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lunes, 14 de febrero de 2011

EL DÍA DESPUÉS




Las llaves del tesoro. Así titularía esta foto.

No es que haya caído en la ingenua idea de señalar a la red como absoluta responsable de lo ocurrido en Egipto, pero admitamos que sin la existencia de internet todo habría sido mucho más difícil.
La clave de todo tampoco han sido las penosas y seculares condiciones de vida de todo un pueblo.
Ni siquiera la escandalosa opulencia de un dictador (hasta ayer digno miembro de la Internacional Socialista), sólo preocupado por perpetuarse en el cargo.

Lo que movía a todos esos seres, tan distintos entre sí, era el hartazgo de vivir sin dignidad, sin justicia, y sin esperanza.

Uno se acostumbra a llevar unos zapatos rotos, sobre todo si tu padre y tu abuelo también los llevaban.
A lo que uno no se acostumbra jamás es a vivir con miedo a ser encarcelado sin razón, a soportar vejaciones gratuitas, a tener que deslizar unos pocos billetes por debajo de cada mesa para conseguir cualquier cosa, o a vivir en un país donde los privilegios de unos pocos crecen a la misma velocidad que menguan los de la mayoría.
Eso era el principal alimento de las multitudes en la Plaza de Tahrir... y el pavoroso lugar al que se negaban a regresar.

Ahora sólo queda esperar, esperar y muy posiblemente, ver como se recortan seriamente todas sus espectativas. Algo, en definitiva, muy parecido a la decepción, y curiosamente, algo muy cercano a la victoria absoluta.
Un bichito diminuto e inquieto anidará de hoy en adelante en cada corazón (no sólo egipcio), la certeza de que es posible cambiar las cosas con la sola voluntad de hacerlo, sin guerras, sin asaltos al palacio de verano, sin purgas, y sin miedo.
Sobre todo sin miedo.





Miro a ese hombre encaramado a lo alto de la farola, la fe con que ondea esa pequeña bandera, a pesar de las nubes oscuras que le llegan por la espalda, a pesar de que pronto se hará otra vez de noche.
Se diría que esta a punto de caer, pero no, ya no caerá jamás, es imposible que eso ocurra.
A pesar del photoshop de la desmemoria, las fotos y la historia ya nunca cambian.


Imagen: Reuters

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