Anda últimamente este país un tanto despeinado... ya no luce como siempre, ya no resulta tan calmado y comprensivo, tan de mirar sin tocar, tan de tocar sin coger, tan de morder sin tragar... y aun así no es el que debiera... pero tampoco es el que era.
A esta España de moño y peineta se la ha empezado a soltar la melena... un mechón por aquí... un rizo por allá...
Demasiado alboroto, demasiada protesta, demasiado "iluso" suelto convencido de que no todo está tan atado y bien atado.
Como cabía esperar, ante semejante atrevimiento, Los Amos ya han dispuesto urgentes medidas... ya se dejan ver los primeros trazos del plan destinado a acabar con tamaño dislate... ya ha dado comienzo la OPERACIÓN COLETERO.
Demasiado alboroto, demasiada protesta, demasiado "iluso" suelto convencido de que no todo está tan atado y bien atado.
Como cabía esperar, ante semejante atrevimiento, Los Amos ya han dispuesto urgentes medidas... ya se dejan ver los primeros trazos del plan destinado a acabar con tamaño dislate... ya ha dado comienzo la OPERACIÓN COLETERO.
Insisten, ahora más que nunca, las encuestas en su funesta profecía... el bipartidismo se muere, y no sólo eso, la abstención promete convertirse en la primera fuerza política del reino. Ese demonio que crece con cada recorte, con cada escándalo, con cada patochada, con cada rodillo parlamentario para rechazar la auditoria de la deuda o para respaldar un golpe de estado mal llamado "reforma constitucional"... La abstención, ese espectro tenebroso que gana cuerpo cada día que pasa, a medida que se extiende la certeza de que los que hoy dirigen nuestras vidas se han revelado al fin, como nuestros peores y más antiguos enemigos.
Y no es porque no se haya intentado poner remedio a esta sangría de legitimidad, que no han faltado "Beatrices Talegones", ni conferencias políticas, ni congresos renovadores... que por fuegos de feria no ha sido... aunque no haya sido suficiente.
Ahora lo que se pretende es algo mucho más consistente, algo que se puede tocar... incluso votar. Un par de opciones, una a cada lado del magullado cuerpo del PPOE, un par de esclusas de contención donde recoger las aguas bravas del descontento.
VOX y PODEMOS, dos extrañas casualidades que en un plazo de diez días brotan de repente en medio del escenario político con la clara intención de ilusionarnos, de hacernos un poco más felices y un poco menos díscolos. "Esta es la solución a vuestros problemas", nos dicen los padres de la patria. "Esta es la única salida del infierno", insisten sus voceros. "Abrazad a estos nuevos líderes" repiten sin cesar... "Y si no os gustan, no pasa nada... tenemos otros"
Lo de VOX requiere escaso comentario. Un paquebote donde probar fortuna mientras amaina la tormenta, mientras haya barco a flote desde el que saltar. Un sótano en el que refugiarse mientras las llamas consumen la planta noble. Lo de VOX no tiene mayor importancia porque es lo que parece... y lo que parece es "na".
Lo de PODEMOS no es lo mismo, lo de PODEMOS es otra cosa... porque es mucho más. Es una nueva chaqueta de pana (hecha con demasiadas prisas). Es un salto atrás de cuarenta años, es un viaje de vuelta al reino de los gurús descamisados, al centro mismo de una ilusión según la cual, el mejor remedio para nuestras penas descansa en manos de un tipo agradable que nos habla desde el interior de una caja plana y tonta... esa ilusión resplandeciente que con sus focos y trompetas nos hace olvidar lo que en el fondo sabemos... y sabemos más que bien... aunque nos asuste.
Si queremos cambiar realmente las reglas de este juego de truhanes habremos de tomar partido, y hacerlo no sólo cuando nos lo manden, sino cada día, a cada instante, sin esperar que otros tomen la iniciativa. Habremos de perder el miedo a caminar solos si se tercia, y si se tercia en compañía. Tendremos que ser más honestos y reconocer en nosotros mismos, en nuestro comportamiento, todo eso de lo que aborrecemos mientras añoramos un modo de vida que ahora se revela como insostenible.
