"Danzad, danzad, malditos" (1969 - They Shoot Horses, Don't They?), es una película norteamericana dirigida por Sydney Pollack basada en la novela de Horace McCoy.
Pollack nos da una muestra de una sociedad Estadounidense sumida en la Gran Depresión de los años treinta, aplastada bajo lo que supuso la mayor crisis económica mundial del siglo XX... el colapso económico, que originado por la especulación financiera, extendería el hambre y la miseria por todo Occidente y terminaría provocando una Segunda Guerra Mundial en la que morirían más de cien millones de personas.
En medio de un ambiente claustrofóbico, se nos hace sentir la amargura de los que aún sin llegar a aceptar su miseria ética y material, se ven obligados malvender su dignidad con tal de sobrevivir. Es el desencanto de personas de toda edad y condición que nunca se sintieron pobres (ni siquiera engañados), restos de lo que fue llamado "El sueño americano". Es la desesperación de hombres y mujeres en busca de cualquier oportunidad de conseguir techo y comida por unos pocos días... y para ello se inscriben en cierto concurso, una estrafalaria maratón de baile cuyo premio consiste en 1500 dólares de plata... la pareja que más tiempo resista en pie sobre el escenario será la vencedora... solo puede haber un ganador, y los que quedan atrás no importan...
El morboso espectáculo de unos concursantes al límite de su resistencia física y psíquica, los espectadores aplauden entusiasmados y toman parte por alguna de las parejas mientras maldicen al resto, el presentador va y viene entre el público y los exhaustos bailarines, señala a los favoritos y compadece a los que flaquean, la música y los gritos no cesan, la tensión aumenta y cada vez quedan menos concursantes, las pasiones se desatan, el final es incierto... nadie en sus cabales querría perdérselo.
Mientras tanto, tras el escenario, tras las cortinas, tras el ruido y los focos, la realidad sigue su curso, millones de personas deambulan por las calles sin hogar ni trabajo, sin esperanza ni otro derecho que no sea dejarse morir en una acera... en la parte trasera de un sistema que no acepta perdedores.
... ... ...
¡Adelante, señoras y señores!
¡Tomen a siento y dispónganse a disfrutar del espectáculo! ¡La pista de baile más grande del mundo! ¡Los mejores bailarines del planeta! ¡Y cómo no... el más entregado público!
Porque... ¿Qué sería de este espectáculo sin su público?
Pero basta de presentaciones... ¡El gran espectáculo nos espera!
Hoy tenemos con nosotros a las mejores parejas que han pasado por nuestra pista, todos ellos auténticos campeones, inasequibles al desaliento...
¡Un fuerte aplauso para ellos!
¿Y qué me dicen de la pareja número dos? Cierto que no gozan de la aquilatada experiencia de los anteriores... pero si perseveran, pueden llegar muy lejos en su carrera... les hablo del dúo formado por El Facha Tripero de las Gafas de Pasta y Josep Sánchez Llibre (CIU).
Mientras una señorita les hace entrega de sus respectivas banderitas de colores, contemplen esa gracia, ese asombroso empujón, ese mimoso manoteo con que rematan su espectáculo... esos gritos, ese coro de granaderos que los acompaña, esas lunas rotas, y todo a escasos treinta metros del edificio de Correos de la Plaza de Cibeles... concretamente, junto a un gran portón habitualmente vigilado por una docena de policías y Guardias Civíles... les aseguro que si saben jugar sus cartas y perseveran, esta pareja dará mucho que hablar.
Ahora presten atención a esta nueva pareja... la número tres... veteranos en esto del baile pero estrenando compañero... Emilio Botín y Rodrigo Rato... los fuera de la ley, los pies más rápidos a este lado de Río Grande y las manos más sucias desde Pilatos... ambos dos en alegre francachela y en la flor de la vida, dispuestos a marcar una época en esto de mantenerse en pie sobre los suelos más resbaladizos.
Y esto, mi querido público, con ser mucho, es solo el principio... nuevas parejas se incorporan cada día a la competición... nuevos bailarines... nuevas luces y nuevos sonidos... todo cuanto sea necesario para que las preocupaciones desaparezcan y la felicidad llene vuestros corazones... mientras vuestras insignificantes y patéticas vidas se vienen abajo.
No sé si la alegoría está bien pillada...
ResponderEliminarEl sistema que nos tritura está tras la orquesta... el locutor es su vocero, sus medios de comunicación... los participantes en el concurso son nuestros políticos, nuestros líderes de opinión, pero también son nosotros, porque estos salieron de entre nosotros, porque aunque son casta, un día fueron nuestros hermanos, vecinos,nuestros compañeros de la mili... esos demacrados bailarines son a la vez, torturados y torturadores, ladrones y víctimas dependiendo del momento de cocción... y en cuanto al público... en eso no creo que haya dudas, somos tú y yo, somos todos... a la espera de ese nuevo espectáculo que nos saque de lo que realmente importa y nos ponga a aplaudir con las idas y venidas de nuevas parejas de baile.
EliminarTambién me confundí. Creí que las esforzadas parejas de baile éramos nosotros, ciudadanos comunes, conocedores del papel que representamos a cambio de nuestra supervivencia y, entre el público, otros ciudadanos, ignorantes, o complacientes, o cómplices... La orquesta, como nosotros, asalariados que cumplen con lo encomendado. Los empresarios, en su histórica labor. El poder, en la sombra. Nada nuevo.
EliminarHa sido usted muy perspicaz con la segunda extraña pareja. Sánchez Llibre excesivo en su papel y el Sr. Tripero... ¿red-irigido?
O sea, los extenuados son los políticos y los que miramos nosotros, pero es que elllos fueron nosotros y nosotros seremos ellos... no sé, no sé...
ResponderEliminarPues a ver si la orquesta se va con la música a otra parte. Las parejas de baile son un asco, dirty dancing baboso. Y nos obligan a mirar y pagar la entrada.
ResponderEliminarLo más triste es que casi nunca nos obligan... somos nosotros los que peleamos por una silla de pista y una banderita mientras pedimos a gritos que no pare la música.
EliminarY pobre de aquél que intente detener esta farsa...