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viernes, 31 de agosto de 2012

EL REY QUE TODAVÍA MANEJA LA DERECHA





Fue nada más llegar, cuando Don Juan Carlos visitaba la Dirección General de Tráfico (sin el cinturón de seguridad). Allí, a pie de pista, le esperaba nuestro ínclito ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, y como no podía ser de otro modo, fue acercarse... y empezar a entrarle unas ganas de darle una hostia a alguien...

El rey del derechazo... vale... lo admito... no tiene ya la potencia de sus años mozos, anda un poco corto de reflejos, pero teniendo en cuenta su avanzada edad habremos de reconocer que no está nada mal.

Toda una vida al servicio... ¿pero qué digo? toda una dinastía entregada al sacrificio que supone ser la salvaguarda de nuestros desatinos.

 Tentativas de golpes y tropezones aparte, ya es un hecho absolutamente contrastado que su majestad siempre se ha valido de la derecha... 

Con la derecha juró cumplir, y hacer cumplir los principios del movimiento nacional franquista, consagró su vida y su absoluta lealtad a la fiel observancia de las leyes fundamentales del régimen... y vaya si lo ha cumplido. Sin embargo, la Constitución prefiere manejarla sin preferencias, tanto con la izquierda como con la derecha, tal vez porque no pudo jurarla... tal vez porque no pensaba cumplirla...

Con la derecha saludaba al generalísimo cuando siendo mocito, era invitado al Pardo para estrechar lazos... esos mismos que años más tarde lo dejarían todo "atado y bien atado".

Con la derecha empuñaba el arma que disparó contra su hermano menor... con la misma golpea a su chófer porque no le deja sobre la jodida alfombra roja.

Con la derecha se las ha ingeniado para que en periódicos como "El País" o "El Mundo" recorten de las imágenes ese impagable segundo en el que suelta su regia mano sobre el conductor de nuestro coche oficial... cosas que sólo un diestro soberano es capaz de conseguir sin apenas romper a sudar.

He descubierto algo nuevo. He descubierto que el el estrés es el mayor enemigo de los reyes... les hace hacer y decir cosas raras. He descubierto que los monarcas son personas habituadas a la vida plácida y tranquila, y que cuando algo les perturba se convierten en uno, en el mismo, en el de siempre... en el que está por encima de ley y sobre sus súbditos el que trama y compone a espaldas de la justicia, contra la libertad, contra el derecho y la igualdad... contra todo lo que hace hombre al hombre.

Por eso Don Juan Carlos reaccionó de esa manera, abroncando en público al conductor desde su lado más natural, porque no obedeció sus indicaciones de aparcar un poco más a la derecha. 

Mientras, a pocos metros la plebe, esos seres ruidosos y bullangueros que apenas saben lo afortunados que son por mantener la cabeza en su sitio, esos que le increpan con saña, le abuchean y le ridiculizan con sus gritos y sus pancartas.


"Basta ya de recortes, no más robos"



Yo, plebeyo donde los haya aunque lleve nombre de rey, me permitiría aconsejar a su majestad que cuide esa mano que le pierde... esa derecha con la que tanto ha ganado. Sea consciente Señor, de que los tiempos están cambiando, que ni los vasallos, ni los osos, ni los elefantes, son ya los que eran, que los unos y los otros han perdido toda consideración por su divina persona... hasta los niños lo dicen... que los reyes son mentira.





lunes, 27 de agosto de 2012

VENDO MIEDO



La primera vez que me dijeron que algo extraordinario estaba pasando en Islandia fue allá por 2010.
Durante aquellos días rebusqué en los periódicos, pero poco encontré. Solamente en el diario Público, en su edición en papel, di con un escueto artículo bien adentrado entre sus páginas. En él se describía la temeraria iniciativa de un grupo de ciudadanos que protestando ante las puertas del parlamento islandés, intentaba conseguir la dimisión del gobierno, convocar elecciones, y reescribir la constitución.

En aquellas pocas líneas apenas cabían las razones de tan estrafalarias intenciones, lo que sí había en el diminuto artículo era una clara advertencia, un implícito aviso de lo peligroso que es saltarse “el conducto reglamentario”, ya que toda aquella aventura popular podía terminar con “la democracia más antigua del mundo” y derivar fatalmente en una especie de golpe de estado de imprevisibles consecuencias.

En el resto de los medios el silencio sobre Islandia era absoluto, la decisión mediante referéndum de cubrir parte de la deuda con los bienes de los bancos que habían provocado la quiebra y aplazar el resto del pago a las posibilidades reales de su economía, no eran un asunto de la suficiente importancia para los guardianes de la información en España. Por eso, con una absoluta complicidad que duro casi dos años, callaron sobre todo lo relacionado al mal ejemplo islandés.

