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"Uno de los malentendidos a los que nos ha llevado el fundamentalismo democrático es creer que todo el mundo tiene derecho a cursar estudios universitarios."
Advierto a los concurrentes, antes de empezar la carnicería, que el entrecomillado lo he puesto yo... que en el artículo original las palabras vienen tal cuál... así, como una opinión-sentencia que te habrá de preparar para lo que sigue.
Lo más atroz de la frase, lo más bárbaro, lo más fascistoide, lo más canalla, lo menos sensato, lo más Marhuenda... es eso del "fundamentalismo democrático". Parece ser, según Orejudo, que estamos en peligro de morir de una sobredosis de derechos, de justicia, de igualdad de oportunidades... parece ser que hemos de contenernos en nuestras aspiraciones, no sea que muramos de pura dignidad.
Es el de Antonio Orejudo, uno de los artículos más vergonzantes que he leído en los últimos años... más por venir de
eldiario.es... más por ser de alguien como Antonio Orejudo.
"Una cosa es que nadie con la capacidad intelectual y la preparación adecuada deba quedarse fuera de la universidad por motivos económicos, y otra muy distinta es que todo el mundo tenga derecho a matricularse en un grado universitario independientemente de sus capacidades, que es lo que sucede en España."
Yo me cago en Orejudo y en su idea sobre el derecho a cursar una carrera universitaria... y me cago cuantas veces haga falta en ese concepto que limita la vida de una persona con arreglo a valores tan caprichosos como la condición social o la (presunta) capacidad académica.
Se ha de ser muy zoquete para no sospechar siquiera que la calidad de un profesional no cuadra al cien por cien con los resultados obtenidos durante su preparación... que se puede ser un excelente médico sin una sola matrícula de honor en el currículo universitario... que se puede ser una magnífica investigadora con un expediente cuajado de cincos... que hay cuestiones (infinitas) no medibles por los actuales sistemas educativos... que hay capacidades y aptitudes que se escapan al dichoso numerito del examen trimestral.
Si repugna ese concepto de "educación para el que la pague", no repugna menos ese otro de "universidad para listos"... por algo muy simple, porque en los dos subyace eso de "para el que pueda".
¿Quién merece más el apoyo y la ayuda de la sociedad? ¿El que dispone de una cartera y un cerebro privilegiado? ¿O el que sin chequera y "aparentemente limitado" se esfuerza lo indecible para alcanzar su sueño?
A todos los Wert (internos o externos) de este mundo les pregunto:
¿Es necesaria una universidad intelectualmente elitista? ¿es razonable? ¿es justa? ¿Y si es necesaria... para qué? ¿Para producir máquinas eficientes, o para hacer que nuestros hijos alcancen sus sueños? Me temo que vuestra diminuta consciencia (la de Wert y Orejudo) olvida que una sociedad justa no se mide por los logros de los primeros, sino por los de los últimos... los de los raros... los de los torpes... los de los lentos.
"Sí, teóricamente hay una criba llamada selectividad, cuya función (que nadie cuestiona en teoría) es precisamente esa: seleccionar a los más capaces. Pero en la práctica, la selectividad es un coladero; y es muy raro que un alumno medianito se quede fuera por razones académicas."
Resbala Orejudo sobre el echo de que un "Einstein" de nuestros días quedaría postergado por ese filtro selectivo que tanto le preocupa... y sin llegar a levantarse vuelve a resbalar sobre ese "alumno medianito"... esas dos palabrejas tan cargadas de desprecio y condescendencia.
Comete Orejudo la misma barbaridad que Wert... el que segrega por nivel de renta... mientras él lo hace por coeficiente intelectual... pues ambas dos son formas realmente vomitivas de seleccionar seres humanos (quizá la segunda lo sea aún más).
Habla Orejudo de mercado laboral y de salidas ocupacionales con el mismo fervor que los chicos del PP,
con idéntica pasión que Esperanza Aguirre en su día... con similar ceguera, considera eso de la capacidad como la pieza sobre lo que todo ha de girar, pero se olvida de lo humano (de eso que no preocupa al inhumano)... olvida que lo primero que debe inspirar a una persona mentalmente sana a la hora de decidir un futuro académico y profesional es su realización personal... sí Orejudo, ese mito... ese capricho de cuatro soñadores tarados como yo... la puñetera posibilidad de llegar a ser feliz mientras se gana uno el pan...
Olvida Orejudo que si alguien con capacidades por debajo de la media (ya sean intelectuales o económicas) cree que su vida será mejor y más plena a través de una carrera universitaria, el estado ha de ayudarle a que consiga su deseo, darle cuantas facilidades y apoyo le sean posibles, independientemente de esas "necesidades del mercado" que tanto infeliz han traído al mundo.
Manuel X quiere licenciarse en Filosofía (esa cosa inútil y poco productiva), Manuel no es brillante, pero Manuel se esfuerza como nadie por sacar su aprobado en cada asignatura, Manuel no tiene dinero, Manuel nunca será un genio (o tal vez sí, visto el nivel de nuestros campeones), pero a Wert y a Orejudo esto les da igual... Manuel no es rico ni excelente... así que Manuel está jodido.
Wert: si un universitario sin recursos saca menos de un 6,5, "debería estar estudiando otra cosa"
"Parece que el que es más pobre tiene que ser más inteligente", resumía hace unos días el rector de la Universidad Complutense
Me preocupas Orejudo... alguien de tu calidad en tantas otras cosas olvidando de repente conceptos tan fundamentales... tan imprescindibles. La universidad, el instituto, el colegio y la guardería deberían ser templos sin puertas... pero parece ser que tú y Wert coincidís e insistís en ponerlas... tan solo os separa el ancho y el alto de la entrada... cuestión de bajarse un rato de la cima de vuestra columna y ver pasar gente... e intentar distinguir, si el Marhuenda interno y externo os lo permite, entre seres humanos o trabajadores.
Sólo hay un modo más cruel de alienar al hombre que contando el dinero de su cartera... pues el dinero se puede ganar, pedir, robar o encontrar... sólo hay una forma más miserable de esclavizar a un ser humano... tachar de tonto al que simplemente no comprendemos y apartarlo a un lado.
Es la mejor manera de conseguir que los verdaderos imbéciles alcancen la meta.