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viernes, 14 de septiembre de 2012

NACIÓN DRAGÓN


Lo juro por lo más sagrado… aquello ocurrió… y muchos otros como yo fueron testigos de ello. 

Aquél día, como todos los días, salí del ascensor para encaminarme hacia la salida del edificio donde trabajo… y entonces creí escuchar un extraño ruido sobre mi cabeza. Sin llegar a detenerme frené el paso, y sin demasiado interés, miré hacia arriba. Al principio no vi nada raro, pero cuando estaba a punto de bajar de nuevo la mirada… fue entonces cuando lo vi. 

Apenas era visible, una imperceptible sombra acodada en un rincón del techo, en lo más alto, casi al lado de la rejilla metálica de un conducto de ventilación…. Y entonces empezó a moverse, a crecer, a desprender ligeros soplos de calor.

Varias personas se detuvieron junto a mí, querían ver qué era eso que observaba con tanta atención. La mayoría continuó su camino sin apenas dedicar unos segundos a contemplar aquél misterio… pero unos pocos… los elegidos… los que tenían ojos para ver… esos permanecieron a mi lado… bajo la protección del dragón… 

“Yo también lo veo” me dijo una mujer casi al oído. “Yo también, yo también” insistió un hombre tras sus gafas oscuras. “tiene usted razón, ese aire caliente que parece una respiración, ese extraño olor a quemado… sólo puede ser eso… es un dragón invisible… no puede ser otra cosa” afirmaban los dos sin bajar la cara. 

“¡Miren esa curiosa marca en la pared! ¡Juraría que eso no estaba ahí antes!” exclamé emocionado. “¡Son sus garras! ¡Es la marca del dragón!” 

“Sí… es cierto… esos arañazos… es una señal… es el mensaje de un ser sobrenatural, y nosotros sus elegidos” “Esto es real… lo tenemos ante nuestros ojos… este techo es su sagrado santuario… este edificio su territorio… y esa marca en la pared, nuestra enseña” 

No pretendo que nos crean, no pretendo que nos comprendan. Este sentimiento que nos mueve es una cuestión propia que ya forma parte de nuestra identidad… alrededor de esta historia hemos construido un mundo que solo pertenece a los que comparten nuestra especial sensibilidad… ahora somos otros… ya no compartimos vuestros sueños… ni vuestras costumbres… ni vuestros himnos… ni siquiera vuestro idioma… y mucho menos vuestra bandera. 

Vosotros... los sin tierra, los sin valores, los sin fronteras...

Nosotros... Nación Dragón.





Aquellas primeras banderas representaron la fuerza de los poderosos durante las cruzadas, las sedas y los tejidos livianos que llegaban desde el otro lado del mar ondeaban al viento mucho mejor que los pesados paños del clásico estandarte romano. 

Me pregunto quién sería el visionario que inventó lo que se pronto convertiría en el arma de destrucción masiva por excelencia… pero no le culpo, estas cosas pasan, uno nunca puede imaginar hasta donde llegan los sueños. 

Aquél bienintencionado nunca sospechó que su creación cobraría vida propia, que solo serviría a los señores, que aquella orden atada a un palo representaría la victoria de los hombres contra los hombres... y en tan pocas ocasiones la llegada de la libertad… 

Qué fue de la bandera de los pobres, ¿es que fue izada alguna vez? ¿Cuál era la bandera de los obreros que hace dos siglos conquistaron la jornada de ocho horas, o la prohibición del trabajo infantil? ¿Qué bandera enarbolaba Rosa Parks en aquél autobús cuando se negó a levantarse de un asiento reservado para los blancos? ¿Qué bandera representaba a la multitud que colmó la Puerta del Sol el pasado 15 de mayo? La verdad, la justicia, y el amor no necesitan banderas, se bastan por sí solos para ser reconocidos. 

Las banderas nacen para substituir a las palabras, pocas veces lo consiguen, y cuando lo hacen sólo es para mostrarse como son... esa orden colgada de un palo. Las banderas no admiten objeciones, las banderas no negocian, son incontestables y no admiten medias tintas... o tras ellas... o frente a ellas. 

Las banderas siempre han sido mentirosas, incluso en sus mejores años lo fueron... "Mi himno es el de Riego, y mi bandera la de la República" afirmaba Franco a los pocos días de su "alzamiento". Durante los primeros meses de aquella guerra, era una sola enseña la que ondeaba en ambos lados del frente... la misma bandera para dos formas antagónicas de ver el mundo... la más precisa metáfora para definir a unos hombres que en realidad luchaban contra sí mismos. 

Hago memoria y descubro algo muy curioso… a más banderas… más fascismo, más siervos, desaparece la libertad de pensamiento. 