Hoy los islandeses tampoco son precisamente el centro de atención para nuestra “clase periodística”, su nueva constitución redactada por personas ajenas a los “profesionales” de la política no merece demasiados comentarios, su economía en pleno crecimiento parece no llamar la atención de nuestros sesudos analistas… “ya no es posible tergiversar el fenómeno, hagámoslo invisible”

La maquinaria que da o quita, oculta o deja ver, está en marcha… hoy más que nunca.


Aunque lo parezca, esta entrada no trata de Islandia… esta entrada trata de nosotros. Trata de cierto día del pasado verano, cuando durante una de aquellas interminables asambleas del 15M junto a “la ballena” de la Puerta del Sol, este que os habla, vio pasar a un grupo de no más de treinta personas en dirección al Congreso de los Diputados. Los que dirigían la asamblea ni siquiera volvieron la cara, y de entre los demás, muy pocos les prestaron atención, si acaso algunos silbidos de reprobación para los que habían decidido abandonar la plaza y llamar por fin a las puertas del reino.

Desde aquel entones esa escena se ha repetido muchas veces, pero ahora aquel pequeño grupo de treinta personas ha crecido hasta convertirse en miles… y aquellos tímidos abucheos se han terminado transformando en compañías de policías antidisturbios.

A veces me pregunto qué habrá en el Congreso de los Diputados que tanto miedo despierta en algunos, qué esconderán sus puertas cuando la pacifica presencia de unos pocos ciudadanos  hace brotar desde todas partes palabras tan gruesas como “golpe de estado” o  “asalto a la democracia”. Esto ya ocurrió en 2010, el caso islandés mereció para un periódico tan progresista  como “Publico” semejantes epítetos, y esto mismo ocurre hoy, aunque esta vez los repartidores de miedo están cuidadosamente entremezclados y mucho más dispersos… para ser más eficientes.

Los reconoceréis al instante, son los que os venderán a precio de oferta un jugoso pastel de “ándate con ojo”. Esa cosa grasienta y rancia que desde tiempos inmemoriales se sirve fría y en generosas raciones cuando surge la lejana posibilidad de cambiar el rumbo de este malherido país.
Son los amantes y guardianes de la democracia, más concretamente los amantes de “esta democracia”, los que insisten en ver al rey vestido cuando siempre fue en cueros… son los que nos harán dudar hasta convertir nuestros propios dedos en huéspedes. Nos dirán con su tono más paternal que saben de nuestras buenas intenciones, que miremos bien quién se manifiesta a nuestro lado, que no todas las compañías son buenas en según qué viajes… que dejes ya de joder con lo del Congreso… que eso no se dice… que eso no se hace… que eso no se toca.

Decidles de mi parte que si manifestarse ante el edificio que mejor representa a nuestras libertades supone una amenaza para alguien, es que algo grave está pasando con nuestra forma de entender la democracia, es que la justicia y la libertad misma ya no habitan entre esas cuatro paredes.

Seamos conscientes por una vez… aún en medio de esta gran estafa llamada crisis. Estamos a punto de traspasar las puertas de un definitivo y terrorífico escenario, donde si no ponemos remedio, se cerrará el porvenir de todos nosotros (los vende miedos y el resto).

El gobierno de Rajoy, ante la impávida mirada del resto de partidos, está negociando un memorándum con los mismísimos canallas que han provocado esta crisis. Es la hoja de ruta del desastre absoluto que arrasará este país, son las nuevas reglas que habrán de llevarnos un siglo atrás, a ese infierno de miseria e ignorancia que nos contaron los abuelos, a ese mundo que ya asoma cuando una niña enferma de cáncer tiene que dormir en una furgoneta porque han desahuciado a su familia… cuando la duquesa de Alba recibe tres millones de euros como subvención por el simple hecho de poseer miles de hectáreas de tierras abandonadas. 

¿Cuánto más ha de suceder para que veamos que esta forma de hacer política no es sino una gigantesca agencia de colocación, un templo a la injusticia? ¿Cuándo seremos conscientes de que nada ni nadie que no seamos nosotros (TODOS) puede detener esta locura?


Los hay que en el sencillo acto de manifestarse frente al Congreso ven un ataque a la democracia, a esa democracia regalada de la que se sienten tan orgullosos… son los que no saben o quizá  prefieren ignorar, que la democracia verdadera, como cualquier otro avance, se conquista… que jamás se obtiene de la mano abierta de un tirano que muere en su cama.

Algunos de ellos son los que hoy añoran lo que el PSOE de la transición nunca fue, son también los que por razones mágicas, ven en esos sindicatos mayoritarios y generosamente amamantados por el estado, el arma que nos libere de la dictadura de los mercados.