Sabemos (o deberíamos saber) que este infierno no es una crisis, que no es un desastre puntual... sabemos que todo lo que ocurre, ocurre porque así debe ser, nada es un accidente, cada pequeña y gran tragedia es producto de un elaborado sistema que ha sido diseñado para que unos pocos se impongan al resto. Sabemos que la mal llamada Transición fue simple y llanamente un traspaso con derecho a reforma, una manera de cambiar lo imprescindible para que todo siguiera igual. Sabemos que en los años treinta el 90% de los medios de producción pertenecían a un 5% de la población... sabemos que hoy 20 personas poseen tanta riqueza como el 25% de los españoles... sabemos que uno de cada tres niños sólo tiene un par de zapatos, que carece de libros de texto y juguetes... sabemos que uno de cada cuatro menores de diez años no come tres veces al día... sabemos de los obscenos beneficios de una banca reflotada con dinero público, de las pornográficas biografías de Cospedal y su marido, de las desvergüenzas de Almunia, de la complacencia con que la clase política asistía a los consejos de las cajas de ahorros, del inconcebible latrocinio a que es sometido este país desde hace décadas... que ya hacen siglos.
Lo sabemos todo... pero sucede a menudo que todo lo olvidamos. Olvidamos que no hemos de mirar hacia arriba suplicando solución a la injusticia, que la solución está abajo, entre nuestros pies temblorosos e inmóviles. Olvidamos quién escribe las leyes injustas, quién redacta los torticeros reglamentos, quién construye la burocracia que nos oprime, quién repara las grietas del sistema y refuerza sus almenas hasta hacerlo inexpugnable. Olvidamos, queriendo o sin querer, que nuestra desgracia no es un desastre natural, que proviene de hombres, hombres que por sí mismos, o en representación de otros, trabajan para que nada cambie... para que una ley electoral cabildera cercene cualquier posibilidad de renovación política... para que el poder legislativo, ejecutivo y judicial sea uno solo... para que nuestras necesidades más vitales dependan del interés de empresas privadas.
Y sabiendo tanto, en cuanto sentimos temblar el entarimado... pedimos más... más partidos, más parlamento, más señores con derecho a pernada, más embaucadores, más frases hechas, más ideas preconcebidas, más de lo mismo... a ver si así nos ahorramos el mal rato, y el puto palacio de invierno revienta de puro atracón.
Tanta falsedad, tanta cobardía, tanta media verdad y tanta media mentira... Tal vez todo sea por sentirnos mejor... por no escupirnos unos a otros a la cara cuando nos damos los buenos días.
Ahora mismo, mientras lees, ellos, los arquitectos de tu dolor, señalan a sus representantes y estos se ordenan en partidos, en ejecutivas que eligen a los líderes, en subcontratas más pequeñas que no habrán de despertar tus sospechas... a menos que seas un "retorcido conspiranoico"... a menos que estés "loco".
Lo de PODEMOS no es lo mismo, lo de PODEMOS es otra cosa... porque es mucho más. Es una nueva chaqueta de pana (hecha con demasiadas prisas). Es un salto atrás de cuarenta años, es un viaje de vuelta al reino de los gurús descamisados, al centro mismo de una ilusión según la cual, el mejor remedio para nuestras penas descansa en manos de un tipo agradable que nos habla desde el interior de una caja plana y tonta... esa ilusión resplandeciente que con sus focos y trompetas nos hace olvidar lo que en el fondo sabemos... y sabemos más que bien... aunque nos asuste.
Si queremos cambiar realmente las reglas de este juego de truhanes habremos de tomar partido, y hacerlo no sólo cuando nos lo manden, sino cada día, a cada instante, sin esperar que otros tomen la iniciativa. Habremos de perder el miedo a caminar solos si se tercia, y si se tercia en compañía. Tendremos que ser más honestos y reconocer en nosotros mismos, en nuestro comportamiento, todo eso de lo que aborrecemos mientras añoramos un modo de vida que ahora se revela como insostenible.
