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viernes, 25 de febrero de 2011

EL OTRO 23-F (Para mí que el más verdadero)

A pesar de que presiento cuchillos pasando sobre mi cabeza, he de decirlo de nuevo. Cada 23 de Febrero conmemoramos una derrota, o al menos, lo más parecido a una derrota.

Una derrota política y moral, una triste renuncia a lo que pudimos y no nos atrevimos a ser. Fue un día frío y de niebla, de celebraciones por doquier dando vítores al golpe de estado, transistores escondidos tras las las cortinas echadas, llamadas urgentes para avisar de un raudo viaje hacia la frontera.
La verdad en retirada y la infamia dueña de las calles. Líderes de la democracia ofreciéndose para gobernar al lado de generales con bigote...
No encuentro la victoria por más que la busco.

Me dicen que está aquí, entre mis dedos, permitiéndome escribir estas líneas sin miedo a ser detenido... entonces será un regalo.
¿Qué otra cosa puede ser sino?
Lo que ocurre es que yo lo de los regalos lo llevo mejor o peor dependiendo de donde vengan, y me temo que este viene de gente de poco fiar.

Sin embargo este otro si me parece una victoria, pequeña, pero victoria al fin y al cabo. Unas líneas escritas por Emilio Silva, una visión distinta y sin miedo a los fantasmas pasados, presentes, o futuros.



INTERPRETEMOS EL 23 F
"Un grupo de militares asalta el parlamento por sorpresa. Se trata de una agresión al lugar en el que se está representando un profundo proceso de cambio político. La oligarquía que se aupó al poder político y social en un régimen sin libertades trata de pilotar el cambio, de conservar sus privilegios y crear una democracia a su medida.

Ocurre en una sociedad que lleva años acumulando miedo político, que arrastra un pasado traumático con enormes violaciones de derechos humanos, desapariciones forzadas, prisiones repletas de disidentes políticos, un aparato de censura que vigila cada palabra, cada libro, cada trozo de papel en el que alguien escribe ideas, historias o poemas.

En ese momento la historia queda suspendida en el aire; millones de hombres y mujeres aguantan la respiración para no hacer ruido, para no significarse. En ese parlamento asaltado por fuerzas del ejército se está decidiendo en unas horas el modelo de futuro. Muchas personas habían aprovechado la apertura para significarse, para mostrar públicamente las ideas que tuvieron que ocultar durante décadas y temen que la represión regrese, asesine, encarcele, acabe con proyectos vitales o silenciosas ilusiones colectivas como lo hizo el régimen durante décadas.

Entonces un hombre, una sola persona, simboliza la resurrección de la libertad, la garantía de que se camina a la democracia, de que no se va a volver atrás, un solo ser humano condensa en esas horas el deseo colectivo y mayoritario de consolidar una democracia. En agosto de 1991, en Moscú, el hombre que recondujo el proceso político hacia las libertades fue Boris Yeltsin. El 23 de febrero de 1981, en el asalto a nuestro Congreso de los Diputados, fue Juan Carlos de Borbón.

La teoría de Pavlov explica que cuando un perro ve un trozo de carne comienza a salivar, anticipándose a la posible ingestión. Si además del alimento se le presenta un estímulo paralelo, por ejemplo el sonido de un timbre, el animal salivará cuando sólo escuche el timbre. El asalto al Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981 tenía un diseño basado en la psicología de masas. Era fundamental llevarlo a cabo en una sesión que fuera radiada y televisada en directo. Los golpistas necesitaban que su susto llegara a todo el mundo; el mismo todo el mundo al que Tejero le dio la orden de que estuviera quieta. Millones de ciudadanos tenían que escuchar el timbre del miedo y despertar todo el pánico que habían acumulado en la dictadura.

Una vez dado debía aparecer el mesías, el hombre bueno que salvara y protegiera a todos esos millones de ciudadanos que miraban el golpe con miedo, aunque los hubo que lo contemplaron con esperanza, que incluso se movilizaron para ofrecerse a limpiar España. A esa masa temerosa que contenía a republicanos, antifranquistas de diferentes ideologías y descendientes de asesinados y represaliados por la dictadura franquista, era a quien el hombre bueno debía salvar, proteger, conquistar.