Son los que torcían el gesto hace un año cuando oían hablar de los miles de ciudadanos que llenaban la Puerta del Sol sin una convocatoria formal y sin objetivos claros, son los que menospreciaban y menosprecian lo ocurrido en Islandia porque no conviene a su ideario, los que te dirán que tengas miedo, todo el que puedas, que desconfíes de personas como Julio Anguita y Sánchez Gordillo, que sus intenciones no son del todo claras… te dirán también que después de todo, las cosas no están tan mal, que a pesar de todo aún vives mucho mejor que tus abuelos… pero lo peor no será lo que digan… peor aún es lo que callan.

Callarán que hemos llegado a un punto de la historia en el que no queda margen para otras formas de protesta más convencionales, que el pacto social es una quimera y no hay intermediación posible entre este gobierno y los expoliadores que ya llegan. Y callarán más… callarán que la única posibilidad de ganar es olvidar diferencias y aferrarnos a lo que nos une, callarán que nos encontramos bajo mínimos, que eso que nos amenaza no conoce ideologías, que su intención es devorarlas a todas, substituirlas por la nada más absoluta y hasta convertirnos en esclavos… callarán que hasta recuperar un mínimo control de nuestras vidas, debemos dejar de ver policías, perros flautas, nacionalistas, maketos, anarquistas, maestros, okupas, notarios, pensionistas… si es que no queremos perder… otra vez… y puede que para siempre.


Lo tengo aquí a mi lado, justo a mi vera… es Burt Lancaster, polvoriento, revolver en mano, mal vestido de vaquero golfo y descreído… a punto de enfrentarse a la muerte... dice que las revoluciones no existen… que en realidad nunca existieron porque solo es una… la de siempre… la de los buenos contra los malos. La pregunta es… ¿cómo saber quién es quién?

Algo de provecho tenían que traer estos tiempos, la respuesta… la verdadera… es esa que está en el aire…

Aunque seguimos sin saber quienes son los buenos… ya no caben dudas respecto a los malos.





Imagen: fondosni
Imagen: elroto

jueves, 23 de agosto de 2012

EL VALLE DE LOS MUERTOS


Supongamos, si no es mucho suponer, que dentro de mil años alguien siente curiosidad por saber cómo eran las vidas de los que habitaban el inmenso desierto en que este país se habrá convertido.

Imaginemos a esos arqueólogos del mañana mañana escarbando en las arenas, descubriendo asombrados, la excelente calidad de los materiales y la sofisticada construcción de lo que bien mereciera ser la tumba de un faraón, desempolvando con todo cuidado la inscripción de un gastado rótulo... "Hoyo 10", así es como llamarán a la tumba.


"Hoyo 10". Ni yo mismo, enterrador de enterradores, habría dado con un nombre más adecuado para  la urbanización donde nuestro ministro de economía ha decidido hacer cubil... una zona residencial de lujo donde invertir esos pocos euros con que recompensamos sus ímprobos  esfuerzos por destrozarnos la vida. 

Un paraíso (el de un sibarita) situado en plena Moraleja, un lugar seguro y controlado (el de un hombre previsor) por los más sofisticados sistemas de seguridad integral. 

El Señor Luis De Guindos, faraón de la economía donde los haya, parece manejar de manera bien provechosa la suya propia... la suya y la de su Señora esposa, que desde su recoleta empresa inmobiliaria, complementa más que adecuadamente las habilidades de su amado esposo.

Ocurrió a finales de julio y fue por algo más de 500.000 euros… todo dentro de la más estricta legalidad, a través de una promotora amiga (Reyal-Urbis, propiedad del sin par Rafael Santamaría), con el respaldo y el cariño de un banco amigo (de los 1,1 millones que la promotora pidió al banco para la construcción,  Barclays perdonó más de 600.000 cuando la vivienda pasó a manos del señor ministro), en una notaría de confianza, en medio de la crisis, sorteando hábilmente la inminente subida del IVA, y al más puro estilo del especulador de bien.

Muy próximo al aeropuerto (hombre previsor escapa por dos), con un par de plazas de garaje y trastero, con dos terrazas y 132 metros construidos, dos piscinas comunitarias, pistas de padel, lo último en gimnasio y circuito “spa”, zona relax con tumbonas térmicas...

Si cada uno de los ladrillos que componen el lujoso refugio del ex presidente de Lehman Brothers en España, se convirtiera de repente en una rata muerta y agusanada por quince días al sol, todo este asunto del ático apestaría mucho menos...

Y si aún así, lo de Don Luis fuera la excepción, tal vez podríamos darnos por satisfechos… pero no, los futuros buscadores de tumbas faraónicas estarán de suerte… “Hoyo 10” es solamente uno entre otros muchos en ese gigantesco “Valle de los Muertos” que será España. Diferentes en sus nombres, diferentes familias, diferentes dinastías, y un solo anhelo… la excelencia, la obscena exhibición de poder que todo miserable necesita para no verse a sí mismo, rodearse de lujo, cuanto más mejor, por los cuatro costados y a costa de lo que sea.