No creo equivocarme al pensar que si hubiera de elegir un objeto que representara la historia del hombre, elegiría una bandera, una cualquiera, una de esas por las que los hombres mataron y murieron, una de esas en las que envuelven el féretro de los héroes, una rota y ensangrentada por mil batallas. 

Contemplo la imagen de una multitud que abarrota las calles de Barcelona, pero no veo tantas personas, veo muchas más banderas, veo cosas que cubren a seres, hombres y mujeres que de ser libres serían distintos, al menos lo suficiente como para no compartir todo lo que dice una sola bandera. 

Los blasones en el fútbol… en los soldaditos de plomo… en los barcos… en los barcos de piratas más que en ningún otro… en las enaguas… o como máximo, apolilladas en lo más hondo del cuarto de banderas. 

Nacionalismo y bandera… no hay mejor muleta para el nacionalismo que una buena bandera, pues aún cojo, le permite sostenerse y mantener las apariencias, servir de cubre todo y tapar lo que ha de ser tapado, ocultar y atraer la embestida de otros nacionalistas… del añorado enemigo.

Con una bandera se construye un mito, y puede hacer creer a un hombre bueno que el suelo que pisa es más que tierra, que es sagrado, que es un ente vivo que le escucha y le ve, que le ama y suplica ser correspondido. Y así, cuando una muchedumbre de hombres buenos descubre que comparten la misma (falsa) sensación, surge la identidad, el saberse dentro de un círculo en el que poder sentirse un poco más a salvo. Y entonces ya no tendrá ninguna importancia que los hombres que componen el círculo cambien con el tiempo, que mueran y nazcan, que lleguen otros desde otras partes… la identidad permanece anclada a la tierra… atado todo al palo de una bandera. 


Mientras que el nacionalismo sea considerado como algo simplemente malo, conservará todo su poder de fascinación... (fascinación y fascismo, alguna relación habrá). 

Al día siguiente de que sea considerado vulgar... entonces desaparecerá para siempre de la faz de la tierra.





Imagen: stockphotos

Imagen: elroto

15 comentarios:

  1. Me ha gustado eso de "a más banderas más fascismo"; será por el hecho de que cuando estaba en el colegio, hace más de 50 años, nos ponían firmes en el patio del colegio delante de ella y nos hacían cantar, entre otras lindezas, el "cara al sol" o "montañas nevadas",mi desapego a la bandera es muy grande.
    No me dicen nada, ni la andaluza, que es la de mi tierra; alguno puede llamarme "antipatriota", joder con el palabro, es feo de cojones, me da lo mismo, que lo mismo me da; me gusta pensar que mi bandera es el mundo y mi casa cualquier lugar.

    Un abrazo.

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    1. Tú y todos los que pensais de esa manera sois mi patria amigo Emilio... sobre vosotros me gustaría levantar mi casa.

      El abrazo más fuerte.

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  2. Ahí estamos los rebeldes de un par de narices, me pregunto si nos agrupáramos dejaríamos de serlo. Las banderas, bahh formas simbolismos necesarios donde apoyar el ego. Bs.

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    1. No hay nada malo en caminar juntos... lo malo es caminar con un trapo en los ojos. Y si llegado el caso se necesita un símbolo, que sea el de algo que implique a todos, que sea identificativo y no excluyente... la justicia, la libertad, la igualdad... nadie se queda fuera de esas cuestiones.

      Saludo

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  3. A ver, creo que una bandera es un trapo al que muchos tienen devoción, cada cual que adore lo que quiera para mi es un trapo de colores.
    De nacionalismo no sé demasiado, conozco el de mi tierra y aquí siempre ha jugado el papel de defender un idioma y unas diferencias culturales que de otra forma habrían desaparecido.
    Creo que las diferencias enriquecen y se comparten pero
    Lo que está claro es que siempre hay que atender prioridades y en este momento son comunes a todos-as.
    Me ha gustado que no ondees en el aire una bandera :)
    Saludos

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    1. Existe el paradigma de que el conservar (la utilización) de un idioma o el mantener una cierta tradición es bueno... o malo.
      En mi opinión entrar en esos barros es algo tan absurdo como considerar la muerte como algo bueno o malo... ¿hemos de sentirnos tristes porque nuestros hijos crezcan y desaparezcan esos bebés que tanto quisimos?
      No terminamos de aceptar que ciertos procesos son naturales, la aparición y desaparición de personas, cosas o costumbres no tiene porqué ser algo traumático... el eterno influjo judeocristiano nos perseguirá durante otros dos mil años.
      No digo que un idioma se deba perder pues forma parte importante de todos nosotros, ha de conservarse de la mejor manera posible... pero forzar o intentar influir en su utilización por los pueblos... eso es pura soberbia, la obtusa conclusión a la que el corazón nos empuja... el corazón, los sentimientos... el terreno más propicio para la gran farsa nacionalista.
      Un idioma es una herramienta, la más hermosa de todas tal vez, pero el hombre, y la búsqueda de eso en lo que ha de convertirse es algo infinitamente más importante.

