DEMOCRATICAMENTE ASESINADOS

No es más que uno de esos resquicios de verdad que de vez en cuando se escapan de esa caja tonta... a veces pasa... no hay sistema sin fallas.

En este reportaje veréis a personas condenadas a una muerte lenta y dolorosa, veréis a sus familias, incluso a héroes anónimos que continúan ejerciendo su profesión de cuidadores a pesar de no cobrar por ello.

Veréis a trabajadores sociales rompiendo a llorar y denunciando el crimen que se está cometiendo con los más indefensos, ancianos, niños, mujeres y hombres aterrorizados por el futuro que les espera si alguien no pone freno a esta canalla que nos gobierna desde siempre.

Veréis, si os quedan fuerzas para ello, a los responsables directos, a los criminales, eludiendo sus culpas, asegurando sin empacho que sus víctimas mienten, que en realidad se ha potenciado la ayuda a las personas dependientes... veréis si la rabia os lo permite como los escaños del Partido Popular rompen en aplausos cuando su Presidente dicta la sentencia de muerte sobre miles y miles de seres humanos.

Allá por 2010 el presupuesto de la Ley de Dependencia alcanzó su techo máximo de 2.000 millones de euros y se estableció la cotización a la Seguridad Social de los cuidadores, desde entonces, y gracias a la colaboración de la inmensa mayoría del Parlamento, el "Gobierno de España" ha eliminado dichas cotizaciones, ha negado a cientos de miles su derecho a las ayudas, y ha reducido las prestaciones en más de 1.000 millones... pero no se pararán ahí... pues según los compromisos firmados recientemente en Bruselas, Rajoy se dispone a recortar otros 1.100 millones... lo cual, traducido al no-cretino, significa que las personas dependientes no recibirán un solo euro y además habrán de pagar de sus bolsillos esos cien millones restantes.

Quiero ser previsor... quiero saber ahora, sin el ruido y el morbo de los grandes titulares, cuál será la palabra que escogerán para definir a la madre que viendo pasar una larga comitiva de lujosos coches oficiales, y harta de ver agonizar a su hijo, gaste sus últimos diez euros en un gran cuchillo de cocina y se plante frente a las puertas del Congreso. Será buena cosa estar preparado para saber que responder, que pensar... y en qué gastar ese último billete.