Don José Bono,  ex presidente del Congreso de los Diputados, otra víctima inocente del mal de altura… lujoso ático en un noveno piso de 260 metros cuadrados valorado en 1,6 millones de euros y situado en la calle Velázquez, pura y roja sangre del barrio de Salamanca, a tiro de piedra (no es una idea) del parque del Retiro… 

“Querida amiga, soy José Bono y vengo a vivir con mi hija Sofía a este edificio…” Así, tal cual, comenzaba la carta de salutación con que José el campechano (¿será una epidemia?), se presentaba ante sus nuevos vecinos.

A modo de anécdota, cabe destacar que la vivienda en cuestión forma parte de un edificio con larga tradición, ya que por él han pasado eminencias del pelotazo tales como el mismísimo Kaká o el ínclito Ronaldo Nazario de Lima.

Lo más curiosos del caso es que la escrituró a su nombre y al de su hija Sofía Bono Rodríguez, que con 12 añitos, ya es también  propietaria de un local comercial de la joyería Tous en el centro de Albacete. El ático del dicharachero Bono tiene una superficie de 260 metros cuadrados, alcanza un valor en el mercado de más de 1,6 millones de euros, y forma parte del sorprendente incremento en su patrimonio (casi diez millones en sólo nueve años) por el que ya tuvo que dar explicaciones ante el Tribunal Supremo… poco antes de retirarse de la sacrificada primera línea política.

En aquella ocasión la Fiscalía no vio nada raro en su estrecha relación con constructores de tan intachable prestigio como Francisco Hernando, El Pocero, Rafael Santamaría… encontró perfectamente lógico que  Santamaría regalara a los Bono dos caballos valorados en más de 200.000 euros, así como la decoración de la casa familiar en Olías del Rey… a nadie le resultó extraño que el honorable Santamaría, propietario de la promotora Reyal-Urbis (la misma que ha proporcionado su ático a  Luis de Guindos) fuera excepcionalmente generoso con los dos áticos de lujo en Estepona adquiridos por el matrimonio gracias a una permuta con un piso de menor valor en la madrileña colonia de Mirasierra…  ahora empiezo a creer en la justicia… al menos, en eso de que es ciega… aunque yo añadiría que además de ciega es sorda… y muda… y coja… y fea… y algo puta también.

Palacetes, mansiones, áticos de lujo, grandes fincas que a veces cuentan incluso con protección oficial… siempre en zonas exclusivas, siempre con lujosos acabados, pagados al contado o financiados de la forma más amable posible por un amigo banquero, rodeados de muros y guardaespaldas que mantengan bien alejados a los esclavos… así es como viven nuestros faraones… y ahí les encontrarán los arqueólogos del futuro, retorcidos en sus sarcófagos… víctimas de un último e insoportable ataque de codicia… y como toda momia, absolutamente vacíos por dentro.


Con la sangre temperada, sin insultos ni gracietas: ¿Qué clase de hombre puede dormir una sola noche en su ático de lujo, cuando con sus decisiones favorece su propio enriquecimiento a costa de la ruina de los demás, cuando durante el día participa y consiente en que una docena de familias sean sacadas a rastras de sus casas?
Esta sí que me la sé… y tú también… pero no lo digas en alto… que decir la verdad va contra la ley.


Siempre fuimos algo duros de oído, pero a fuerza de insistir, terminarán por hacernos entender que la legalidad (su legalidad) no significa nada, que las leyes ya son solo renglones retorcidos tras los que poder esconderse de la verdadera justicia, que han venido únicamente  para servirse de su posición y que no están dispuestos a marcharse… si no es a cambio de un sillón dorado.

La indignidad ha de tener un límite, y ese límite no lo marcará el parlamento ni los juzgados, ese límite está en nuestras manos… siempre estuvo ahí, aunque lo olvidáramos… aunque nos digan que lo olvidemos.

Está llegando el tiempo de cambiarlo todo, de cambiarnos a nosotros mismos y empezar a construir otros hombres, hombres diferentes a todos los anteriores, hombres a los que nunca se han enfrentado, hombres que ya no son turba violenta e ignorante, hombres conscientes de sí mismos y que transforman violencia en determinación, en la firme voluntad de no ceder nunca más el control de sus vidas y las de sus hijos.


Hombres que al fin, sean capaces de plantarse frente a su congreso, frente a su senado y frente a sus mansiones… plantarse y echar raíces si es preciso, plantarse y decir que no queremos más papeles mojados, ni más miedo, ni más mentiras, ni más canallas, ni más cuentos chinos ni más cuentas de la vieja, porque ya hemos despertado de esta larga pesadilla, porque ya no somos los que éramos.