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lunes, 11 de abril de 2011

MALDITA ESPERANZA

Si Esperanza Aguirre gana las elecciones regionales, habrá bachiller especial para los cien estudiantes más brillantes
(JAVIER TORRES 05-04-2011 SER)





Esta es la Esperanza de todos los que quieren un mundo perfectamente ordenado. Con cada cosa en su lugar.
Estudiantes repartidos por los cajones como si fueran calcetines y siempre con arreglo a sus características. En el primero los de marca, en el segundo los del montón, en el tercero los de andar por casa, y en el último los que ya están para tirar.

La mía sin embargo es que toda está majadería sea solamente un cohete-petardo de esos que se lanzan al aire para que en el pueblo de al lado se crean que estamos de fiestas. (No se me asombren que cosas más tontas han ganado unas elecciones)

Lo malo será que una vez se vea con otros cuatro años por delante, durante una noche sin luna cualquiera y en la intimidad de su cueva, echará un vistazo al fondo de su caldero y lo recordará todo. "¿Y por qué no?" Se preguntará entonces.
En ese momento Esperanza buscará su escoba y se pondrá manos al desastre.

Es más que otro atropello a la igualdad de oportunidades, es una cortina de humo añadida a otras muchas para ocultar la trágica realidad de nuestro sistema educativo, es la contribución de Esperanza Aguirre a ese futuro siniestro que espera a nuestros hijos.
Otro derecho a dos velocidades al que nos veremos abocados si nadie explica a los chicos y chicas del PPOE que la educación no es un deporte al que equipar con centros de alto rendimiento, que en esto de la educación no se trata de conseguir el record del año, sino de que todos lleguen a la meta, que lo que mejor define la calidad de un sistema educativo no es lo que hacemos con los mejores, sino lo que hacemos con los peores.

Un alumno con hábito de estudio, adecuadamente incentivado e inoculado con el virus de la curiosidad no necesita un trato de favor. Lo que este sistema educativo necesita realmente es romper con la sempiterna costumbre de enseñar a los peces a trepar a los árboles y además, hacerles sentir culpables por no conseguirlo.

Ese 27% de fracaso escolar que denuncian los sindicatos también es una gran mentira (es ya un catastrófico 32%, más del doble de la media en la UE) más aún si no se tienen en cuenta los innumerables alumnos que, sin faltar un día a clase, vejetan durante el bachillerato sobre un pupitre a la espera de que el cuñado de su padre le busque un trabajo al chico.

Tengo la sensación de que ni los unos ni la otra han visitado una clase de diario en un centro público, si lo hicieran quedarían espantados:

Un luchador frente a un sistema en quiebra, un héroe (o heroína) que se mide a la falta de medios provocada por los sucesivos recortes presupuestarios, a algún que otro cenutrio convencido de que su hijo es un ser puro e incomprendido al que el profesor odia sin ningún motivo, a la escandalosa estafa que supone la educación concertada y sus consecuencias sobre la pública, a esa derrota negociada que se ha de pactar cada hora y en cada aula para poder trabajar con sólo unos pocos alumnos.

No sería mala cosa abandonar incluso el termino de "fracaso escolar" o el de "abandono escolar" ya que ambos sugieren un abandono o un fracaso por parte del alumno, lo cual resulta más que conveniente para distraer responsabilidades.
Yo propondría utilizar el concepto de "abandono institucional" o "fracaso estatal", eso si que se ajustaría mucho más a la realidad. Porque sólo fracasan quienes planifican la política educativa, quienes se ocupan de vigilar a los niños en el patio, pasando por ministros de educación, directores generales, inspectores escolares, directores de colegio, maestros, profesores de educación especial, psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras infantiles, equipos multiprofesionales, padres, y conserjes de los colegios.
Los niños no fracasan, son las víctimas, los que cargarán de por vida con las consecuencias de una política educacional pergeñada por catedráticos de la incompetencia.

Pero no me sufran, a todo esto parece que Esperanza ha encontrado la solución. Apartar a los listos de los tontos, los válidos de los inútiles, y si no hay más remedio, que sólo coincidan el día en que vayan a votarla, que de aquí a entonces ya se la ocurrirá algo para remediarlo.

Tal vez proponga urnas de alta calidad para personas como ella y otras más corrientes para tipejos como yo. Una democracia de planta calle y otra de principal...

No creo en un mundo así, no creo en Esperanza... pero haberla, haila.






Imagen: publico.es
Imagen: ventapegatinas

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