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  4. No es bueno ni malo, simplemente es, naces en un lugar o en otro eso es igual pero el entorno te influye lo quieras o no, te forma de una determinada manera y el idioma nace en consonancia, en armonía con todo eso.
    Forzar se forzaba durante el franquismo a utilizar otro idioma en las escuelas y no era el que se hablaba en el entorno familiar, no era el materno o paterno. Si ahora ese idioma se utiliza mayoritariamente es porque eso se consiguió a base de de forzar, de ridiculizar a todos los niños-as que hablábamos lo que escuchábamos a nuestros padres, abuelos, tatarabuelos...etc
    Sin ánimo de polémica Pelayo, esto iba de banderas :)
    Estoy de acuerdo, el hombre está por encima de todo y el entendimiento también
    Salud

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    1. Has puesto un estupendo ejemplo Balbi. Durante la dictadura, el empeño de Franco era reducir el catalán a la mínima expresión en favor del castellano... visto desde hoy, ¿podemos decir que sus denodados esfuerzos tuvieron algún éxito? Yo creo que no. Los idiomas son entes vivos fuera de todo control, son otros vientos los que les empujan... y nunca nuestra cicatera costumbre de encarcelar las palabras.
      Los que hoy intentan hacer crecer el catalán no se equivocan mucho menos que el dictador, también sueñan con atrapar nubes con los dedos... pero me temo que el resultado será el mismo.
      Mientras Franco planeaba esa vida eterna para el español, al otro lado del océano surgían nuevas voces que se mezclaban entre sí y que más pronto que tarde harán del español un idioma completamente distinto... y seguramente olvidado. Ese es el destino de todas las lenguas, mezclarse, adaptarse a las personas que las utilizan, y en el mejor de los casos convertirse en materia de estudiosos y eruditos.
      Cualquier intento de hacerlas perdurar artificialmente es otra muestra de nuestra estúpida arrogancia, de nuestras ansias de vivir para siempre... pero aterrados ante la posibilidad de morir.

      Un beso fuerte

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  5. "Perdonen que no me aliste bajo ninguna bandera, vale más cualquier quimera que un trozo de tela triste" dice mi admirado Jorge Drexler. Estoy completamente de acuerdo con tu rechazo a las banderas. Y añado además que el ser español me ha dado una perspectiva diferente, pues el ver los nacionalismos ibéricos me ha inoculado contra el virus del nacionalismo español. No todo es tan malo, el himno español no tiene letra, nos ahorramos el oír las ideas trasnochadas de los otros himnos.
    Un abrazo sin bandera.

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    1. Eso de que el himno no tiene letra es sólo una prueba más del desgaste que ha sufrido (afortunadamente) el nacionalismo español, súmale que hasta la moneda, una de las más reresentativas enseñas de una nación ha desaparecido (por el momento), suma también el enorme porcentaje de población que según las encuestas, han perdido ese sentimiento patrio inquebrantable y ahora abraza una visión mucho más internacionalista. Añade la falta de representatividad del ejército (cuajado de inmigrantes), la caída en picado de la credibilidad de los padres de la patria... y tendrás un país que es la antítesis de lo que todo buen nacionalista desea. Y sobre la bandera... ya lo vemos todos... se ha convertido en lo que se ha convertido.
      Hace poco le preguntaban a un niño que qué era eso, y el niño sonrió de oreja a oreja mientras decía... ¡Campeooones, campeooones... oé, oé, oeeee!
      Desafortunadamente ha llegado esta crisis-estafa para dar una nueva vida a determinados salvapatrias que sin lugar a dudas tienen su público... ahora pretenden distraer la atención, tal y como esperábamos, intentan vender viejas banderas y levantar nuevas alambradas... y hasta puede que lo consigan. Este país es a veces tan primitivo, tan mezquino, tan desmemoriado, tan ciego... como casi cualquier otro...
      Siempre lo digo: Todos habrán de despertar, unos con palabras, otros a hostia limpia... el resto un día cualquiera, al abrir la puerta de la nevera... mientras la banderita se le cae de las manos.