La intervención de Juan Carlos de Borbón, el final feliz del cuento, legitimó a la monarquía en amplios sectores que hasta ese momento la habían rechazado y justificó la aceptación monárquica de partidos políticos de la izquierda mayoritaria y parlamentaria que a partir de ese momento podían decir: “menos mal que apostamos por él”.
Pero sus efectos no fueron sólo a la izquierda del espectro político. Durante unas horas los sectores más activos del franquismo pensaron que volvían tiempos de orden y mano dura y vieron a Tejero como a un héroe. Pero la derrota de los asaltantes del Congreso y la manifestación posterior puso un límite a las aspiraciones de quienes querían regresar a la dictadura. La reacción popular de oposición al Tejerazo les explicó que ya no era su tiempo, que no había camino de regreso, que debían aceptar la democracia y disfrutar de todos los privilegios ¿conquistados y arrebatados por la fuerza?, entre los que se encontraba un retiro dorado en democracia llamado impunidad.

Cuando Tejero asaltó el Congreso de los Diputados se estaba iniciando un proceso de búsqueda de los desaparecidos de la dictadura franquista. Tras la muerte de Franco se realizaron exhumaciones de forma aislada e incluso algunos grupos de izquierda trataron de instaurar un tribunal internacional para juzgar los crímenes de la dictadura franquista, con el apoyo de personalidades como el filósofo Bertrand Rusell o el historiador Pierre Vilar. Tras las elecciones municipales de abril de 1979, en las que algunos de los partidos clandestinos durante la dictadura obtuvieron poder político, el movimiento de búsqueda de desaparecidos aumentó su intensidad en un proceso creciente.

Con la aprobación de la Ley de Amnistía de 1977 los franquistas obtuvieron la impunidad jurídica para todos sus delitos cometidos contra cualquier tipo de derecho de las personas, además de la impunidad política, las fuerzas de la izquierda parlamentaria aceptaban compartir hemiciclo con responsables de la dictadura sin hacerles reproches o pedir que fueran expulsados. La conquista de la impunidad jurídica y política ocurrió en un parlamento constituido con el resultado de unas elecciones a las que numerosas fuerzas políticas de izquierdas no pudieron acceder, porque no fueron legalizados hasta después de los comicios.

Pero había una impunidad que no era posible regular por decreto:¿qué haría la sociedad española si ganaba las elecciones generales un partido de izquierdas?

La memoria de la Segunda República estuvo más presente que la de la guerra civil en algunos sectores del proceso político de la transición. La república llegó en 1931 por la victoria de partidos progresistas en las grandes capitales, en unas elecciones municipales. Era evidente que la monarquía, en plena transición tras la dictadura, temiera que los resultados en unas elecciones pudieran provocar una reacción social que terminara con la corona.

El golpe del 23 F, con todas sus tramas e intereses nacionales e internacionales, tuvo el efecto de vacunar a la sociedad ante la inminente victoria electoral del PSOE; fue la conquista de la impunidad social para los franquistas y convirtió el miedo en uno de los elementos más activos de nuestra vida pública que sin duda llega hasta nuestros días. En las profundidad de nuestro inconsciente colectivo todavía se oyen los ecos de aquel ¡Quieto todo el mundo! Sólo hay que vernos en los últimos meses; los más quietos de Europa."

El blog de Emilio Silva




Pdata:
No deja de asombrarme la conveniente predilección que hemos desarrollado por las versiones oficiales, hacia la caza de todo aquél que dude de la realidad emitida, televisada o publicada.
Somos raros.





Gracias Emilio
Imagen: rtv.es

3 comentarios:

  1. Pues ya está dicho aquí, y estaba muy claro antes: el 23-F es el nombre de un mito. ¿Para qué sirven los mitos? Únicamente para justificar el orden existente. Por eso nos lo contarán cada año, dentro de veinte en hologramas. Pero si es que la propia palabra "vacuna" ya lo dice todo (y no sólo la emplea el bloguero: que la han utilizado Bono y Durán y Lleida): como ocurrió aquello, es que nuestra democracia es fuerte, no hay que preocuparse más. Sancta simplicitas...

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  2. Nuestra democracia fuerte...
    No está mal, has acertado en un 66.3%
    Nuestra y fuerte.

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  3. https://www.youtube.com/watch?v=nxwCk-qSIoI

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