Sabemos (o deberíamos saber) que este infierno no es una crisis, que no es un desastre puntual... sabemos que todo lo que ocurre, ocurre porque así debe ser, nada es un accidente, cada pequeña y gran tragedia es producto de un elaborado sistema que ha sido diseñado para que unos pocos se impongan al resto. Sabemos que la mal llamada Transición fue simple y llanamente un traspaso con derecho a reforma, una manera de cambiar lo imprescindible para que todo siguiera igual. Sabemos que en los años treinta el 90% de los medios de producción pertenecían a un 5% de la población... sabemos que hoy 20 personas poseen tanta riqueza como el 25% de los españoles... sabemos que uno de cada tres niños sólo tiene un par de zapatos, que carece de libros de texto y juguetes... sabemos que uno de cada cuatro menores de diez años no come tres veces al día... sabemos de los obscenos beneficios de una banca reflotada con dinero público, de las pornográficas biografías de Cospedal y su marido, de las desvergüenzas de Almunia, de la complacencia con que la clase política asistía a los consejos de las cajas de ahorros, del inconcebible latrocinio a que es sometido este país desde hace décadas... que ya hacen siglos.
Lo sabemos todo... pero sucede a menudo que todo lo olvidamos. Olvidamos que no hemos de mirar hacia arriba suplicando solución a la injusticia, que la solución está abajo, entre nuestros pies temblorosos e inmóviles. Olvidamos quién escribe las leyes injustas, quién redacta los torticeros reglamentos, quién construye la burocracia que nos oprime, quién repara las grietas del sistema y refuerza sus almenas hasta hacerlo inexpugnable. Olvidamos, queriendo o sin querer, que nuestra desgracia no es un desastre natural, que proviene de hombres, hombres que por sí mismos, o en representación de otros, trabajan para que nada cambie... para que una ley electoral cabildera cercene cualquier posibilidad de renovación política... para que el poder legislativo, ejecutivo y judicial sea uno solo... para que nuestras necesidades más vitales dependan del interés de empresas privadas.
Y sabiendo tanto, en cuanto sentimos temblar el entarimado... pedimos más... más partidos, más parlamento, más señores con derecho a pernada, más embaucadores, más frases hechas, más ideas preconcebidas, más de lo mismo... a ver si así nos ahorramos el mal rato, y el puto palacio de invierno revienta de puro atracón.
Tanta falsedad, tanta cobardía, tanta media verdad y tanta media mentira... Tal vez todo sea por sentirnos mejor... por no escupirnos unos a otros a la cara cuando nos damos los buenos días.
Ahora mismo, mientras lees, ellos, los arquitectos de tu dolor, señalan a sus representantes y estos se ordenan en partidos, en ejecutivas que eligen a los líderes, en subcontratas más pequeñas que no habrán de despertar tus sospechas... a menos que seas un "retorcido conspiranoico"... a menos que estés "loco".
Reto a los creyentes... les reto a que me digan el nombre del máximo responsable de la victoria (momentánea, pero victoria) de Gamonal... les reto a que señalen la cabeza visible del movimiento que ha paralizado la privatización de la sanidad madrileña... les reto a que me digan el nombre de ese abogado anónimo que sin más compañía que su determinación y con cincuenta euros en el bolsillo, viajó hasta Bruselas para regresar con la reforma de la ley hipotecaria más importante del último siglo... les reto además a que me den el nombre y apellido de esa personalidad política y archipopular que haya logrado un cambio significativo y para bien en las vidas de los españoles durante los últimos treinta años. (No vale el cheque bebé de Zapatero ni el fin de la "mili" de Aznar)
Recuerdo a la concurrencia, que en esto de los inesperados y beatíficos líderes de masas, sólo hay dos posibilidades. Una de ellas es que el líder salga bueno, la otra es que salga malo. Si sale malo y con el colmillo retorcido te enfrentas a un Felipe González... en cuyo caso estarás jodido y arruinado... tal vez muerto. Si sale bueno, y en el mejor de los casos, te toparás con un Salvador Allende que nacionalizará bancos y eléctricas, pero que tarde o temprano será sometido por los múltiples y poderosos mecanismos del poder financiero. Lo que ninguno de ellos hará es convertirse en su propia antítesis... en ese cambio hacia lo horizontal, en esa imprescindible transformación de la base, en empezar la casa por los cimientos y no por el tejado.
Llevan siglos bombardeándonos con la perversa idea de que el poder de uno no es poder... que ni siquiera la suma de esos unos nos llevará a ninguna parte si no es a través de "ellos"... los iluminados, los elegidos antes que electos, los guardianes de las llaves, los únicos que conocen las rutas posibles y nos recomiendan no ir más allá... porque más allá hay monstruos.
