Lo reconozco. Me gustó el "Operación Palace" de Jordi Évole...
Pero me habría gustado más si no formara parte de una de las mayores (si no la mayor) operaciones de manipulación de masas de toda la democracia.
... Si no se tratara de una oportuna cortina de humo sobre la persona de un rey herido y encantado de intercambiar su deteriorada imagen pública por la de un monarca campechano-bobalicón... un rey, que incluso en alguno de los mundos de Évole podría haber llegado a ser el salvador de nuestras libertades.
... Si no falseara la realidad para hacernos creer que, aparte de la documentación clasificada, no existen suficientes pruebas objetivas y materiales para demostrar la verdad sobre el 23-F.
... Si no olvidase el bueno de Jordi que cuando Orson Wells pone de puntillas a sus oyentes con su "Guerra de los mundos", los pobres marcianos no son la casta de enloquecidos monarcas que abrazados a un crucifijo y creyéndose elegidos por el mismo dios, gobiernan este país desde hace siglos medrando, robando, y conspirando para provocar alguna que otra guerra civil, para cortar de raíz todo intento de hacer de España un país más justo y más libre de lo que conviene en cada momento.
... Si tras dos años de fundadas denuncias y acumular credibilidad (precisamente) entre el sector de población menos afín a la monarquía, no hubiera terminado por volcarlo todo en favor de la confusión, en la construcción de una polvareda de datos falsos y verdaderos que enturbian una realidad hasta entonces aceptada.
... Si no recurriese al viejo y sucio truco de igualarlo todo en la mentira, de devolvernos al mundo de los que no toman partido porque no saben muy bien de lo que hablan.
... Si no fuera porque tras abrir de par en par los ojos de sus entregados televidentes, tras un tratamiento adecuado, cuando todas las barreras estaban levantadas, ha clavado estas tres frases en nuestras entregadas conciencias.
Y colorín colorado... que todo es mentira... que la verdad no existe... que sólo te la has imaginado.
Y a mi no me gustó.
ResponderEliminarDesde que leí a Blas de Otero, hace más de 40 años, me quedé con aquello de :
"y a mís 61 ¡leches ¡ "
que son los que tengo.
Un 10 para obra de teatro, con los acólitos de Serra y el Sr Gabilondo.
Un 0 por hacerme montar una novela de una historia que aún no se sabe. Novela que fue efectuada al cabo de 7 años de el último "ajusticiado " al garrote vil.
Estas cosas confunden más de lo que intentan dilucidar.
Ninguna información nueva.
Ningún interrogante cerrado.
Ninguna aportación de los sujetos tejerianos. Nada que nos pueda hacer pensar en un riguroso trabajo periodístico, al menos, tan siquiera, para decirnos que no han podido vislumbrar nada nuevo.
Esto no era una conjunción de terrícolas de diversos paises en contra de una invasión selenita, esto fue historia, tan historia que yo, mismamente yo, recuerdo haber puesto entre los cajones traseros del Panda a la persona de Antonio, primer alcalde elegido en el Prat en 1979, del PSUC, y puesto allí porque temíamos, él y yo, que los de la SEU, de la Facultad de Derecho (él hizo mayores de 25 en el ICE), se lo iban a pelar.
Estas bromas de aprendiz de brujo dan para que yo ya no le vuelva a creer.
Salut. Un placer
Sigo abriendo su página, me resulta muy interesante.
Bien dices Miquel... con las cosas de sufrir no se juega. menos cuando los datos irrefutables y las pruebas materiales a la vista son más que suficientes como para levantar la alfombra... y arriesgarse a ser marginado por el sistema. En este caso resulta curioso que los protagonistas de las dos últimas entradas se contrapongan de una manera tan precisa... Fernando Ruiz y Jordi Évole... las dos caras de un mismo sistema.
EliminarUn abrazo muy fuerte Miquel.
En mi opinión, quien no entendiera lo que hizo ayer Évole, o crea que ese ejercicio (dejado muy bien clarito) le restó credibilidad, es el lector ideal para todos los periodistas manipuladores. El rebaño sigue siendo rebaño.
ResponderEliminarLo de Évole y su mensaje queda definido por la última frase que nos regala... todo tendría otro significado bien distinto sin ese remate... "ENCONTRARÁ OTRAS FABULACIONES... LA NUESTRA NO SERÁ LA ÚLTIMA NI LA MÁS FANTASIOSA"
EliminarTe aseguro Jordim, que la verdad existe, que alguien como Jordi tiene acceso a ella... pero el riesgo de perder el foco y quedar a oscuras sería evidente... y ha elegido formar parte del ruido y la confusión a ser parte del viento que sopla.
Un saludo
Buneo, ayer, el domingo más bien...
ResponderEliminarAl oír hablar sobre Diógenes, Alejandro Magno quiso conocerlo. Así que un día en que el filósofo estaba acostado tomando el sol, Alejandro se paró ante él.
ResponderEliminarDiógenes se percató también de la presencia de aquel joven espléndido. Levantó la mano como comprobando que, efectivamente, el sol ya no se proyectaba sobre su cuerpo. Apartó la mano que se encontraba entre su rostro y el del extraño y se quedó mirándolo.
El joven se dio cuenta de que era su turno de hablar y pronunció:
- "Mi nombre es Alejandro El Grande”. Pronunció esto último poniendo cierto énfasis enaltecedor que parecía más bien aprendido.
- "Yo soy Diógenes el perro”
El emperador recuperó el turno:
- "He oído de ti Diógenes, de quienes te llaman perro y de quienes te llaman sabio. Me place que sepas que me encuentro entre los últimos y, aunque no comprenda del todo tu actitud hacia la vida, tu rechazo del hombre virtuoso, del hombre político, tengo que confesar que tu discurso me fascina".
- “Quería demostrarte mi admiración", dijo el emperador. Y continuó: "Pídeme lo que tú quieras. Puedo darte cualquier cosa que desees, incluso aquellas que los hombre más ricos de Atenas no se atreverían ni a soñar".
- “Por supuesto. No seré yo quien te impida demostrar tu afecto hacia mí. Querría pedirte que te apartes del sol. Que sus rayos me toquen es, ahora mismo, mi más grande deseo. No tengo ninguna otra necesidad y también es cierto que solo tú puedes darme esa satisfacción”
Mas tarde Alejandro comentó a sus generales: "Si no fuera Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes."
Pues eso Jordi, apártate y déjanos ver el sol.
Me temo que este Alejandro de nuestros días es solo un encargado, de mejores o peores intenciones, vete a saber... su emperador permanece oculto, al otro lado del sol... a salvo de la sensatez de nuestros perros.
EliminarAbrazo fuerte.
Soy Antonio Ricón, Calía es mi apodo.
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