      Un saludo compañero

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  6. Es cierto, la riqueza de las lenguas es que están siempre vivas a pesar de todos los atropellos, de todas las represiones y como todo lo que está vivo pierde o mueren algunas palabras y se enriquece, se fortalece con otras compartidas.
    Un beso y un buen sábado

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  7. Qué fuerte compañeros y compañeras. ¿También a vosotr@s os molestan las banderas de Barcelona? ¿Metéis a toda aquella gente en el saco de los nacionalismos porque llevaban banderas?
    Como dice Umberto Eco, los pobres no eligen su herejía. Están hartos y se apuntan a la primera que pasa. Indignados, independentistas, qué más da. Lo que quieren es salir de su aldea y se van con quien sea.
    Toda esa gente de Barcelona está diciendo que quiere una ilusión, un objetivo, un proyecto (un proyecto sugestivo de vida en común, decía Ortega y Gasset) y que está harta de las negras previsiones de futuro que nos dan los que mandan día tras día. Y lo hace con el único medio que conoce: salir a la calle con pancartas y banderas.
    Que un militar diga que tendrán que pasar por encima de su cadáver se entiende. Pero que vosotros y vosotras no lo entandáis me da un poco de pena.

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    1. Tranquila Algú... que nadie se ha vuelto loco (al menos ninguno que ya no lo estuviera)...
      Nadie en sus cabales se siente molesto o amenazado porque unas personas paseen con banderas por las calles de Barcelona... las banderas son objetos inofensivos en sí mismos, y las personas son inocentes... pueden estar equivocadas, pero (casi) siempre son inocentes.
      Los 17 millones que elevaron a Hitler al poder no eran pérfidos asesinos sedientos de sangre, eran en su mayoría personas honestas que presumían estar haciendo lo correcto... la sorpresa vino después, cuando el huevo al que daban su calor eclosionó y se encontraron con la más voraz de las serpientes.
      Los 15 millones de personas que votaron al PPOE en los últimos treinta años lo hicieron pensando que eso era lo más conveniente para los intereses de todos los españoles... ahora se empiezan a dar cuenta de que los dos partidos que prometían democracia solo son peleles al servicio de los mercados y los grandes grupos empresariales.
      Las banderas de Barcelona en la pasada diada son también la manifestación de personas bienintencionadas, no son psicópatas fuera de control... pero ese sentimiento nacionalista que descansa en el fondo del asunto es muy peligroso... es cierto que cada región, cada grupo social, tiene sus propias caracteristicas, a veces es el idioma, religión, costumbres... y por el bien de todos que eso se mantenga así, pero para mantener esas diferencias no necesitamos levantar fronteras... es más, aunque parezca raro, hay que derribarlas.
      Ningún nacionalismo ha hecho de los hombres más libres, más pacíficos, ni más solidarios. Su resultado final siempre es el mismo Algu... más sangre, más miseria, y más odio... esto es algo incontestable, es como los números... no se discuten... se comprueban.

      Beso fuerte

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    2. Bueno, menos mal. Seguimos juntos en el mismo bando.
      Otra aclaración. No hay sentimiento nacionalista que valga. Si queremos independizarnos de España es por razones prácticas. Nada de identidades ni esas zarandajas.
      Los españoles (están en su derecho) adoran en su mayoría a su rey cazaelefantes y votan masivamente al Registrador de la Propiedad en excedencia.
      Te aseguro que si España fuera una república cuyo presidente fuera, pongamos Julio Anguita y su primer ministro, pongamos, Sánchez Gordillo, yo no hubiera ido a la manifestación del otro día.
      En fin.
      Un saludo caluroso.

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    3. ¿Levantar una frontera por cuestiones prácticas?
      ¿Darme una pasadita con la plancha caliente por toda la cara para ahorrar en espuma de afeitar?
      ¿Amputarme los dedos para no comerme las uñas?

      Si queremos que gente honesta como Anguita o Gordillo ocupen el lugar que les corresponde no tendremos más remedio que empujar a la vez compañero... ponte en el lugar de esos miserables que nos arruinan la vida, y piensa qué te convendría más... ¿una ciudadanía unida o dividida?
      Y ya no hablo sólo de Cataluña, hablo de TODOS, portugueses, franceses y lapones...

      Te aseguro que la inmensa mayoría de los españoles no adoramos al cazaelefantes ni al registrador... eso es solo lo que algunos pretenden hacerte creer. Y en cuanto a la vergüenza de que esta gentuza salga reelegida una y otra vez en Madrid... no me digas que te sientes orgulloso de los que son elegidos en Cataluña... esos perros (los de aquí y los de allí)ya no se molestan ni en cambiar de collar. ¿Para qué iban a hacerlo? Así, en plan descarado, también cuela...

      Dividirnos es práctico... pero no para nosotros.

      Saludo

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