Esta que os presento es un clásico entre los clásicos, se titula "Bodorrio por conveniencia" y trata de una pareja (José Luis y Emilio) que tras quedar prendidos el uno del otro, sólo desean permanecer juntos y forjar entre ambos, los más estrechos lazos sentimentales.
El problema es que su relación no está bien vista por una sociedad demasiado anclada en lo convencional, pero eso no será obstáculo para ellos, por que como todos sabéis, los amores conceros (con muchos ceros) lo pueden todo.
BODORRIO POR CONVENIENCIA - Capitulo I
JL - ¡Oh! Disculpe caballero, he tropezado justo al pasar a su lado y creo que le he pisado... ¿Cómo he podido ser tan torpe? ¿Aceptaría como disculpa que vaciara entre sus pies la caja del dinero de todos? Sé que no será suficiente para compensarle por tan desagradable incidente pero...
Algo misterioso e inexplicable unió entonces a aquellos dos seres y los convirtió, ya para la eternidad, en un sólo cuerpo y dos cabezas. El milagro del amor se hizo de nuevo realidad.
E - No se preocupe joven, en realidad no ha sido más que una afortunada casualidad el habernos encontrado... y en cuanto a lo de su amable ofrecimiento, le diré que acepto encantado su proposición, con que el montón de billetes llegue hasta aquél techo me conformo... por ahora, claro está.
Tras una breve conversación, aquellas almas gemelas sintieron una íntima y antigua conexión, era como si se conocieran desde siempre. Por eso les resultó tan fácil abrir su corazón al otro.
B - ¿Crees que lo nuestro tiene futuro amor?
JL - Eso lo dirá nuestro destino y nadie más cariño mío.
B - Ten en cuenta que soy una persona exigente, lo quiero todo de mi pareja.
JL - Tuyo soy corazón, todo tuyo, en cuerpo y alma... aunque has de saber una cosa.
B - Dímelo tú, tesoro mío.
JL - Es que... tengo un pasado, un pasado en el que pensaba, iluso de mí, que si se socializaban las perdidas, también deberían socializarse los beneficios...
B - ¡Eso va a ser socialismo! Pero tú no me sufras, buscaremos un remedio para tu enfermedad, los mejores especialistas, lo que haga falta con tal de que nada ni nadie enturbie nuestro idilio.
JL - ¡Cómo me consuela oírte decir eso! Pero es que hay algo más.
B - Díselo a tu hombre, dime qué es eso otro que tanto te turba.
JL - Verás... es que se supone que soy... rojo.
B - ¿Eso es? ¿Eso es todo? Pues te diré que no has de preocuparte, yo también lo soy.
JL - ¿Tú? Pero si tú eres banquero.
B - ¿Y desde cuando un banquero no puede ser rojo? ¿De qué color es mi Ferrari?
JL - Rojo...
B - ¿Y mi banco?
JL - Rojo...
B - ¿Y mi corbata y mis tirantes?
JL - Rojos también...
B - ¡Pues ya está! Sólo con eso ya soy más rojo que tú.
JL - ¿Sabes una cosa? Me estoy dando cuenta de lo bonito que es el amor, nos hace ver siempre las cosas desde el saldo positivo.
B - Calla tonto, qué cosas me dices, tú sí que eres mi saldo positivo.
Desde aquél día compartieron muchos otros, igual de emocionantes e igual de productivos. Superaron todos los obstáculos que los viejos convencionalismos pusieron a su paso, disfrutaron de cada minuto como si fuera el último. Construyeron juntos un paraíso (fiscal) a su medida, y allí depositaron el producto de su amor.
¿FIN?
Me parece Pelayo que lo que a ti te molestas es que no te han invitado ni al banquete nupcial. Tú, ni te imaginas, menudo hagasajo; ¿de todo! Hubo de todo
ResponderEliminarNi siquiera de mamporrero... ni siquiera de eso.
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