Comentan sus allegados, que contra lo que pudiera parecer, la infanta Cristina no está harta de tanta pesadilla... que está más que harta... que está hasta la coronilla.
Casi siete horas de interrogatorio... 400 preguntas... todas respondidas con apenas media docena de respuestas, siempre las mismas, entre las que destacan verdaderos prodigios de la oratoria como: "No sé", "No me acuerdo", "No me consta", o la gloriosa "yo no sabía lo que firmaba".
Seguro que le vino a la memoria la peripecia de su bisabuelo Alfonso XIII... aquél que de buena mañana y habiendo siendo condenado por robar a manos llenas el dinero de todos los españoles, saltaba sobre el asiento de un descapotable que le llevaría raudo hasta el exilio... un lugar lejano desde el que conspiró a favor de la más terrible catástrofe que este país ha sufrido jamás... ese horror que hoy conocemos como guerra civil.
Hoy, por primera vez en la historia, y tras feroz resistencia, un miembro de la familia real española ha sido forzado a dar cuentas a la justicia... la hija del heredero directo de Francisco Franco se ha visto expuesta a un poder que hasta ahora había traspasado las carnes reales, pero los tiempos cambian... aunque sea poco... menos que poco.
Apuesto por la nada. Los resortes se pondrán en marcha (los que no lo hayan hecho ya) y todo quedará en un lavado de cara con agua sucia... pero la ofensa quedará... que no... que no tratamos con seres humanos, que cuando hablamos de reyes, esas cosas se llevan en la sangre, escamas afiladas que pasan de generación en generación, a fuerza de cruzarse entre primos lejanos... y no tan lejanos.
Plebeyos mofándose tras una valla... gente pobre llamándola ladrona... un juez mal vestido tratando a Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de "Señora"... una pancarta desvelando que es rubia teñida...
"Pagareis por tamaña osadía" Parece decir desde el interior de nuestro coche, tras los cristales oscuros de nuestras gafas... no seamos imprudentes, no menospreciemos a quienes durante siglos han ganado todas las partidas, que las amenazas de quien no grita se cumplen siempre... aunque no por su mano.
Mientras tanto... algo de escarnio... que el miedo a sus altezas... cosa de viejas.
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