Todos llevamos un asqueroso borracho dentro, ese que siempre termina al control de los mandos cuando menos debe, en esas ocasiones en las que el honorable sobrio exterior cede su puesto ante un dilema mínimamente complicado.
¿Cómo si no se explica que miremos para otro lado cuando nos tropezamos con otro ser humano tumbado en la acera y ni siquiera le preguntemos si se encuentra bien?
¿O que mientras escuchamos que 40.000 personas mueren de hambre cada día sigamos intentando reservar mesa en ese exclusivo restaurante tan de moda?
¿O que no salgamos disparados escaleras abajo para tomar la calle al enterarnos de que el FMI exige a "nuestro" gobierno que profundice en los mayores recortes sociales desde la guerra civil?
Cuando sabemos que algo va mal, que deberíamos tomar partido, arriesgar algo con tal de remediarlo, una diminuta entraña en nuestro interior se remueve... y siempre es hambre.
Se busca una mala conciencia, pero nos conformaríamos con una buena... o normal. Cualquier cosa con la que substituir al asqueroso e inconsciente borracho que desde el principio de nuestros días nos acompaña y nos gobierna.
Si al menos fuera tan gracioso como este...
Vía: rasberryjamdeltav
Gracias Montse
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