No será el último... a medida que se acerquen las sucesivas elecciones surgirán otros PODEMOS con sus correspondientes "Pablos Iglesias"... y asomarán sus rostros desde todas las cadenas, en el momento justo... jóvenes modernos con aspecto de jóvenes modernos, preparados... más que preparados, precocinados... dispuestos a asumir el sacrificio de ser distintos de sus predecesores... acaparando bienintencionados admiradores y amontonando poses... estableciendo alianzas, pactando con propios y extraños... descartando viejos modos y eligiendo las nuevas palabras más idóneas para que el conjunto no desmerezca.
Despertaremos... a pesar de todo despertaremos... y ese día caeremos al fin en la cuenta... ese que tanto buscamos saldrá de nosotros mismos o no saldrá... el libertador de opereta y tertulia que esperamos no vendrá caminando hasta tu puerta... y mucho menos, de la mano de los amos.
Este es (palabrerías aparte) el nuevo producto que los grandes medios te recomiendan para aliviar tus males... un tipo inalterable... un tipo que nunca ríe y que nunca se inflama... un joven que al día siguiente de presentarse formalmente en la escena política, muestra estas maneras de perro viejo. (VER VÍDEO)
Esta que has visto, es la alternativa civilizada a ponerte en marcha, a olvidar la ley y hacer justicia, a tirar abajo la primera puerta que se cierre a nuestro paso... sin abanderados, sin tertulianos de postín, sin santos ni profetas de la Sexta... nunca esperando a nadie... nunca tras otros... pero siempre acompañado.
Y entre tanto ruido... la clarividencia... lo que no verás y no oirás por más que cambies de cadena... por más que cambies de canal...
Recuerdo a la concurrencia, que en esto de los inesperados y beatíficos líderes de masas, sólo hay dos posibilidades. Una de ellas es que el líder salga bueno, la otra es que salga malo. Si sale malo y con el colmillo retorcido te enfrentas a un Felipe González... en cuyo caso estarás jodido y arruinado... tal vez muerto. Si sale bueno, y en el mejor de los casos, te toparás con un Salvador Allende que nacionalizará bancos y eléctricas, pero que tarde o temprano será sometido por los múltiples y poderosos mecanismos del poder financiero. Lo que ninguno de ellos hará es convertirse en su propia antítesis... en ese cambio hacia lo horizontal, en esa imprescindible transformación de la base, en empezar la casa por los cimientos y no por el tejado.
Llevan siglos bombardeándonos con la perversa idea de que el poder de uno no es poder... que ni siquiera la suma de esos unos nos llevará a ninguna parte si no es a través de "ellos"... los iluminados, los elegidos antes que electos, los guardianes de las llaves, los únicos que conocen las rutas posibles y nos recomiendan no ir más allá... porque más allá hay monstruos.
No será el último... a medida que se acerquen las sucesivas elecciones surgirán otros PODEMOS con sus correspondientes "Pablos Iglesias"... y asomarán sus rostros desde todas las cadenas, en el momento justo... jóvenes modernos con aspecto de jóvenes modernos, preparados... más que preparados, precocinados... dispuestos a asumir el sacrificio de ser distintos de sus predecesores... acaparando bienintencionados admiradores y amontonando poses... estableciendo alianzas, pactando con propios y extraños... descartando viejos modos y eligiendo las nuevas palabras más idóneas para que el conjunto no desmerezca.
Despertaremos... a pesar de todo despertaremos... y ese día caeremos al fin en la cuenta... ese que tanto buscamos saldrá de nosotros mismos o no saldrá... el libertador de opereta y tertulia que esperamos no vendrá caminando hasta tu puerta... y mucho menos, de la mano de los amos.
Este es (palabrerías aparte) el nuevo producto que los grandes medios te recomiendan para aliviar tus males... un tipo inalterable... un tipo que nunca ríe y que nunca se inflama... un joven que al día siguiente de presentarse formalmente en la escena política, muestra estas maneras de perro viejo. (VER VÍDEO)
Esta que has visto, es la alternativa civilizada a ponerte en marcha, a olvidar la ley y hacer justicia, a tirar abajo la primera puerta que se cierre a nuestro paso... sin abanderados, sin tertulianos de postín, sin santos ni profetas de la Sexta... nunca esperando a nadie... nunca tras otros... pero siempre acompañado.
Y entre tanto ruido... la clarividencia... lo que no verás y no oirás por más que cambies de cadena... por más que cambies de canal...
La "multitudo" spinozista!
ResponderEliminarGran texto.