    Miedo al silencio
    Miedo a la oscuridad
    Miedo a la soledad
    Miedo al futuro
    Miedo a morir

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